Seguimos caminando calles y más calles, nos estábamos alejando bastante de nuestro barrio.
- Oye... tú no me estarás llevando al huerto, ¿no?
Una sonora carcajada salió de su boca.
- Más quisieras, guapo.
Me guiña el ojo y sigue caminando.
- Creo que está por aquí.
- ¿Qué es?
- La mejor heladería del planeta. Ya lo verás.
...
Andamos un poco más hablando de todo y nada, hasta que llegamos a la heladería.
- Aquí es.
Nos sentamos en una de las mesas que hay fuera y pedimos un helado cada uno.
- Chocolate, ¿eh?
- Está riquísimo.
¿Por qué me sonríe así? Me está poniendo nerviosa.
- Bueno, cuéntame algo de ti.
- Pues... soy no muy alta, pelo largo, ojos azules...
- Algo que nadie más sepa.
- No te conozco tanto como para contarte cosas íntimas.
- Bueno, pues defínete cómo crees que la gente no se da cuenta que eres.
- Complicada.
- Soy todo oídos.
- Está bien... soy orgullosa para ciertas cosas, y me callo muchas cosas que me gustaría decir. No soporto a las personas hipócritas y falsas. Me trago demasiadas palabras de las que escuecen y luego no puedo evitar esa explosión típica de los que solemos acumular todo aquello que no puedo contenerse.
- Continúa.
- Cojo cariño fácilmente a las personas y puedo parecer pesada por mostrarlo demasiado. Tengo una forma especial de demostrar que me importa la gente.
Está atento y absorto con mis palabras. Me sonríe y me sonrojo.
- Amo los pequeños detalles de la vida, éste helado por ejemplo. ¿Quieres probar?
Asiente y chupa por un lado.
- Soy muy perezosa y me da rabia que me hagan callar. Cambio de humor diez veces al día... si algún día me buscas, seguramente estaré soñando despierta en mi habitación con mi música sonando y mi mente en otra parte. Me encanta salir de fiesta y llegar a casa con cara de loca, aunque en los últimos años no haya salido mucho. ¿Pero sabes lo que más me gusta? Lo que más me gusta es la gente que me sonríe y me quiere.
Sigue mirándome.
- Te he aburrido ¿verdad?
- Al contrario. Me encanta como te has definido.
- Ahora te toca a ti.
- Yo... me definiré más adelante.
- Tramposo.
Me mancho el dedo con el helado de chocolate y le unto la nariz.
- Qué guapo estás así, ¡te favorece!
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Finales inesperados para cuentos inexistentes
Hayran KurguMe llamo Eva y tengo 12 años. Desde pequeña llevo dos trenzas que rara vez me quito; mi abuela me enseñó a hacérmelas y me gusta mucho como me quedan. Mis tres mejores amigas son Sam, Mai y Nia y a la hora del patio ensayamos para grabar TikToks aun...