CAPITULO 32.Recuerdo

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ADAN

-¡Por el amor de Dios! ¡Déjame en paz!.- Mi madre gritaba una y otra vez sin poder controlar el llanto.

Mi padre le daba con el puño sin parar, en la cara, en el estómago, las piernas y donde pudiera como lo hacía cada que llegaba ebrio a casa.

Yo me escondía debajo de la mesa del comedor para que no me viera, estaba muy pequeño, le tenía tanto miedo.

Mamá decía que él no lo hacía con mala intención, que no era su culpa pero yo no podía entender por qué la trataba así.

-¡Eres una basura!.- Mi padre le gritaba en repetidas ocasiones.

-Por favor.- Le rogaba mi mamá entre lágrimas tirada en el piso con sangre en toda su ropa.- El niño.

Mi padre paraba por un momento para observar todo a su alrededor buscándome, yo me ponía en posición fetal debajo de la mesa para que no pudiera verme y no me pegara a mí también, sentía mi corazón latir con rapidez y mis ojitos se llenaban de lágrimas.

No debes llorar.

No debe escucharte.

Con mi pequeña mano tapaba mi boca para que no pudiera escuchar que yo estaba ahí.

Mi madre sabia en donde estaba, ella me había escondido ahí cuando vio llegar a mi padre, me miraba de reojo y me decía con la mirada llena de lágrimas que todo iba a estar bien, solo teníamos que esperar que a él le diera sueño o se fuera a su habitación.

Mi mamá estaba casi inconsciente, ya ni siquiera podía gritar, la voz se le había agotado al igual que sus fuerzas para luchar contra él, estaba tirada en el suelo en la misma posición en la que estaba yo, solo aguantando, soportando a ese hombre.

Después de unos minutos que parecieron una eternidad, mi padre se alejó para subir las escaleras y meterse a su habitación, una vez que escuche la puerta cerrarse con seguro sali de mi escondite directo hacia mi mamá, mis lágrimas cubrían todo mi rostro, estaba aterrado, ¿y si estaba muerta?.

-Mamá.- Susurraba en su oído.- Mami.

Mi madre apenas y pudo abrir los ojos, estaban tan hinchados que parecía que le iban a explotar.

-Estoy bien.- Alcanzo a susurrar de una manera casi inaudible.

La abrece con fuerza, para nunca perderla, lloraba silenciosamente en su pecho mientras ella recuperaba el aliento para poder levantarse de ahí.

-Vamos a dormir cariño.- Acaricio una de mis mejillas.- Eres muy valiente ¿sabías?.

Asentí con la cabeza mientras trataba de ayudarla a levantarse, casi arrastrando llegamos a mi habitación donde ella siempre esperaba que yo me quedara dormido para ella poderse ir de ahí.

Así eran la mayoría de los días en esta casa.

-Teamo mami.- Susurre antes de quedar dormido.


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