11- Rebeldía inaudita

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_ Si sabes que esto es aburrido no?. _ Gianluca estiró sus brazos, soltando un sonoro bostezo.
Mientras que Adeline ladeó su cabeza aún contemplando con meticulosidad el techo de color gris azabache del aposento de Gianluca.

Habían trascurrido tres semanas desde que se hospedó en la mansión. Posteriormente de la misteriosa explosión que arrasó con su hogar y de la cual fue salvada por Jean Pierre, quien sufrió quemaduras por adentrarse con osadía al edificio en llamas solo para rescatarla.
Después del suceso no tuvo oportunidad de agradecerle, dado a que Jean Pierre, la evadía siempre que podía, así que desistió y decidió apartarse de él como este lo quería.

Por otro lado, se volvió más unida al menor de los Sonobe. Tanto que esta empezaba a disfrutar de su compañía sin fastidiarle tanto su presencia.

_ Y tú crees qué para mí no lo es?. Tu hermano tiene rodeada esta mansión como si fuera una maldita cárcel. _ Liberando un exasperado bufido, entrelazó sus brazos.  _ Lo único que me falta es el atuendo naranja. _ Cubrió con sus manos su rostro, cayendo rendida a la cama.

La paranoia de Jean Paul acrecentó al ver una vez más a Adeline en una camilla de hospital por lo cual tomó medidas drásticas para mantenerla a salvo. Entre las peticiones del mayor de los Sonobe se presentaban no asistir a la facultad ni a la pasantía concedida por él, hasta que esta estuviera en excelentes condiciones para hacerlo.

A pesar de que Adeline aseguraba estar lista para reanudar su vida, Jean Paul todavía no se dignaba a dejarla ir.

Además, el Sr. Moriarty, concordaba con los hermanos en cuanto a su seguridad. Por lo que él, básicamente, la condenó a convivir bajo el mismo techo con la disfuncional familia de los Sonobe. Si bien, Moriarty dispuso su confianza en ellos, sin embargo, el móvil de Adeline era bombardeado día tras día, por mensajes de texto y llamadas intranquilas que prometían volverla a ver tocando en el Théatre des Variétés.

_ Si no puedes salir por la puerta, busca siempre una ventana. _ Levantándose, se dirigió con cautela hacia el ventanal, abriéndolo por completo. _ Tendremos que saltar Adeline Strange, pero no te preocupes la piscina amortiguara la caída. _ Achicando sus ojos verdes, observó la piscina que se hallaba a más de treinta metros de altura.

_ No estoy tan desesperada como para morir en el intento, así que paso. _ Negando con la cabeza, se hizo un moño en el cabello.

_ De acuerdo, tienes dos opciones. _ Enumerando con sus dedos, prosiguió. _ Escapas conmigo o te quedas encerrada conmigo. Y si decides la opción número dos, te garantizo que le daremos un excelente uso a esa cama de agua en la que estás sentada ahora mismo. _ Moviendo sus cejas de un modo seductor, sonrió.

_ ¿Sabes qué?. Enfrentaré a la bestia que nos impide salir de este castillo. _ Levantándose apresuradamente salió tras las puertas, seguida por un Gianluca que se dedicaba a seguirle el paso.

Al descender por los escalones, divisó al mayor de los Sonobe desplazándose con su traje elegante por los amplios pasillos, en tanto atendía una llamada. Su tono azorado espetaba palabras en italiano a la otra línea oyente.

_ Tú también hablas italiano?. _ Frunció el ceño desconcertada ante lo escuchado.

_ Yo hablo más de un idioma en la cama, podría enseñarte si gustas. _ Mencionó con su entonación frívola habitual.

_ Es imposible hablar contigo. _ Rodando los ojos se adentró al comedor.

Los ojos color avellana de Jean Paul se desviaron de la pared a ella. Incitando que al instante sus facciones tensas se ablandaran al verla.

_ Ti chiamo appena posso. _ Colgando el móvil, lo guardó en el bolsillo de su pantalón negro de vestir. _ Tú irás a la cama ahora mismo. _ Aproximándose hacia esta, la sujetó del antebrazo para de ese modo conducirla rumbo a las escaleras.

_ Oh no, no, no. Nadie volverá a la cama hoy. _ Liberándose bruscamente de su agarre, lo encaró. _ Yo saldré por esa puerta y tú ni nadie me lo impedirá, así que te veo más tarde. _ Deprisa cogió la muñeca de Gianluca para después escabullirse junto a él de la estancia.

Jean Paul maldiciendo en voz baja, extrajo nuevamente el móvil de su bolsillo.

_ Bajo ninguna circunstancia permita que mi hermano deje la mansión. ¿Le quedó claro?. _ Colocándose su saco gris plomo, se encaminó a la salida. Azotando la puerta al salir.

...

_ Muy bien Adeline Strange, haz los honores. _ Haciendo un ademán con su mano, señaló en dirección a la docena de vehículos aparcados en el cochera.

_ Es un día soleado así que nos iremos en el Mercedes. _ Explicó, sacando las llaves de la vitrina. _ Andando yo conduzco. _ Avanzó en dirección al Mercedes- Benz de color gris descapotado, abriendo la puerta al llegar.

_ Tus deseos son órdenes. _ Torciendo una sonrisa, acomodó su cabello lacio hacia atrás. Posicionándose en el asiento del copiloto.

Adeline arrancó el coche otorgándole a Gianluca una radiante sonrisa. Seguidamente lo condujo hasta el jardín, captando la atención de los hombres con traje que merodeaban por el sitio.

_ Joven Sonobe, tenemos órdenes directas de su hermano, no puede abandonar la mansión. _ Un hombre con anteojos bloqueó el paso, en compañía de otros que portaban solamente un auricular en el oído izquierdo.

_ Louis amigo. _ Efectuando una seña con su mano, el guardia se acercó. _ No quiero recordarte que el apellido Sonobe lo llevo yo también. De modo que tengo tanto poder como mi hermano en despedirte. Así que mejor deja salir a Adeline Strange y a mí de este lugar. O si no tendrás vacaciones a partir de hoy. ¿Qué dices?. _ Dispensó una palmada en la espalda del hombre, quién asintió asustadizo ante lo dicho por Gianluca.

_ Ya oyeron, abran las rejas. _ Ordenó el guardia con voz demandante al conjunto de hombres con traje.

_ Buen chico, Louis. _ Guiñando su ojo de esmeralda, confirió una sonrisa de boca cerrada.

Antes de que Adeline apretara el acelerador, se volteó hacia este.

_ ¿Crees que lo despidan?. _ El tono divertido en su voz, no se pasaba de inadvertido.

_ Mi hermano no es tan estúpido como para no hacerlo. _ Inclinándose a ella, sustrajo de la guantera un par de lentes de sol. _ ¿Qué esperas? Salgamos de esta maldita cárcel. _ Colocándose sus gafas cafés, rodeó con su brazo el asiento de esta.

A lo cual Adeline riendo apretó el acelerador, fugándose junto a Gianluca de la mansión.

...

_ Sr. Sonobe, su hermano y la Srta. Adeline han abandonado la mansión. _ Inclinó la cabeza, como gesto de respeto ante Jean Paul.

_ ¿Así? Y me dirás qué fue lo que sucedió exactamente para que Gianluca se llevara a la Srta. Strange sin problema alguno?. _ Ajustó su corbata mientras se miraba al espejo.

_ Es que yo... _ Palabras intermitentes dejaban sus labios como murmullos, por lo cual carraspeando con nerviosismo se excusó. _ El joven Gianluca amenazó con despedirme Sr. _ Admitió al fin, secando el sudor de su frente con el pañuelo de seda ofrecido por Jean Paul.

_ A diferencia de mi hermano, Louis, yo no amenazo solo lo hago. _ Sujetando su hombro, le paso por un lado. _ Estás despedido, eso sucede cuando escoges al Sonobe equivocado. _ Abotonando su saco se encaminó hacia las puertas, hasta desparecer por estas...

Los SonobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora