CAPÍTULO 10

79 9 0
                                    

CAPÍTULO 10

Tras el apasionado beso, mis distintos ojos no pueden separarse del color rojo de los suyos. No puedo parar de sonreír y le contagio la sonrisa apremiándole con un corto roce de mis labios con los suyos. Tras unos minutos de miradas y sonrisas que se nos hacen cortos, yo recuerdo una curiosidad que no puede esperar.

-         Thomas, siento estropear el momento pero… quiero preguntarte algo.

Thomas ríe y acercándome a él dice:

-         No estropeas nada Alysa. Dime, ¿de qué se trata?

-         Pues verás, quería preguntarte sobre el Troll… al seguirte, le vi petrificado y no lo entiendo…

Al ver mi expresión de confusión, Thomas comienza a reírse con más intensidad que antes y yo, al verlo, me separo un poco de él, le doy la espalda, y me hago la enfadada. Él intenta arreglarlo pero lo único que consigue es reírse más. Finalmente, Thomas sin apenas respiración, me contagia la risa y acabamos riéndonos los dos.

-         Thomas, tendrás que acostumbrarte a mis constantes preguntas confusas, soy novata en esto, recuérdalo. – le advierto cuando terminamos de reírnos.

-         Lo sé, lo siento. Lo siento mucho. Yo tampoco estoy acostumbrado a contar todo lo que sé. Llevo toda mi vida limitándome a aprender, comprende que se me haga raro enseñar.

Le tranquilizo con un beso y le pido que me lo cuente.

-         Está bien, yo te lo cuento.

>> Verás, los Trolls son bastante  faltos de inteligencia. Las hembras son más listas, motivo por el cual suelen ser las jefas de la manada. Suelen ir en grupo, pero tú tuviste suerte de que el Troll que te atacó fuese un macho y estuviese desorientado debido a haberse extraviado de su grupo.

-         Vaya…muy interesante. Pero, ¿por qué no se inmutó cuando le rajé con la daga?

-         Eso tiene una fácil explicación. Los Trolls cuentan con una gran capacidad de regeneración, por lo que un arma simple como una daga, no puede hacerles ningún tipo de daño. Solamente el ácido y el fuego pueden hacerles heridas permanentes.

-         Y ahí es donde entras tú…

-         Exacto. Me bastó encender una cerilla, para quemarle hasta conducirle al haz de luz que se dejaba ver en el claro.

-         ¿Por qué justamente al haz de luz, y no a cualquier otro lado? ¿De qué pudo servir?

-         Sirvió para debilitarle…y para convertirle en lo que viste.

-         ¿La luz del sol les petrifica? – pregunto sorprendida

-         Exacto. Un motivo más por el que tuviste suerte. Si el incidente hubiese ocurrido a la noche…puede que no hubiésemos sido tan afortunados de salir sin apenas un rasguño.

En un segundo me siento muy agradecida de haberle tenido a mi lado en todo momento. No sé qué habría sido de mí de no haberle conocido.

De repente, Thomas parece recordar algo y buscando mi mirada, me dice:

-         Alysa, si yo te pidiese algo importante, ¿lo harías?

Aunque su propuesta me da algo de miedo…

-         Haría cualquier cosa por ti, Thomas.

Acto seguido, y tras una sonrisa pícara, se levanta y desaparece en el interior de la cabaña. Yo, me quedo pensativa frente a la hoguera.

IGNIS; El Fénix de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora