Buscar a esa mujer era la última cosa que quería hacer, pero necesitaba hacer algo para terminar el tratamiento de silencio de parte de Alejandro. Su hijo llevaba una semana sin dirigirle la palabra, pasando en casa solo el tiempo necesario para estar con su hija. De sus amigas del pueblo sabía que seguía con ella, viéndose cada día y paseando por las calles del pueblo como si no pasara nada.
Se detuvo delante del consultorio donde estaba escrito el nombre de la mujer, con su título de jefe de hospital delante del mismo. Por un minuto se preguntó cómo llegó una mujer de su clase a un puesto tan prestigioso, para luego sacudir la cabeza, diciéndose que no era problema suyo.
Iba a tocar cuando escuchó voces alzándose desde adentro y reconoció una de ellas.
- ¿Piensas que va en serio contigo? - Isabella se recostó en la silla, poniéndose cómoda. Eso iba para largo. - Te le escapaste hace años, ahora quiere asegurar su conquista. ¿Le creíste cuando te dijo que quiere todo contigo? ¿Qué yo soy parte del pasado? ¿Qué no hay nada entre nosotros?
La mujer siguió en silencio, desesperando a María. Ella quería, sinceramente lo quería, que Isabella creyera en sus palabras, que lograra sembrar la duda y dejara a Alejandro. Quería arreglar todo por ese medio, no quería recurrir a otros.
Ella había estado bien con el divorcio. Se acostumbró rápidamente. La niña molesta había dejado de ser su responsabilidad, el arreglo fue bastante lucrativo para ayudar a su familia a salir a flote y en el pueblo la miraban con pena por ser una mujer engañada. A Alejandro no parecieron importarle las cosas que inventaba sobre su matrimonio y a ella le ayudaba para tener una posición más privilegiada entre sus amistades.
Pero, después de que volviera esa mujer y Alejandro empezara una relación abierta con ella, algo en su interior se rebeló. No soportaba la idea de que esa mujer la sustituyera. Había renunciado a Alejandro hace tiempo, pero para todo había un límite. Y esa mujer era el suyo.
- ¿Por qué me estás diciendo todo esto? – preguntó Isa finalmente, pensando en si le seguía el juego, terminaría más rápido.
- Porque quiero que entiendas que una vez más de estas metiendo en el camino de mi familia. Alejandro y yo tenemos una hija que nos va a mantener juntos de por vida, No pienses que puedes luchar contra ello.
- Nunca pensé en luchar contra la hija de Alejandro. Es una parte de él. Tampoco nunca pensé en luchar contigo. Una vez renuncié a él, a nuestra felicidad, por ti. Tú lo mandaste todo al diablo. Así que no tienes el derecho de venir aquí y decirme todas esas tonterías. Tal vez te funcione con todos los demás, pero no conmigo.
María lo lamentó por la otra mujer. Lo lamentó de verdad. Podía haber aceptado las cosas como eran y podía estar tranquila el resto de su patética vida. Pero ella había decidido cuál sería su destino.
- Alejandro va a volver conmigo. Eso lo puedes tener por seguro.
- Vete. - le espetó y María lo hizo. Ya arreglaría el problema de otra manera.
Salió enfrascada en su celular, por lo que no vio a Carolina.
La mujer mayor se debatió entre entrar u irse. Había escuchado la conversación y ahora no estaba segura de lo que quería decirle. Al escuchar la diatriba de María había esperado otra respuesta, algo hiriente, que se vanaglorie en haber logrado enrollar a un tipo rico. Ahora, por primera vez, no estaba tan segura de que llevaba la razón.
Decidió irse. Volver cuando se sintiera más tranquila. En ese momento no pensó que lo lamentaría en el alma. El pensamiento de que si ella hubiera hecho algo, cualquier cosa diferente ese día, se podría haber evitado la desgracia que se avecinaba, la destrozaría.
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Rescatados (#1 Santa Ana) ©
Romance"Detrás de cada mujer existe una historia que la convierte en guerrera."