Todo de ti {Flamantha}

Te quiero no tengo la menor duda.

Samantha

Llevaba cinco días fuera de casa, decidí que en este tiempo no llamaría a Flavio, decidí darle su espacio, su tiempo, en dos días volvería a casa y ahí hablaría con el, mi cabeza seguía siendo un lío, no sabía que quería hacer, de lo único que no tenía ninguna duda era de que lo quería, pero ¿quien dice que eso es suficiente? ¿quien me dice a mi que él se meterá en esta aventura tan loca llamada amor?

Estaba tomándome un café cuando me llegó un mensaje de flavio, dude si abrirlo o no pero me era imposible no hacerlo, llevaba días esperando un mensaje, buscando una señal, algo que me enseñara que estaba igual de perdido que yo, que quería rescatarme a pesar de no dejar de huir. Pero ese mensaje no llego. Por el contrario más que un rescate era una advertencia, una advertencia de pérdida. No podía culparlo, llevaba días desaparecida, hui como una cobarde, nunca fui de echarme a correr, no entiendo porque lo hice. Así que subí a mi habitación metí todo en la maleta y me fui al aeropuerto, cambié el billete y me monté al avión. Jamás había sentido tanto miedo, tenía miedo de que llegara y ya no estuviese, tenía miedo de llegar tarde, de haberlo perdido, no podía permitirme perderlo, no, a él no.

Abrí la puerta, las manos me temblaban tanto que me costó bastante, deje la maleta en la puerta y fui hasta mi habitación, nuestra habitación. La cama estaba echa, pero su olor estaba ahí, la persiana estaba casi bajada entera y la ventana estaba cerrada. Una lágrima calló en mi mejilla y pensé que había llegado tarde, maldije a la compañía por no darme un vuelo antes, me maldije a mi misma por no haberlo llamado antes, maldije a Hugo por habernos visto, lo volví a maldecir por haber reaccionado tan bien mientras yo huía como una cobarde. Maldije el último beso y me permití llorar tranquila.

Un ronquido, escuché un ronquido, no podía ser de otra persona. Corrí como antes nunca había corrido y ahí estaba, dormido plácidamente en su cama, la habitación olía a cerrada y hacía bastante frío, eso solo indicaba que estos días no había dormido aquí. La Paz al mirarlo dormir me invadió y poco a poco me fui acercando.

-¿Samantha?- dijo flavio con una voz tan ronca y adormecida que me hizo temblar.

-No podía seguir lejos, e cogido el primer vuelo que había, acabo de aterrizar, al no verte en la cama pensé que te habías ido, pensé que el mensaje era la despedida, que llegaba tarde, que no estarías y cuando no te vi el corazón se me paralizó. Llevo todo el día llamándote y me daba apagado, no sabía que más hacer bebé .- le dije mientras le abrazaba por la espalda cada vez más fuerte hundiéndome en el, necesitaba tanto esto, lo necesitaba tanto a él. -Se lo que estás pensando. Y te voy a responder, esto si merece la pena, lo que tenemos es algo especial, algo único y no quiero que se acabe, déjame hacer las cosas bien fla, esta vez lo haremos bien bebe- el miedo me acaba de paralizar el alma. ¿Y si no quiere?¿Y si llego tarde?  No puedo creerme que fuera tan cobarde de huir y que ahora venga aquí a pedirle que no me deje, Samantha como has llegado a este nivel ¿en qué momento dejaste de usar la cabeza? Quizás en el momento en el que use el corazón, en el que el miedo me invadió, en el que no veía futuro, en el que la tradición de Mario me hizo ser un alma rota y vagabunda.

No es tarde tarde. No puede ser tarde.

Flavio se giró y me abrazo, y permití romperme, me permití ser yo, ser la Samantha frágil, sin coraza, todavía quedan restos de mi antiguo yo y flavio está haciendo que renazca, que reaparezca, que resurja.

-Te echaba tanto de menos- dijo el antes de darme un beso en la cabeza.

-Lo siento tanto flavio, quiero que nos arriesguemos, que nos dejemos llevar, sin ninguna obligación, sin ningún miedo, o con muchos, pero siempre de la mano para no vivirlos solos.