Dormir en tus brazos

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Betty se había dormido profundamente, pero Armando no lograba hacerlo, pues aunque agotado, tenerla a su lado no lo dejaba dormir.

Había esperado demasiado tiempo por un momento así. Demasiadas noches padeciendo su ausencia, demasiados días creyendo imposible su perdón, ahora la tenía junto a él como siempre lo había soñado, y se sentía inquieto.

¿Cómo dormir y desperdiciar el tiempo que le otorgaba la vida para estar con ella? Una parte de él quería dejarla descansar, pues su mamá había dicho que venía durmiendo pocas horas, pero la otra parte se preguntaba cuando volvería a tenerla así. Cuando pasaría otra noche entera con ella.
Sólo imaginar su ausencia, lo angustiaba, pues no deseaba pasar una noche más separado de su Betty. Aún así sabía que era inevitable tener que hacerlo, entonces cómo desaprovechar el tiempo durmiendo?

La observó dormida, y la vió hermosa, asi que acarició su cuerpo por debajo de las sábanas estremeciendose una vez más... Cada uno de sus sentidos se mantenían alertas teniéndola tan cerca, y era incansable el deseo por hacerla suya.
Se separó de ella intentando no despertarla, y se levantó de la cama cuidadosamente. Luego encendió una de las lámparas de noche sigilosamente, y para su sorpresa, Betty no se inmutó.
Se encontraba demasiado agotada como para despertar, así que con cuidado corrió las sábanas, entonces la contempló desnuda.

Él sabía que era hermosa, pues la primera noche juntos lo había podido sentir a través del tacto. (así se lo negara a Calderón por miedo a delatar sus sentimientos) Pero verla como la estaba viendo, superaba por lejos lo que sus manos habían podido descubrir.

Betty era mas bien delgada, sí, pero sus proporciones eran perfectas, o al menos así las notó Armando. Sus senos no eran grandes, pero tampoco eran pequeños, se notaban perfectos en su forma y tamaño, según su mirada experta. Su vientre era plano, pero apesar de ser delgada no era una mujer a quién se le marcaran los huesos. Sus caderas no eran muy delgadas como aparentaban, obviamente tampoco eran anchas, más bien se veían perfectas y bonitas a la vista, al igual que sus glúteos no prominentes, que parecían tallados por los mismos dioses, pensó él.

Habiendo estado con muchas mujeres bellas en el pasado, estaba seguro que ella no tenía nada que envidiarles. No sólo la observaba perfecta, también lo atraía el aroma que emanaba su piel, que además era suave y tersa, su sensualidad lo derretía, y su cabello... Ay... Su cabello olía tan rico! Aparte de sedoso y brillante, era de un color único... Su rostro se le hacía divino, con esas facciones, y esos ojos almendrados grandes, que lo observaban siempre con tanta profundidad!

Él se había enamorado de una Betty aparentemente fea para todos, aún para él en el pasado, pero su mirada hacia ella había cambiado poco a poco, así le hubiese costado reconocerlo, no podía negar que su ternura e inteligencia lo habían cautivado, y después de la primer noche juntos, todo en ella le pareció delicioso. En la oscuridad de ese cuarto él había descubierto la belleza de su cuerpo, la suavidad de su piel, los besos dulces de su boca y las caricias tiernas de sus manos. Todo ello lo habían cautivado, y la había encontrado hermosa.

Una prueba de ello era la forma en que se derretía mirando la foto no tan agraciada de la antigua Betty después de su partida. También como se había expresado de ella con Ramoncito el cantinero... Y por último sus declaraciones a Mario Calderón:
"La voy a ver tal cual la sienta"

Él la veía hermosa porque así la sentía, pero también entendía que esa belleza había florecido, pues Betty ya no sólo era deseable para él, sinó también para la mayoría de los hombres que la veían. Eso aunque lo derretía, también lo hacía sentir inseguro.

_ Hay mi amor es tan bella, que da miedo..._
Susurró.

Apagó la luz y se dirigió al baño,
preparó la tina con sales aromáticas, encendió algunas velas que Sara había comprado por pedido de él, (pues venía planeando una noche con ella, hace mucho tiempo) y mientras la tina se iba llenando, se dió una ducha rápida, se lavó los dientes, y se echó su loción.

Una nueva oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora