Cap 16

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- ¿Una cita? - pregunté confusa al pelirrojo

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- ¿Una cita? - pregunté confusa al pelirrojo.

- Sí...sabes...como amigos - dijo jugando con las mangas de su abrigo, gesto que solo hacía cuando se ponía nervioso - Podría ser una situación ganar-ganar. Podemos hacer cosas de novios pero como amigos - se veía tan tierno diciendo todo aquello, aunque ciertamente sus palabras estaban muy lejos de la inocencia.

- ¿Y qué ganas tú? - aunque ya imaginaba la recompensa que se llevaría de todo esto quería escucharlo de sus labios.

- Pues fortalecer nuestra amistad - una hermosa e inocente sonrisilla traviesa salió de sus labios.

En ese momento me di cuenta; no era boba. Si era cierto que Kookie a mis ojos era el ser más puro, ingenuo e infantil que había conocido, en estos momentos esa idea carecía de veracidad. Sus pensamientos no parecían ser tan pueriles como su apariencia.

Aunque ante los ojos de la sociedad su oferta me ponía en desventaja sentía una extraña culpabilidad, como si fuera yo la que estuviera aprovechándome de su persona y no al contrario.

Él era perfecto ¿Y yo? Yo solo era yo.

Siempre he tenido mucho amor propio pero entre nosotros la diferencia es infinita. Mientras soy un simple, delicioso pero común helado de coco él es un deseado cupcake de fresa con una decoración impecable y un sabor fuera de este mundo.

JungKook era un Dios griego, esculpido por las mismísimas deidades, y quien lo negara o bien era un envidioso o un miope.

Su cuerpo era digno de un monumento; su musculatura bien formada como la de un atleta y su estatura más allá de la media te llevaban al punto de creer que  era una alucinación.

Su piel tersa y blanca como la fina porcelana y su cabello negro y brillante eran un delito, uno que toda chica deseaba cometer.

Y como la cerecita del pastel era poseedor de unos ojos repletos de dualidad, que iban desde la completa pureza hasta la perversión. Esa carita desbordante de una inocencia engañosa te daban deseos de apretujar sus cachetes como a un bebito pero a la vez tener su abultadito labio inferior que se acentuaba en un puchero entre los tuyos, besándolo y maltratándolo.

Había sido invitada a beber de la fuente del placer y sólo una tonta lo rechazaría.

- Acepto- respondí con una confianza ajena a mi ser. Ni siquiera yo sabía de dónde había salido tanta espontaneidad.

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Idiota...idiota...idiota...

No podía evitar dejar de reproducir esa palabra en mi cabeza.

Estaba media acostada en el sofá de la sala, con el cabello alborotado de tando despeinarlo por la frustración. Quise parecer genial y experimentada pero ¿a quién engaño? Soy una niñita que ni siquiera ha dado su primer beso.

Efecto Seok Jin 💖 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora