Eras mi amigo

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Los siguientes minutos pasaron demasiado rápido. En cuanto Bakugou escuchó el nombre de su novia salir de los ebrios labios del heterocromático, sus ojos se pusieron rojos de ira, sus dientes empezaron a rechinar y como si un demonio se hubiera apoderado de su cuerpo se puso encima de Todoroki agarrándole el cuello con fuerza. El medio albino, perdido en el alcohol y en su sufrimiento por amar a su vieja amiga y ahora novia de Bakugou, no se resistió al agarre del rubio. Solo esperaba que el explosivo lo matara lo antes posible para dejar de sufrir por aquel enamoramiento que lo estaba consumiendo hasta la médula.

Y es que, el actual héroe número 3, llevaba una semana intentando escapar de aquel enamoramiento. Desde que abrazó a Sero y sus sentimientos salieron a flote se había propuesto matar esa parte de su corazón que le pedía a gritos conquistar a Uraraka. Tras salir de la casa de Bakugou, mantuvo una profunda conversación con su invitado (sin revelarle nunca la identidad de la persona que le había robado el sentido), al cual le pidió que se quedara por un tiempo con él, Sero aceptó sin problemas, si alguien podía ayudarle a superar esa situación, sin duda, era el héroe del quirk de cinta.

Durante los siguientes días intentaron solucionar el problema, sin mucho éxito. Cuando parecía que Todoroki estaba completamente convencido, Uraraka volvía a cruzarse por su mente, y el muro que había levantado, se caía nuevamente. Incapaz de conciliar el sueño por miedo a soñar con ella, le había pedido a Sero que durmiera con él. Pero la llamada de emergencia llegó aquel lunes, y Sero partió a la misión de rescate junto a Uraraka y Kirishima, dejando a Shoto solo peleando con sus demonios.

El primer día que estuvo solo, sin Sero, se pasó la tarde pegado al televisor viendo las imágenes del rescate, al igual que hacían Bakugou y Mina en la casa cercana a la suya. Solo quería ver que todos estaban bien. Los siguientes días, la noticia perdió fuerza y dejaron de retransmitir los acontecimientos, limitándose a dar pequeños reportes de la situación. Al igual que al explosivo, no tener noticias exactas del estado de los héroes le daba mala espina, contactó con su padre para que le diera información, pero el caso estaba clasificado como confidencial, por tanto, no sabían prácticamente nada.

Fue al congelador y sacó la botella de vodka que estaba allí enfriando y empezó a beber a morro. La simple idea de que algo malo le pudiera pasar a Uraraka lo consumía. Tener esos pensamientos lo estaba matando poco a poco. ¿Cómo se podía haber enamorado de la novia de Bakugou?, era una traición que el rubio jamás perdonaría, y menos ahora, que parecía que con el tiempo había limado asperezas y podían considerarse por fin amigos.

La desesperación por no poder tener a la mujer que amaba, junto con el miedo de perder la preciada amistad de Bakugou le hacía presión en el pecho. Pero una cosa tenía clara, por mucho que amara a la castaña, jamás, jamás traicionaría a Bakugou así, se tragaría sus sentimientos, aunque se autodestruyera a él mismo por el camino. Seguía bebiendo para calmar el dolor en su pecho.

Durante la tarde del tercer día sin Sero, Mina lo había llamado infinidad de veces, pero rechazaba las llamadas. Si la pelirrosa escuchaba su tono de voz corrompido por el alcohol no dudaría en presentarse en su casa, probablemente en compañía de la última persona que deseaba ver en ese momento, Bakugou. Cuando la novia de Kirishima se cansó de llamar, le mandó un mensaje que ponía: "Bakugou, Shinso y yo vamos a pedir algo para cenar, si no quieres estar solo, puedes apuntarte". Al no obtener respuesta la chica del quirk de ácido volvió a insistir, esta vez con otro plan: "Shinso se queda a dormir, vamos a jugar a la consola, te esperamos".

Todoroki intentó recomponerse, no podría evitar a sus amigos de por vida, si quería superar la situación, quizás el primer paso era enfrentarse a la realidad y salir del círculo vicioso en el que se encontraba ahora mismo. Se levantó del suelo, donde yacían un cenicero repleto de colillas y latas de cerveza, y se fue al baño dispuesto a darse una ducha para espabilarse. Todo le daba vueltas, su cerebro estaba encharcado en alcohol y nublado por la nicotina, se miró al espejo y no reconoció a la persona que le devolvía el reflejo. Dio un fuerte puñetazo al cristal, rompiéndolo en mil pedazos y cayó al suelo desesperado.

Tren ExplosivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora