6- Royal Empire

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En la mansión Sonobe, Gianluca descargaba su ira contra un saco de boxeo. Su definido torso desnudo desprendía sudor al propinar golpes en secuencia dirigidos al saco, el cual se zarandeaba con fuerza hacia delante para después volver nuevamente a su posición inicial.

Su furioso comportamiento se debía a solamente una razón, Adeline. No había contestado ninguna llamada ni mensaje de texto suyo y eso lo ponía de muy mal humor. No tener respuesta de ella, lo enloquecía por completo.

Después del suceso trascurrido en la cena, él fue a su búsqueda. Tal acto fue en vano cuando no dio con ella. Intuyó que posiblemente esta ya se encontraba rumbo a su casa. Por lo que vio como mejor opción concederle algo de espacio.

El segundo hermano de los Sonobe hizo presencia en la estancia. Inclinando su cuerpo en el umbral de la puerta, entrelazó sus brazos.

_ Alguien amaneció de mal humor. _ Mencionó desviando sus ojos dorados del saco, hasta posicionarlos en su hermano menor.

Al no captar su atención, prosiguió.

_ ¿Acaso es por la chica?. _ Expresó con actitud flemática, adentrándose al salón de entrenamiento. Ganándose totalmente el interés de Gianluca.

_ ¿Cómo sabes de ella?. _ Frunciendo el ceño, desató los vendajes que cubrían sus puños.

_ Rompió una de mis esculturas favoritas. Y luego se dio a la fuga. _ Respondió observando con minuciosidad la pintura fauvista que se hallaba situada en la pared. _ Al parecer su timidez fue el impedimento a que se presentara ante mí. _ Concluyó, ladeando su cabeza.

El menor de los Sonobe se encaminó con paso amenazante en dirección a él.

_ No interfieras Jean Pierre. _ Advirtió. Pasando por un lado de este, le concedió un leve empujón para luego desaparecer por la puerta...

....

El Sonobe Royal Empire se hallaba en el centro de la ciudad de Lyon. Una edificación al estilo futurista fue lo primero que ella presenció al contemplarlo. Su longitud tanto como su volumen eran bastante extensos. Compuesto por enormes ventanales que desde abajo se podían observar a los empresarios desplazándose por los pasillos.

Aparcaron el Lamborghini negro al frente del omnipotente edificio, del cual descendió el mayor de los Sonobe, quien se dirigió de inmediato a abrirle la puerta a su acompañante.

_ Después de ti. _ Inclinándose ante ella, estiró su mano.

_ De todos los lugares turísticos de la zona, decidiste llevarme al más aburrido. _ Resoplando, se bajó del vehículo.

_ ¿Qué creías?. Tengo que trabajar y también debo cuidar de ti y no podré hacerlo si estás lejos. _ Acomodando su corbata, se encaminó en dirección a la entrada.

_ Deja de tratarme como si fuera una niña indefensa, puedo cuidarme sola. _ Respondió, rodando sus ojos.

_ Claro, porque eso te funcionó de maravilla como la última vez. _ Empujando la puerta de cristal, se adentró al sitio. _ Así que sí, eres una niña indefensa que tuve que salvar. En vez de estarte quejando deberías agradecerme. _ Expresó con molestia.

Adeline no pudo articular palabra alguna ya que había quedado pasmada ante la majestuosidad del imperio Sonobe.

Detalles tallados en oro y plata decoraban la estancia, otorgándole al lugar un aire suntuoso. Esculturas labradas en piedras preciosas, las cuales contenían formas extravagantes, se encontraban esparcidas en diferentes áreas.

Empresarios masculinos como femeninos se desplazaban con determinación por los amplios pasillos, portando atuendos sumamente elegantes, con sus respectivos maletines de trabajo.

Los SonobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora