52- Monstruos semejantes

25 6 1
                                    

El estrépito asiduo de los signos vitales de Jean Paul, alarmaron a la totalidad de médicos del hospital. El mayor de los Sonobe, sufría un desplome en su pulso cardíaco.

Mientras la ola de médicos merodeaban presurosamente la estancia preparando el desfibrilador, la mente de Jean Paul viajaba al día en que le propuso matrimonio a Adeline.

_ Yo te amo, te lo he demostrado hasta el cansancio y aun así la prefieres a ella cuando solo te ha sido indiferente al amor que le concedes siempre. _ vociferó Zafira golpeando el escritorio.

El mayor de los Sonobe reclinó la silla del escritorio pasmando sus ojos de avellana en ella.

_ ¿Un acostón de una noche te produjo tanta devoción hacia mí?. _ embozando una sonrisa altanera negó con la cabeza. _ Han trascurrido tantos años desde esa noche y sin embargo recuerdo nítidamente mis palabras. Que te coja no significa que sienta algo por ti. No puedes decir que no te lo advertí, no soy como mi hermano menor, no hago el juego previo para luego llevármelas a la cama. Siempre dejo mis intenciones claras Zafira. _ con tono contundente, desvió la mirada. _ Adeline es y será la mujer a la que siempre amaré, así que jamás intentes de compararte con ella.

La pelirroja apartó un mechón de su largo cabello ondulado al resoplar con aspereza.

_ Sí, ese acostón fue suficiente para mí. _ en sus ojos negros se aglomeraron lágrimas de dolor. No obstante sonrió con tristeza. _ Es la ultima vez que me vuelves a ver Jean Paul, partiré junto a Marion hacia Corea del Sur. _ haciendo una pausa, prosiguió. _ Tienes una oportunidad más para arrepentirte de tu decisión. _ musitó, mirándolo suplicante.

_ Mi decisión estuvo tomada antes de esa noche. Desde el inicio hasta ahora sigo sintiendo absolutamente nada por ti, nada cambiará. _ su mirada se iluminó al contemplar a Adeline adentrándose por la estancia.

Al instante se levantó para posicionarse junto a ella sujetando su cintura con el brazo.

_ Sr. Salvatore por favor guie a la Srta. Grey hacia la salida. _ exhortó a Eydrian, sin apartar la vista ni un solo momento de Adeline.

El recuerdo fue reemplazado por otro acontecido el mismo día.

La noche se había asentado en la ciudad de Lyon.

Adeline observaba alucinada el panorama tras la ventana.

Jean Paul la miró como si no existiese nadie más hermosa que ella. Deseó liderar el imperio Sonobe con ella a su lado, formar un hogar juntos lejano de la humanidad en donde solo estuvieran ellos dos. Anhelaba hacerla suya por siempre.

Entre risas, copas y baile, el mayor de los Sonobe se arrodilló pidiendo su mano.

La joven lloró silenciosamente, cerrando la cápsula de plata con incrustaciones de zafiros.

_ Te amo Jean Paul pero no del modo en que ansias ser amado. _ tomando sus manos, lo levantó. _ Te amo como si fueras un hermano mayor para mí, como si fueras familia.

Jean Paul deshizo su agarre, despeinando su perfecto cabello oscuro con frustración.

_ Con el tiempo aprenderás a amarme, estoy seguro de ello. Solo sé mi esposa, yo me encargaré de que funcione aunque me seas indiferente. _ avanzando en dirección a ella, sostuvo sus hombros rogando por una oportunidad.

_ No puedo amarte de esa forma Jean Paul. _ haciendo una pausa, desvió la mirada. _ No cuando amo profundamente a Jean Pierre.

Frenético se alejó de ella, arrojando cada uno de los objetos del escritorio a la alfombra de polipropileno. Desajustó su corbata, lanzándola al costado de la oficina.

Los SonobeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora