Katsuki Bakugou

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En un vistazo rápido, Uraraka pudo ver que aquel piso era enorme. Tenía una gran cocina con muebles modernos que conectaba con una zona con sofás y una tele gigantesca. De la pared colgaban dos grandes cuadros. En uno de ellos estaba el atuendo de héroe de Bakugou de la época en la que iban a la UA, pero sin los gigantes guantes en forma de granada, mientras que en el otro estaba expuesto su chándal azul y blanco de la Academia. Todo el piso estaba decorado con muebles minimalistas y perfectamente ordenado. Al fondo se distinguía lo que parecían ser una habitación, un vestidor y un baño.

El chico explosivo se puso frente a ella y tomándola por el cuello comenzó a besarla. Fue un beso lento y muy delicado. Los dos se fundieron en un solo ser a través de sus labios. Cuando se separaron Uraraka pudo ver el rubor en las mejillas de Bakugou, pero no dijo nada. Aquel beso había sido simplemente perfecto y quería más. A penas sin dejarlo respirar tiró de la camiseta de Kacchan para acercarlo a ella y volvieron a besarse.

Mientras seguían besándose, Bakugou la agarró por la cintura con sus largos brazos impidiendo que esta se zafara de él. Muy despacio y con mucha delicadeza empezó a besarla en el cuello. Uraraka podía notar el calor de la boca de Bakugou y sintió como todo su cuerpo se electrificaba. Una sensación de placer que la empezaba a derretir de arriba abajo. Intentó soltarse del agarre, pero el chico explosivo no la dejó "¿Por qué tienes tanta prisa, Cara de Ángel?" le dijo al oído.

Uraraka notaba como sus piernas empezaban a perder la fuerza presa de aquel delicado placer hasta que se dio cuenta de que la mano de pelo cenizo empezaba a escurrirse por debajo de la falda de su vestido, decidido a seguir subiendo lentamente hasta encontrar su diminuta ropa interior. Poco a poco, Bakugou empezó a tocarla por encima de la ropa interior y pudo notar como ella empezaba a humedecerse mientras reprimía pequeños gemidos.

Bakugou la tomo en brazos sin separar sus labios y la llevó a uno de los sofás. La recostó y, sin darle alternativa, se puso encima de ella. Sus besos se habían vuelto más ardientes y sus manos volvían a colarse por debajo de la falda de Uraraka. Los pequeños gemidos volvieron. La chica del pelo castaño empezó a desvestir al héroe número 2. "Joder" exclamó cuándo le quitó la camiseta y pudo ver los abdominales y la diminuta cintura de su antiguo compañero de clase. Su cuerpo parecía estar realmente cincelado por los mismísimos dioses. Bakugou puso una sonrisa lujuriosa ante la reacción de Ochaco a su cuerpo.

El chico explosivo empezó a bajar la ropa interior de Uraraka mientras besaba el interior de los muslos de la chica. Con mucha suavidad empezó a jugar con sus dedos, (definitivamente sabía muy bien como dar placer a una mujer). La humedad de Uraraka empezaba a brotar y él introdujo dos dedos en la chica, algo que la hizo enloquecer y soltar un gruñido de placer, pero antes de que acabase de gemir, el chico explosivo ya había bajado su cabeza para jugar también con su lengua.

Su lengua recorría toda la zona como un explorador experimentado, succionaba y lamía a su antojo, se deleitaba estimulando su clítoris al mismo tiempo que jugaba con sus dedos, todo por el placer de Uraraka, que mientras notaba como se acercaba el orgasmo, agarró el pelo cenizo de Bakugou para evitar que se separara de su intimidad. Él la observaba desde abajo con puro fuego en sus ojos al ver como la espalda de la chica de gravedad cero se arqueaba y sus piernas empezaban a temblar. Tras un par de minutos la hizo llegar al culmen del placer. Se limpió la boca con el brazo y subió de nuevo a besarla. La respiración de Uraraka aún era entrecortada.

Ochaco – Eso... ha estado... genial... - dijo retomando el aliento.

Bakugou no le contestó, simplemente siguió besándola y acariciándola. Cuando Uraraka recuperó la respiración, él se sentó en el sofá y la colocó encima a horcajadas, quería verla de frente, quería poder admirar su belleza. Empezó a desvestirla hasta dejarla solamente con el sujetador negro de encaje que realzaba a la maravilla su pecho. Ante aquella imagen no pudo controlarse, enterró su cara en el pecho de Uraraka y empezó a jugar con sus pezones. Mientras tanto, la castaña, pudo percatarse perfectamente de la erección que escondía Bakugou en sus pantalones ajustados. Muy despacio, empezó a rozarse con aquel bulto y a morder la oreja del chico explosivo. Esto hizo que la bestia se desatara.

Tren ExplosivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora