Diez años atrás
Damián había vuelto esa mañana temprano. Ella aún estaba en la cama cuando irrumpió en la habitación. Lo miró somnolienta y se sobresaltó al ver que tenía un ojo morado y que su ropa estaba hecha tirones. Quiso levantarse para ayudarle, pero él le mostró que se quedara con un brusco ademán.
- Supongo que tengo que decirte como están las cosas. – dijo sin inflexión en la voz y el cuerpo de Isabella empezó a temblar. Presentía que no venía nada bueno. - Tu padre tenía una deuda con el mío. Una deuda que no fue capaz de pagarle mientras vivía, como tampoco es capaz de pagarme a mí. – Isabella frunció el ceño, su padre era muy rico, ¿Cómo era posible que no podía pagar una deuda? – Querida Bella, todo el dinero del mundo no puede salvarte de tomar malas decisiones. Tu padre lo hizo. Tomó muy malas decisiones. Así que – se paseó por la habitación, escogiendo sus propias palabras – podríamos decir que tú eres el pago de esa deuda.
Su corazón se congeló. ¿De qué estaba hablando? Estaba más confundida por minutos y en lugar de aclararle las cosas, lo que Damián le contaba la confundía aún más.
- Supongo que apreciaste el tipo de lugar que llevó. Voy a mandar a alguien para que te prepare y te cuente cosas que necesitas saber. ¡Muy pronto vas a empezar a trabajar!
Aquello había sonado tan mal. Pero no podía imaginarse cuán mal se pondría.
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Rescatados (#1 Santa Ana) ©
Romance"Detrás de cada mujer existe una historia que la convierte en guerrera."