Capítulo 22.

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El viaje a las Cícladas sin duda era toda una aventura llena de furia, viento en contra, marea capaz de arrastrarte a las profundidades del mar y tu mente capaz de perderse en su totalidad...


–¿Oye tienes protector solar? –preguntó Apolo.

–Claro, toma –respondió Hades proporcionándole el envase.

–¿Me ayudas?, no alcanzo –pidió Apolo señalándole el centro de su espalda a Hades.

–¿Por qué no mejor vamos al jacuzzi?, está techado –preguntó con un puchero el dios.

–Tus pucheros no funcionan conmigo mi estimado Hades, quiero ir a la piscina.


Hades resignado se recostó en un camastro en lo que Apolo se zambullía en el agua. El temeroso viaje a las Cícladas era muy diferente a como solía ser en la antigüedad, ahora sólo tenían que tomar un transporte para llegar a las islas. El par de dioses aprovecharon para relajarse un momento, después de todo ¿quien no disfrutaría del bello paisaje y un par de cocteles?


Recorrieron varías de las islas... un coctel por isla... más de doscientas y su estado de ebriedad estaba a la orden del día.


–Ha...ip... Hadesss... ip...

–Queeeee

–Aquí es... ip...


Por fin llegaron a la isla donde estaba la sacerdotisa pero por poco y no alcanzaban a bajar de aquel crucero.

Una vez que estuvieron en la isla Hades sacó de su bolsillo un par de pastillas compartiéndole una a Apolo.


–¿Qué... ip... es? –preguntó Apolo.


Hades masticó una de las pastillas antes de hablar. –Es el remedio de Hécate, ya cómetela tenemos trabajo que hacer.

–Ñoooo


Hades suspiró antes de lanzarse a atacar con un par de dedos la boca de Apolo. –¡Ya cómetela!


Los demás turistas miraron extrañados a aquel par, de la vergüenza Apolo terminó tragándose la pastilla y Hades se limpió los dedos con su gel anti bacterial "No vaya siendo..."


–¿Y bien?

–¿Y bien qué Ha... Zhan? –respondió molesto Apolo

–¡Pitia!, ¿dónde vive?

–Agh, sígueme. Primero dejemos las maletas en el hotel.

–Hyungwon... no tengo idea de cómo logramos bajar, sólo tu crees que pudimos cargar las maletas.

Apolo sonrió avergonzado. –Sígueme.


El clima era caluroso, la arena blanca y el mar con su agua tan clara que Hades tenía ganas de meter sus pies pero recordó que al hacer eso su hermano se enteraría inmediatamente de su paradero y eso no era conveniente. Atravesaron el pequeño pueblo que tenía colores tan vívidos, incluso había un pequeño festival donde los habitantes y los turistas disfrutaban de deliciosa comida y algunos juegos.



Poco a poco se fueron alejando de la algarabía, el paisaje fue cambiando tras atravesar un pequeño puente. Las calles coloridas quedaron atrás dando paso a simples arbustos y neblina, una neblina tan densa que Apolo tuvo que tomar la mano de Hades para guiarlo pues éste podría ser capaz de perderse y nadie logra recuperar su mente una vez que se pierde el cuerpo en la niebla. Muchos han intentado llegar con la sacerdotisa pero muy pocos lo han logrado, afortunadamente Apolo conoce el lugar como la palma de su mano haciendo seguro el trayecto del dios.

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