Capítulo 13

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- ¿La pasaron bien en su escapada romántica? – la voz de María cortó el silencio en que se vio sumida la sala de estar. Había estado fuera medio día y cuando llegó se enteró de que Alejandro había salido con Isabella y que aún no habían regresado.

Alejandro suspiró, no necesitaba una pelea ahora. Se había sorprendido al ver a Francisco en su sala, pero ese instante de felicidad al ver a su amigo después de tantos años se reemplazó con algo incómodo que se parecía mucho a celos al ver las miradas que se daban su amigo e Isabella. Era como si mantuvieran una conversación solamente con los ojos.

Finalmente, la chica balbuceó algo que le pareció una disculpa y desapareció de la sala. Supuso que no quería quedarse a escuchar a su esposa.

Su prima, por otra parte, pasó hecha una furia, arrollando a Francisco en el camino y mandándole miradas envenenadas. ¿Qué demonios pasaba ahí?

Daniela se balanceaba de un pie al otro, alternando la mirada entre todos los presentes, igual de confundida. Murmuró una disculpa y decidió ir tras su prima.

Alejandro dejó de lado sus sentimientos extraños y se acercó para abrazar a su amigo. Lo había extrañado mucho. Lo consideraba casi un hermano. A regañadientes le presentó a María, que se les había unido después de que los demás se fueran y prácticamente lo arrastró hasta su despacho.

Francisco observaba todo a su alrededor mientras las preguntas se agolpaban en su mente. ¿Por qué estaba Érica ahí? Sabía que era la prima de Alejandro, pero él suponía que estaría en cualquier parte del mundo menos en casa de su primo. Pero un misterio más grande era, ¿qué hacía Isabella ahí? Ella debería estar fuera del país, maldita sea, fuera del continente. Entonces, ¿por qué estaba en casa de su amigo, en ese pueblo?

- ¿Conoces a mí prima? – la voz de Alejandro lo trajo al presente. Esperaba que se lo preguntara. La salida de Érica no fue precisamente sutil. Quiso sonreír, nada sobre esa mujer era sutil.

- Tuvimos algo... Salíamos por un tiempo... No término muy bien. – parecía un tarado hablando así, pero aún no lograba procesar todo lo que le había pasado ese día.

- ¿Puedo preguntar qué pasó? – podía, pero eso no significaba que iba a responderle. Eso conllevaría aún más preguntas, preguntas que no quería responder. No sin antes entender lo que pasaba él mismo.

- Las cosas empezaron a ponerse serias. Y sabes lo que me pasa con lo serio. Hui. –

- ¿Es por ella? - Francisco soltó una risa amarga. Su vida giraba en torno a ella. Todo lo que hacía, lo hacía con ella en mente. Era una maldición.

Alejandro no conocía la historia de la mujer misteriosa que atormentaba a su amigo. Suponía que era un amor de secundaria o algo por el estilo, pero su amigo nunca quiso dar detalles. Pero varias veces le dio a entender que esa mujer era su razón para vivir y que todo lo demás padecía en comparación. Lamentó que su prima se encontrara en medio de eso.

Decidió no indagar más. Su amigo se quedó un par de horas en las cuales hablaron de sus vidas, poniéndose al día. Lo acompañó hasta la puerta, encontrándose en el camino con Isabella que venía desde la dirección opuesta. Ella se detuvo y parecía que no podía dejar de mirar a Francisco. Él no estaba mucho mejor. Una sonrisa tonta bailaba en sus labios y la miraba como a una diosa. Se sintió excluido del cuadro y quiso golpear algo. Agradeció cuando ella reaccionó y desapareció de su camino, porque si seguían un poco más haría algo estúpido. Esperó que Francisco no se diera cuenta de que cuando lo despidió en la puerta, fue más brusco de lo normal.

El alba los encontró a todos despiertos.

El alba los encontró a todos despiertos

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Rescatados (#1 Santa Ana) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora