CAPÍTULO 12
Las lágrimas no cesan. No puedo ver ni oír nada. Mi mundo se desmorona a mí alrededor. Sólo he sido capaz de querer a dos personas en toda mi vida. Enna, Thomas. Y ahora hay altas posibilidades de que ambos estén muriendo. Estoy sola. Mis padres murieron. No tengo amigos. Ya no hay nadie. Y todo por mí.
Enna intentaba protegerme, y desapareció. Thomas intentaba vivir una vida a mi lado y también desapareció. Y apostaría todo a que la muerte de mis padres no fue una coincidencia. Alguien quiere que me quede sola. Débil…
Pero no soy débil. El dolor hace que quiera tumbarme a esperar a que alguien me encuentre y me mate de una vez. Pero la coherencia me dice que debo seguir adelante. Thomas me ha enseñado mucho en estos días. Soy capaz de encontrar Ignis. De salvar a Enna y al amor de mi vida. De saber sobre mí misma, de controlarme de alimentarme y de protegerme.
Me obligo a concentrarme. Sin Thomas todo será más difícil pero no imposible. Nada es imposible. Aprieto los dientes y mis sentidos empiezan a agudizarse. Siento la corteza del árbol al que me he agarrado para no caerme, la oscuridad de la noche a mí alrededor, el sabor amargo de la sangre de mi labio, producto de haberme mordido demasiado fuerte, el olor a quemado seguramente debido a que Thomas intentase quemar a nuestros enemigos. Y aguzo el oído, ya no hay gritos ni de dolor ni de sorpresa, pero oigo a hombres gritando órdenes.
“Por ahí, vamos, vamos, vamos. No tiene que estar lejos”
Comprendo que se refieren a mí. Con mis cinco sentidos en perfecto estado, comienzo a correr. El sonido de mis pasos hace que los hombres que me buscan empiecen a seguirme.
“¡La oigo! ¡Vamos, él la necesita!”
¿Él? ¿Quién me necesita? Los pasos cada vez son más cercanos, y al darme la vuelta, veo que un hombre me pisa los talones. Casi como acto reflejo, un Augue mana de mí, y con un movimiento de muñeca va a parar a su cara.
- ¡Maldita zorra! – logra decir entre gritos de dolor.
Vuelvo a dirigirle una mirada y le veo desfigurándose debido al calor abrasador de la creación de mi fuego. Puesto que no quiero ser un monstruo, hago que el fuego vuelva a mi interior antes de que le desfigure el cuerpo por completo.
Este acto lo repito unas cinco veces más, con unos cinco hombres diferentes. Muy a mi pesar, no voy a dejar que me cojan.
Tras unas horas corriendo y esquivando, puedo llegar a divisar que ya no me sigue nadie. Paro y me siento en el blando suelo, dejando a mis piernas un poco de descanso y a mi espalda el lujo de apoyarse en un tronco. Me doy cuenta de que he perdido la mochila con armas y comida. Cierro mis distintos ojos y observo que ya no hay el sonido de pasos, ya no hay órdenes ni gritos de dolor. Sin embargo, sí que hay dolor. El dolor que siento en mi interior, no se podría comparar con ningún otro dolor físico.
Me permito pensar en las dos personas a las que más quiero. Enna ha sido mi madre todo este tiempo, y la quiero como tal. Empiezo a recordar cada cuento de pequeña. Cada esquina de Neverhood. Mi habitación, mis queridos dibujos enmarcados en las paredes hasta no caber más. Me permito echar de menos sentarme en una silla con un lienzo en blanco enfrente de mí, y un pincel y una paleta de colores en mis manos.
Me permito echar de menos cada caricia y cada beso de Thomas. Esta misma tarde me agarraba con delicadeza, haciendo que me sintiese como no me he sentido con nadie. Una lágrima tras otra va cayendo por mis mejillas, pero logro controlar mis emociones, y no perder los nervios. No logro pensar en nada más ya que unos minutos después de estos pensamientos, la oscuridad y el silencio se apoderan de mí, haciendo que me duerma, exhausta.
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IGNIS; El Fénix de Fuego.
FantasyHace miles de años, cuando los humanos convivían con los seres mágicos, un humano y una Fénix crearon una nueva raza, fruto del amor. Los Luxhom (humanos de luz). Magnam Silvam es un bosque lleno de secretos en el que pocas personas que han entrado...