Demonio

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 Sabía que era observado y sabía quién era el que lo observaba mientras intentaba rezar en la iglesia. No era la primera vez que venía a verle, varias veces sintió aquella intensa mirada, no podía escapar de él, al parecer se habían encaprichado con su persona. Se persigno repetidamente y trató de en vano ignorar esa presencia mientras rezaba con más ahínco.

―Tan hermoso que te ves rezando, pero eso no te sirve de nada Kōki. No puedes alejarte de mí, eres mío. ―Furi cerraba firmemente los ojos para no verlo, era un sacerdote católico, él no podía caer en ese tipo de tentaciones, aunque el sonido de aquella voz le hiciera estremecer en todo sentido.

Sintió una mano acariciando su trasero y Furihata abrió los ojos encontrándose cara a cara con los ojos más bellos que había visto nunca, ojos de color imposibles, rojo y dorado. Eran hipnóticos. Todo en aquel demonio era absolutamente bello, su piel blanca, su cabello, su voz imponente y sensual. Ningún mortal podría resistirse a esos encantos. Obviamente Kōki tampoco, aunque lo intentaba en vano.

―Vete de este lugar sagrado, demonio...―Trató de apartar la mano en su trasero, pero no podía simplemente Akashi era mucho más fuerte que él―Esta es una iglesia, la casa de D-Dios―Tartamudeo al sentir que esa mano atravesaba su ropa y lo tocaba directamente. ― Para o te echaré agua bendita.

― ¿Esa agua tan sucia? Con lo contaminada que está hasta los humanos deberían salir huyendo cuando les tiran eso.

No debería, no podía, pero Furihata no pudo evitar reír con eso. Era cierto que el agua bendita no era una de las aguas más higiénicas.

El demonio sonrió y sin dejar de tocarlo se apegó más al sacerdote buscando sus labios sorprendiendo a este.

―Basta Sei...no debemos...―Jadeo al sentir otra mano acariciando su pene ¿Cómo ese demonio podía ser tan poderoso aún en la iglesia? ―Sei...yo soy un sacerdote, n-no puedo nghhh―Casi pierde el equilibrio cuando el demonio lo masturba de una manera en que lo hace estremecer. El demonio sonríe y hace que Furihata se apoye en su cuerpo mientras saca de su cuerpo una especie de tentáculos negros que destrozan la ropa ajena y acarician los puntos más sensibles del cuerpo de Kōki cosa que lo hizo eyacular, sin embargo, uno de esos tentáculos abrió una especie de boca y trago el esperma caliente del hombre de cabellera castaña. Furihata esperaba que con ello todo hubiese acabado, aunque estaba seguro de que lo más probable es que no. Y en eso ultimo si estaba en lo cierto.

―Puedo leer los deseos más oscuros de los hombres, Kōki ―Se relamió mientras los tentáculos sujetaban cada extremidad de Furihata y los que estaban sueltos acariciaban sus pezones, el tentáculo con boca succionaba el miembro del sacerdote y otros intentaban meterse dentro de su interior logrando uno colarse de pronto en aquella cavidad y estimular rápidamente la próstata de Kōki haciendo que de nuevo esté excitado y ahora con su interior dilatado. ―Sé que no quieres que pare. Quieres mi pene en tu interior como tantas otras veces que te he hecho mío. El demonio sacó el tentáculo que dejó una especie de líquido en el interior de Furihata que le hizo sentir a este mucho más calor y deseo, porque ya no podía reprimirse más, aquel demonio tenía la razón: Quería su pene. Así que el de ojos heterocromáticos abrió las piernas ajenas bastante y las subió lo suficiente para que el ano de Kōki estuviera a la vista, así que coloco su pene en ese pequeño agujero y entro de un solo movimiento hasta el tope. Furihata gimió alto, era enorme y se sentía muy bien en su trasero, era enorme y sentía que por poco no le destrozaba el culo, pero él solo sentía placer, mucho placer, más cuando empezó a moverse en su interior. Furi, llevado por lo bien que se sentía aquella invasión, apretó sus interiores disfrutando realmente ser profanado. No debería, sabía que estaba mal, pero se sentía delicioso, como rozaba en cada estocada su punto sensible. Babeo tanto jadear alto y solo quería más, que nunca parara porque jamás podría sentir tanto placer con nada de lo que hiciera. Sin embargo, el demonio paró de improviso sacando su pene, haciendo que Furihata se desesperara. Quería más, que Dios lo perdonara por caer en el pecado de la lujuria tan fácilmente, pero necesitaba más.

―Sei ¿No quieres seguir? ―Se sorprendió así mismo hablando de manera suplicante y deseosa, sumamente sumisa. ―Por favor lo quiero dentro...

Movió el culo como podía de manera sugerente para que siguieran con el acto sexual. Su raciocinio se había ido a la mierda, ahora todo lo que quería era seguir siendo sodomizado.


― ¿Ya no quieres que me vaya? ―Rio el demonio de manera divertida mostrando los dientes algo afilados, soltando a Furihata de aquellos tentáculos que lo habían apretado tan fuerte que tenía algunas marcas en el cuerpo, lo habría dejado caer, pero lo atrapo abrazándolo y poniéndolo contra su cuerpo.

―Solo quiero ser de Sei...― Furi buscó los labios ajenos, tomo el pene grueso de "Sei" y lo dirigió a su culo para luego ser penetrado por este, haciendo un fuerte gemido aferrándose con las piernas y los brazos al pelirrojo quien empezó a embestirlo sin piedad en aquel trasero, arañándolo y golpeándolo fuerte con la pelvis, mientras se metía hasta el fondo en cada movimiento. Kōki respiraba hondo marcando sus costillas con su propia respiración, ya pronto acabaría, aunque ya sentía que solamente así ya estaba viendo estrellas. Hasta que en cierto momento se sintió lleno de líquido que se sentía frío. Era placentero incluso sentir el esperma del demonio llenando sus entrañas. Miro un poco aturdido el semen que estaba en el cuerpo del demonio ¿Acaso también había acabado? Ni lo había sentido cuando había salpicado a este. Se sentía cansado y algo mareado como si fuera a perder la consciencia, pero seguía aferrado al pelirrojo con su pene en su interior queriendo que nunca pare.

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Despertó, estaba desnudo en una cama muy hermosa de seda fina. El demonio de cabellos rojos acariciaba de forma gentil su rostro.

Kōki, deja de resistirte a mí. Tú hiciste un pacto conmigo. Serías mi esposo aquí en el infierno si salvaba a tu familia. Lo hice y ellos te obligaron a convertirte en sacerdote para "salvarte" Eso es estúpido. Desde que hiciste el pacto ya me perteneces y tu cuerpo ya ha sido mío muchas veces.

Furihata miro al de ojos rojos.

―No quería decepcionar a los que quiero. Quería ser bueno...―Niega― Pero no puedo mentirme más. Aunque me resista, es en vano. Mi cuerpo y mi alma siempre serán tuyos Sei. Al igual que mi corazón.

Mientras se daban un beso apasionado de la espalda de Furihata aparecían unas alas negras, así como unos cuernos en su cabeza y una cola de demonio. Ahora era oficialmente la pareja del demonio pelirrojo, quien lo convirtió en un demonio como él.

Furihata jamás volvería a ser un humano otra vez y este lo sabía, pero a estas alturas no le importaba. Se sentía en el lugar donde pertenecía realmente.

31 días de AkaFuri 2020/2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora