Tú y yo

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Flavio

-¿Qué pasa fla?- me dijo mientras me abrazaba por detrás, yo me giré para mirarla y las lagrimas empezaron a caer.

-Es que estamos tan bien, tú y yo, que no quiero que nada interfiera, me da pavor, me da muchísimo miedo, pero miedo de verdad alejarme de ti, no quiero que eso pase, no quiero que nada interfiera entre tú y yo.

-Bebé- dijo la rubia mientras me abrazaba, yo escondí mi cabeza en su pecho y el miedo fue desapareciendo- No tienes que tener miedo de eso, los dos somos conscientes de cuál es tu trabajo, de que tendrás que pasar meses fueras de casa en varias ocasiones y eso no va a interferir, no tengas miedo, estoy aquí y nunca me iré- la paz volvió a mi, Samantha se había convertido en eso, en paz, irradia bondad, confianza, esperanza y paz, mucha paz, a pesar de ser caótica, de tener dragones dentro y tener una hiperactividad en ocasiones espantosa, para mi es eso, paz.

-Te quiero tanto, no he podido elegir mejor madre para mis hijos, no he podido elegir mejor compañera de vida que tú, vida mía.

La noche fue calmada, tintín lloro en un par de ocasiones pidiendo comida pero nada más allá, al abrir los ojos los vi, estaban los dos en la cama, Samantha tenía en su pecho a Martín dormido, y yo no podía ser más feliz, jamás pensé que la felicidad real sería esto, despertarte y mirar a tu mujer con tu hijo en brazos, ir a la cama de tu hija y escucharla quejarse por tener que ir al cole, nunca pensé que sería feliz con cosas tan simples como estas, tan cotidianas, tan comunes, pero esto es la felicidad, la felicidad real, esa que no esperas, los besos inesperados de tu pareja, las sonrisas de tu niña, el olor de tu hijo, el sabor a hogar en cada taza de café.
La felicidad es diferente para cada persona, podemos sentir felicidad, rabia, miedo, odio, inseguridad y amor, y yo afortunadamente en estos momentos solo siento paz y amor.

-Vamos a llegar tarde Dara mi amor, arriba ya- le dije a mi pequeña quitándole la manta, llevaba diez minutos intentado despertarla pero era misión imposible. Una Samantha despeinada apareció por la puerta frotándose los ojos, yo sonreí al verla y me acerqué a darle un beso.

-¿No se quiere levantar?

-No Sam, llevo diez minutos ya y nada, al final ella llegará tarde a clase y  yo llegaré tarde al estudio.

-Ve a prepararte, yo me encargo- mi mujer me miro a los ojos, esos ojos azul eléctricos, más apagados debido al sueño. La vi meterse con Dara en la cama, nuestra hija se le acurrucó en el pecho y mientras Samantha le susurraba algo al oído ella soltaba una carcajada que inundó la habitación de felicidad.
Fui a vestirme y cuando baje Dara ya estaba lista y desayunando, está hija mía le hace más caso a Samantha que a mi, y es normal, es su favorita y ya la considera tan suya que hasta me asusta. Nadie puede tocar a su Samantha, nadie le hará daño jamás mientras está renacuaja este paseándose por su vida y afortunadamente mi hija nunca se alejará de sam.
De la mano salimos de casa, con sam y Martín en la puerta dándonos el último beso, el trayecto en coche fue tranquilo, Dara por ser tan temprano no tenía ganas ni de escuchar música, quería dormir, es lo único que decía, yo no podía dejar de soltar carcajadas cada vez que la veía dar una cabezada.

-Vamos bebé

-Papi quiero ser mayor y dormir todo el día.

Mi hija me arranco una última carcajada y después de darle un abrazo y esperar que entrase a la clase me dirigí de nuevo al coche, hoy sería un día muy largo en el estudio y a pesar de ayer a ver tenido tanto miedo e incluso pensar en rechazar la gira, hoy iba contento y tranquilo, con ganas de subirme a un escenario, con ganas de darlo todo, de volver a ser feliz, y es que las palabras de Samantha no salían de mi cabeza, cuando estaba apunto de dormir la escuché suspirar y tras el suspiro dijo yo estoy enamorada del flavio padre, del amigo, del músico, estoy enamorada de todas tus facetas y jamás te privaría de ninguna, te quiero, y no me importa el tiempo no los kilómetros, te quiero, hoy y siempre.
Volví a sonreír, porque esas palabras resonaban en mi cabeza constantemente, hoy firmaríamos los papeles, en cinco meses y medio me iría de gira, me iría tres meses de mi hogar, y siendo sincero ya no había tristeza, porque sentía que el hogar no es un sitio, es la gente que te hace sentir calor en el pecho, y yo a mi familia la llevaría conmigo, tendría a mis tres amores presente en todo momento y les dedicaría cada concierto.

La mañana pasó rápida, mi equipo estaba feliz, ayer estuve apunto de romper mi contrato con ellos por no irme de gira, hoy estaba feliz y contento por irme de gira viendo el apoyo de sam, no podía pedirle nada más a la vida, a las dos menos veinte salí del estudio, tenía que recoger a mi hija del cole.

Cinco meses después.

-Bebé en nada sale el vuelo, ¿estás nervioso?- mis hijos y mi mujer estaban conmigo en el aeropuerto, la prensa estaba en la puerta, los músicos que me acompañan estaban con sus familiares. Nos íbamos tres meses, en total 91 días, fuera de casa, lejos de los brazos de sam, de las sonrisas de Martín, de los besos de Dara, me iba lejos, pero los sentía más carca que nunca, la distancia siempre me pareció insignificante cuando el amor llena el corazón. Peor ahora que estoy esperando para montarme en el avión siento un terremoto de emociones, voy a echar de menos a mi familia, su calor, y a pesar de estar feliz, la añoranza está presente.

-Estoy nervioso, no voy a engañarte, os voy a echar mucho de menos, a los tres, no sé qué haré sin vosotros- les dije a mis dos mujeres mientras tenía a Martín en brazos por última vez.

-Papi pues vas a dormir que luego dices que no te dejamos- Samantha y yo soltamos una carcajada, esta niña siempre igual, no cambiaba.- te voy a echar de menos, te quiero papi, mamá y yo cuidaremos mucho de Martín, te lo primero.

Como pude cogí a mi hija con el otro brazo que tenía libre, nos abrazamos los cuatro, sin importar los flashes, las cámaras, los periodistas, hoy me iba de casa, no sabía que me depararía esta gira, pero lo único que pido, es que cuando vuelva mi familia siga estando en paz, que mi hogar no se transforme, que los sábados por las mañanas cantemos a todo volumen en el jardín, que los domingos vayamos a comer juntos, que entre semana sigamos teniendo esa monotonía de la que ya no sé salir, ni quiero tampoco. Con un último beso con sabor salado me despedí de mi mujer, con abrazo lleno de amor le dije adiós a mi hija y con una carcajada resonando en mis oídos me despedí de Martín.

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Hola!! ¿Cómo estáis? Se que hace mucho que no me paso por aquí, que es un capítulo corto y que no es gran cosa pero e pasado una racha bastante chunga, no quería dejaron más tiempo sin capítulo y aquí lo tenéis, esto de esta acabando y a mi la pena me está invadiendo, muchas gracias por los comentarios, por preguntar cuando subía, por preguntarme como estaba y por ser todas tan majas, un besito y cuidaros muuuchooo❤️

Todo de ti {Flamantha}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora