19. ¿Y si pudiéramos arriesgarnos?

540 48 14
                                    

Eres puro como la nieve —terminó de cantar Olive mientras rasgaba los últimos acordes en aquella extravagante guitarra. Draco la miraba con una sonrisa en el rostro. En cambio el Squib parado en el umbral de la sala de música no mostraba la misma emoción.

—¿Podrías dejarnos solos por cinco minutos? —preguntó Draco dando un bufido.

—No —respondió el, sintiéndose superior a Draco—. Ordenes de la Señora Malfoy.

Ambos sabían que era cierto, tras haber sido pillados hacía una semana, Narcisa Malfoy confesó lo decepcionada que estaba de ambos y ordenó a aquel fastidioso Squib que los siguiera a todos lados. Varias veces habían intentado escabullirse de él, sin embargo siempre los encontraba, manteniéndolos completamente controlados. Ni siquiera dejaba que se acercaran a menos de un metro de distancia. Olive comenzaba a añorar los brazos de Draco, planeaban entre susurros formas de distraer al  Squib. Inclusive merodeaba los pasillos por las noches para que ninguno escapara a la habitación del otro.

—En algún momento debe dormir —susurro Olive mientras se movía con delicadeza al piano, tocando lentamente para que su voz quedase opacada y solo Draco pudiese oírla—. No puede controlarnos siempre.

—Lo está haciendo —contestó Draco, otro bufido cansino salió de sus labio mientras se balanceaba sobre su silla—. Si tan solo nos dejara cinco minutos.

—No puedes hacer mucho en ese tiempo.

—Me subestimas —Draco se levantó de su asiento, caminando al extremo opuesto del piano, su ahora sombra se movió como si Draco fuese a hacer algo sospechoso—. No voy a acercarme, maldito Squib.

Olive se rio ante la ridiculez de la situación, entendía que Narcisa podría castigar a Draco, pero ella solo era una invitada y no tenía porque seguir las reglas de la Mansión Malfoy, o eso había dicho su madre cuando respondió la carta de la queja de Narcisa. Aún recordaba sus cínicas palabras escritas en la corta nota "Por Merlín, Narcisa. Tú no eres una santa" esa había sido una de las pocas ocasiones que su madre le agradaba. Sin embargo Draco solo se lamentaba ante su desafortunada postura.

—No te burles —dijo el joven brindándole una mirada indignada—. Esto también te afecta a ti.

—Encontraremos una manera —Olive movía sus dedos con agilidad ante el piano mientras Draco la observaba cautivado.

—Si lo vemos de forma positiva, es un avance en nuestra relación —explicó él—. Significa que no solo es sexo, aún sin poder tocarte me haces la persona más feliz del mundo. Tu simple presencia me reconforta, y hace que te quiera más.

—También te quiero, Draco —Olive le regaló una mirada de ternura, amaba esos breves momentos donde Draco dejaba de ser arrogante, sacando a flote ese pedazo de romanticismo que albergaba en lo profundo de su ser—. ¿Ni siquiera puedo tomarle la mano?

El Squib se sobresalto, Olive nunca le dirigía la palabra, siempre era Draco quien se quejaba o maldecía para que los dejase solos.

—Lo siento...

—Ordenes de la señora Malfoy —respondieron Draco y Olive al unísono.

—Será en otra ocasión —Olive regresó con las dulces notas del piano, tocando para Draco. Era la única forma de expresarle sin palabras que lo quería. 

Aún con el Squib podrían decir que disfrutaban sus días juntos, la única que parecía desaprobar su relación era Bellatrix, cosa que no le importaba a los jóvenes. Sus días se resumían a concentrarse solo en ellos, a finales de la primera semana Draco había conseguido tostar una rebanada de pan a la perfección gracias a la guía de Olive, en cambio el le había enseñado a montar a caballo. Jugaban Quidditch en los jardines de la Mansión, patinaban sobre el estanque congelado del bosque. Olive había organizado un picnic una tarde, lo recordaba con diversión puesto que Draco se negaba a sentarse en el suelo por miedo a algún insecto. El mismo había descubierto como a Olive le fascinaban los roles de canela considerando buena idea enviarle cada día una canasta repleta de panecillos, a tal punto que la chica comenzaba a empalagarse, sin embargo las aceptaba solo por ver los ojos ilusionados de Draco. Era su primera novia, no sabía como actuar y cada que Olive le miraba con ternura su corazón revivía ante tantos años en la oscuridad. 

Reyes De Slytherin // Draco Malfoy (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora