CAPÍTULO 11

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CAPÍTULO 11

Al despertar, me siento confundida. No me encuentro en la tumbona en la que me quedé dormida con Thomas la noche anterior, sino en la cama en la que llevo unas cuantas noches durmiendo. A medida que voy estando más despierta, mi mente se va despejando y recuerdo la experiencia del día anterior. Me observo las manos girando las muñecas y me concentro como creo recordar de ayer. El calor interior vuelve a invadir mi cuerpo pero ya no me sorprende tanto. Me familiarizo con él y de mi mano sale una pequeña bola de fuego. Hago que vuelva a mi interior de inmediato y me siento orgullosa de la idea de que pueda controlarlo. Cuanto más control tenga sobre mí misma, más podré proteger a Thomas. Me levanto, me miro al espejo del armario y me coloco un poco la ropa y el pelo para salir de la habitación. Busco a Thomas en la cocina y le veo por la ventana que da al lago, entrenando patadas y puñetazos, soltando gritos para golpear con más fuerza. Le observo y sonrío recordando sus besos y sus caricias. Salgo fuera con ganas de volver a besarlo, pero no se da cuenta de que he salido y cuando me pongo detrás de él y se da la vuelta, da un pequeño respingo y yo comienzo a reírme.

-         Buenos días – digo intentando contener mi risa.

-         Buenos días Alysa – dice riéndose también.

Antes de que yo me dé cuenta, me coge de la muñeca y me acerca a él para besarme. Cuando nos separamos tiene una amplia sonrisa en la cara.

-         Hoy vamos a comenzar a entrenar ese don que tienes.

-         Ah, ¿sí?

-         Ajá.

-         ¿Y cuando empezamos, jefe?

-         En cuanto volvamos de cazar.

-         ¿Volvamos?

-         Sí, hoy vienes conmigo.

-         Vaya…interesante.

¿Cazar? ¿Yo, que no soy capaz ni de coger a un animal por miedo a hacerle daño?

-         ¿No te gusta la idea?

-         No, no es eso, es que…

Thomas nota mi duda y contesta a mi pregunta no formulada: ¿Por qué?

-         Teniendo que vivir aquí, también tienes que alimentarte. Quiero que aprendas a hacerlo, por si acaso un día no estoy.

No lo dice mirándome a mí. Se nota que le cuesta imaginar que podría encontrarme sola en alguna ocasión. No tiene intención de dejarme, está claro.

-         Vale, vayámonos, estoy impaciente por entrenar.

Thomas me pide que le espere y entra en la cabaña. Sale de ella con un arco y sus flechas y aparte, un par de dagas. Entonces recuerdo que no sé dónde está la daga que me entregó Enna, ya que la última vez que la vi, fue cuando la cogí en la pelea con el Troll. 

-         ¿Dónde…?

-         Tranquila, yo la cogí. Aquí está.

Thomas me entrega la daga con ese escudo en la empuñadura. Sin darme cuenta me quedo observando el ave del escudo y Thomas me saca de mi ensoñación.

-         Es un Fénix.

-         ¿Qué? – digo sin comprender.

-         El ave del escudo, es un Fénix. Es el escudo de Ignis.

IGNIS; El Fénix de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora