Capítulo 23

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Llevo un rato despierta, pero estoy tan a gusto aquí que no quiero despertarlo ni moverme.

*PUM*

Menudo portazo... ¿Qué hora es? Pero si es hora de comer, aquí no tendría que haber nadie. Me separo de Hugo como puedo para no despertarlo. Me pongo lo primero que pillo tirado por la habitación, las braguitas y la camiseta de Hugo, y me dispongo a salir.

- Shhhh...

- Ah...

- No chilles...

- Ah...

Creo... que mejor despierto a Hugo...

- Hugo... Hugo...

Lo muevo con suavidad hasta que abre los ojos con sueño.

- ¿Qué pasa?

- Creo que hay alguien fuera. Escucha.

- Ah... mmm...

- Shhh...

- ¿Quién es?

- No lo sé, por eso te he despertado para que me acompañes a mirar...

- Pero primero un beso.

- No... vamos a mirar quién es porfa...

- Vale, vale...

...

Me pongo los pantalones bajo la atenta mirada de Eva que, impaciente, me suplica con los ojos que me dé prisa.

- Ya voy, ya voy.

Abro la puerta sin hacer ruido. Eva se coge a mí por la espalda. La puerta del pasillo que da al salón está cerrada. Se siguen oyendo ruidos, los mismos ruidos que antes.

- Venga, venga Hugo...

- Para quieta, no me metas prisa. Tranquila, ¿vale?

Asiente con la cabeza y me besa la espalda. Abro la puerta que da al salón y lo que vemos allí nos deja completamente parados. Yo me doy la vuelta e intento volver a la habitación pero Eva no me deja. Me empuja al medio del salón para poder ver mejor lo que pasa.

- ¡MARIAAAAAAAAAAAAA!

Su hermana pequeña, estaba sentada encima de un tío en el sofá. Ambos sin camiseta y con los pantalones desabrochados. Ante el grito de Eva, María se lleva las manos a los pechos para taparse, el chico la saca de encima de él dejándola en el sofá para vestirse y salir rápidamente de la casa y yo, a todo esto mirando por la ventana para que la niña se tape un poco.

- ¡Pero tú estás tonta! ¿No ves que eres muy pequeña? Y además... ¿No deberías estar en el cole? ¡Encima haciendo pellas! Es que no me lo puedo creer... no me lo creo... ¡HUGO!

Eva esta roja como un tomate y del grito que mete vuelvo a mirar hacia el salón. María ya se ha puesto la camiseta y está sentada en el sofá llorando.

- ¿Tú crees que es normal? Porqué no me digas que es normal... ¡que tiene 16 años!

- Eva...

Me acerco a ella y la cojo por la cintura.

- Tiene 16 años tú misma lo has dicho... ¿Cuántos años tenías tú cuando estuviste así por primera vez con alguien?

- ¡Pero no es lo mismo! ¡Él era mi novio!

- ¿Y le has preguntado a María si es su novio? Será mejor que nos calmemos, ¿vale?

Finales inesperados para cuentos inexistentes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora