"Robar, descubrir, devolver las llaves".
Repetía en mi mente una y otra vez como si eso me fuera a dar las respuestas a lo que tenía que hacer.
¿Y si Oscar tenía razón y solo eran dos habitaciones vacías como ya me había dicho Victoria?.
Podría perder mi empleo si algo salía mal.
"Robar, descubrir, devolver las llaves".
Estaba frente a una de las habitaciones intentando pensar en un plan que no pudiera fallar, miraba tan fijamente la cerradura que sentía que se abriría por arte de magia, estaba esperando escuchar un ruido o cualquier cosa que me dijera que Oscar estaba equivocado.
Vamos, vamos.
Mordía mis labios y jugaba con mis dedos una y otra vez por la tensión que me hacía sentir.
Cinco, diez, quince minutos y todo seguía en completo silencio.
Victoria era una magnifica persona, ¿Qué podría esconder? ¿Ropa vieja? ¿Porta retratos antiguos? Quizá nada con interés.
Me intentaba convencer a mí misma.
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Una voz femenina que estaba del otro lado del probador me saco de mis pensamientos.
-Por eso no hay problema, sí, yo sé que no será fácil pero todo está controlado, ella no sospecha nada.
Su voz me era muy familiar pero no podía recordar quien era, trate de escuchar con claridad pero la voz se alejaba cada vez más.
-Te eh dicho que te tranquilices, tengo todo bajo control.
¿Victoria?
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Recordar ese día en el centro comercial me hizo encoger el estómago, no estaba segura que fuera ella o no y jamás tuve el valor de preguntárselo, ¿Qué es lo que escondía? ¿A quién tenía bajo control? Mi mente estaba hecha un desastre, no podía comprender nada por más que lo intentara, mi vida realmente había cambiado después de entrar a trabajar a esta casa con una familia llena de misterios y secretos, y por si fuera poco me estaba enamorando de un chico al que conocí hace tres meses.
Me pone a pensar en que hubiera sucedido si Victoria no hubiera llegado, intentaba imaginarme recostada sobre su pecho después del mejor sexo del mundo mientras el acariciaba mi rostro y cabello como suele hacerlo cuando nadie nos ve, imaginando un futuro juntos mientras nuestros cuerpos sudados están pegados uno al otro como en una de esas películas de amor en donde los protagonistas terminan viviendo "felices para siempre" pero al tratarse de Adán era impredecible que es lo que podía suceder, podía echarme de su habitación después de eso y no volver a hablarme jamás.
La presencia de Adán no solo me intimidaba como la primera vez que lo vi, me robaba el aliento, me costaba respirar cuando nuestras miradas se cruzaban, me hacía sentir tan pequeña y vulnerable que dolía, mi corazón podía latir tan rápido que sentía la necesidad de correr lo antes posible de él, sin embargo, cuando lo sentía cerca, parecía que no importaba nada más, que solo éramos él y yo y nada a nuestro alrededor importaba, en poco tiempo Adán se había metido en mi como un virus, una enfermedad que quisiera arrancar en momentos pero que a veces disfrutaba tanto que no quería deshacerme de ella, Adan no era lo que necesitaba pero si lo que quería.
Él había llegado a mi vida de una manera tan repentina que costaba creerlo, no lo buscaba y aun así lo encontré, él era de esos amores a los que dedicas día y noche a pensar en ellos y cuando los ves, no sabes cómo reaccionar o que decir, tan repentino que te hace creer que está mal.
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Blanco & Negro
Teen Fiction¿Los polos opuestos se atraen, no? Esta es la historia de Nicole Lee y de cómo su vida cambio al entrar a trabajar a casa de los Smith, una familia millonaria y poderosa. Una novela que te hará reír, llorar, enamorarte y sobre todo emocionarte.