Todo de ti {Flamantha}

Todo saldrá bien

Samantha

No paraba de dar vueltas por la casa, Dara estaba sentaba en la alfombra del salón jugando mientras yo no paro de bloquear y desbloquear el móvil esperando una llamada o un mensaje de Flavio. Era casi las doce y media de la mañana y todavía no sabía nada de él, nunca había estado tan preocupada, se fue derrotado, decepcionado, triste.
El sonido de la cerradura me sobresalto y giré la cabeza para chocar la mirada con mi novio. El flavio que acaba de enterar por la puerta era otra persona, los ojos habían vuelto a brillarle, tenía una expresión relajada y cuando vio a Dara fue a toda marcha a darle besos y un abrazo, la niña reía a carcajadas en sus brazos mientras yo me acercaba poco a poco sin querer romper este momento. El murciano levantó la cabeza encontrándose de lleno con mis ojos, el café y el mar volvían a la batalla, esta vez el color café pudo brillas más que cualquier mar del caribe y yo pude volver a respirar con normalidad.

-Hola mi amor- me dijo el chico dándome un beso pero luego poner la mano en mi vientre y sonreír.

-¿Qué ha pasado fla?

-Vamos a por un café no tengo nada en el cuerpo desde ayer y me muero de hambre ya- me señaló a Dara con la cabeza y yo entendí que no era el momento ni el lugar, así que de la mano y mirando a nuestra niña de reojo entramos en la cocina.- esta todo arreglado Samanthi, ellos tenían miedo de que yo dejara a Dara aparta por ti. Cuando les he contado como es vuestra relación, como te quiere Dara, como os cuidáis, como me cuidáis, cuando les ye ofrecido que hablen con Dara y le pregunten por ti, la cara de los abuelos de la niña cambio, la mujer empezó a llorar y el padre de claudia solo pudo pedirme perdón, esta tarde vendrán a merendar a casa, yo los entiendo perfectamente sam, si a mi me pasará con mi nieto probablemente también querría asegurarme de que todo está bien, hubiera sido más fácil hablar directamente conmigo, no te lo niego, pero no pasa nada.-Yo simplemente sonreí, no tenia nada que añadir, no era necesario.

-Te dije que todo estaría bien, eres el mejor padre del mundo, no podían quitarte a la niña bebé.- hace tiempo que descubrí que flavio daría todo por una personita de pelo moreno que corretea por el salón, por nuestro salón, hace mucho que vi que la miraba con devoción, que los ojos le brillaban de más, que el corazón se le aceleraba cuando la niña le decía que lo quería, que le pesaba el pecho de tanta paz. Hace tiempo que veo al flavio del que me enamoré, ese niño con voz de hombre muy mayor, que te llena de paz, el chico que suelta bromas sin venir a cuento y te hace reír sin ni siquiera pensarlo, el murcianico que entró en mi vida para cambiarla, el futuro padre de mi hijo y mi prometido. Me mire el anillo que decoraba mi mano y sonreí mientras pensaba en cómo me pidió matrimonio, pensaba que no era verdad hasta que un día aprecio con el anillo por la puerta de casa y una sonrisa desbordante. Su boca es el portal para ir al más allá, a ese lugar donde todo es paz, donde la maldad no existe, donde el amor predomina y la alegría es constante, no me arrepiento de nada, todo esto a merecido la pena, todo el dolor que sentí, todo el odio que creí tener, todo el amor que tenía para darle, todo merece la pena ahora que lo veo aquí, tomándose un café con cuatro cucharadas de azúcar mientras pela patatas para hacer una tortilla. Todo merece la pena cuando me abraza y me besa, cuando nos fundimos piel con piel. Todo merece la pena cuando me susurra que me quiere, cuando me canta al piano, cuando yo escribo mientras él toca, cuando salimos con nuestra niña a pasear, o cuando vemos una peli juntos y nos reímos por las ocurrencias de Dara. Definitivamente no cambiaría nada de lo que a pasado, porque todo pasa por algo, y lo que es siempre será, y flavio era para mí, como yo era para él, su corazón era mío, a pesar de los quilómetros, de las lágrimas, de que nos tocaran otras pieles.

-Mirad, mirad- gritaba la pequeña entrando en la cocina enseñándonos el dibujo que había echo, éramos flavio y yo, había un gato y yo reí al pillar la indirecta.