25: La gota que derramó el vaso.

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Cuando me desperté. Tenía atada mi cintura y mis pies y manos. Cuando entró una persona, él tenía la cabeza debajo de un saco, pero yo lo podría identificar en cualquier lado. Él entró con Rin y Minato.

-¿Boruto?- Le pregunté, el reaccionó, y volteó a verme.

-¿Sarada?- Él sonaba sorprendido, a decir verdad, yo también lo estaba.

-Bien, ahora......chico.- Algo le susurró Rin al oído, no lo escuché muy bien. Supongo que eso era lo que ellos querían. Ella le quitó el saco de encima, y después de eso los dos salieron de la habitación, dejando a mí y a Boruto solos. No puedo creer lo que veo, era Boruto, pero eso ya lo sabía, lo que me sorprende es que no parece el Boruto que yo había visto, sino parece un Boruto más dañado. Tenía moretones y cortadas por todos lados.

-Sarada, ¿Qué haces aquí?- Preguntó él, parecía estar enojado, o un tanto desesperado.

-Yo estaba, de hecho, te estaba buscando. Boruto, todos en la aldea te están buscando, Denki me ayudó a salir, Mitsuki está tan preocupado, no sabes todo lo que causó que desaparecieras.-

-Sarada, ellos quieren que te interrogue. Ellos quieren información que dudo que sepas, pero igualmente quieren que tú respondas. No quiero lastimarte, entonces por favor responde.- Este no es Boruto, no puede ser que haya accedido a vender información de Konoha, a través de, pues de mí.

-No puedo hacer eso Boruto, lo siento.- Él miró el piso un tanto apenado.

-Sarada por favor, si no lo haces la jefa me hará, me hará torturarte, y créeme no es nada bonito.-

-Lo sé, créeme que lo sé. No lo es.- Cuando Boruto dijo eso, en mi mente pasaron las escenas de Shikaku Nara tratando de sacarme el ojo. Pero eso no me dolió recordarlo tanto cómo fue ver a Boruto realmente preocupado por mí.

-Por favor, Sarada. Yo, no quiero hacer esto.- Dijo él casi como una súplica.

-Yo tampoco.- Y se levantó, se detuvo un poco antes de llegar a la puerta y me vio a los ojos.

-Sarada, no sé si solo fue un sueño, pero lo que dije ahí es verdad.- No eran sueños... ¡lo sabía!

-¿De verdad? Sabía que no eran sueños.- Por un segundo, vi al Boruto que yo conocía, dulce y amable, el que no lastimaría a nadie. Pero luego su expresión se enfrió y se fue. Al poco rato, pasaron no más de dos minutos, pero fueron los minutos más largos de mi vida. Boruto entró con una mujer, de tez pálida, ojos y cabello azules claros. Me recuerda mucho a... Mitsuki.

-¿Quién eres?- Le pregunté, a lo que ella me miro llena de confianza, y rió irónicamente.

-Deberías tener un poco más de respeto, yo creé todo esto. Además soy mayor que tú, así que respeta a tus mayores.- Tiene razón, ella se veía en sus veintes y yo solo tengo diecisiete.

-¿Entonces tu eres su jefa? Tú...- No puede ser, la tengo enfrente de mí y no le puedo dar la cachetada que se merece. -¿Por qué estás haciendo esto?-

-Yo creía que las preguntas las hacía yo. Primera pregunta. ¿Eres cercana del octavo hokage verdad?- ¿Por qué me preguntan de Konohamaru-sensei?

-No puedo responder eso.-

- ¡Inoichi! Haz lo tuyo.- Y entró un señor, muy parecido a Inojin. Revivido con el Edo Tensei. Y él, entró a mi mente. No, no puedo dejar que eso pase.

-Niña que débil de mente eres.- Y... ¡No, no puedo dejar que!

La tengo bajo control.

-Muy bien. Boruto llévate el cuerpo de Inoichi de aquí. Inoichi. Sabes que hacer.-

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