Trapeze

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Entre cada juramento de dos cuerpos alineándose en la espaciosa cojuntura del octavo acto de la belleza; puede descubrirse así misma la déspota fealdad del pecado.

Más sin duda ninguno puede creerse peor que el otro, pero de entre tantos uno decepciona más que el anterior.

Cubriéndose entonces con pintura las cicatrices de la sonrisa que se ha esculpido por años en el público.

Terminando cada noche en lágrimas al otorgar la espalda, y ceñirse de dolor mientras la realidad de lo que no puede ser cierto se inmiscuye entre el orgullo al no perder la vergüenza.

Sin duda será la eternidad inminente del fracaso, aquel que posee al corazón, y a la dicha de la felicidad.

El susurro de la aceptación que me embriagaba cada que el reloj marcaba las once de la noche, no por pertenecerte, o por las singularidades del amor, si no por el talento que otorgaba.

He de suponer que las vivencias eróticas atestiguadas en el interior de aquel tráiler fueron parte de otro espectáculo.

Mas nuestra retorcida simpatía nunca agredió la particular adoración que nos tenía el público.

Suponían todos que éramos como Romeo y Julieta.

Mientras colgabas de mis manos y te lanzaba al desmérito apogeo de la contrariedad.

Todos te veían, y luego a mí.

Como uno, consumiéndonos en el suspiro de los escépticos.

El ópalo que se cernía sobre la palma de tu mano me recuerda al verano en Nebraska.

Cuando juntos nos ví en mis alucinaciones, deseando ir más allá de lo que era posible.

Tocar las nubes y poder respirar bajo el agua, esmeraron entonces mis deseos de regalarte la felicidad tratando de cumplir nuestros deseos.

Entonces la luz se había consumido, y había vuelto a la realidad.



Gaby Wilde

Gracias por todo el apoyo, pronto seguiré publicando más poemas.

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