Era muy guapo y su mirada aunque era tierna era profunda. El café comenzó a enfriarse y disimulando un poco tomé un sorbo pero el rió; no tenía idea que le había causado gracia aunque tal vez mi nerviosismo era evidente.— ¿Estas bien?
— Si..., bueno no. Ryan se enterará que estuve contigo. Tiene ojos en todos lados.
— ¿Y? Solo somos amigos.
Asentí con la cabeza
— Si, pero estás tomando un café con la esposa del primer ministro de España. Resulta que la gente con tal de vender chismes inventan cualquier cosa.
— ¿Sabes que debes hacer?
Arquee una ceja
— ¿Qué?
— Aprovecha a tu favor que eres la esposa del primer ministro. No te das cuenta pero puedes mantenerlo a raya ahora más que nunca. Incluso puedes conseguir el divorcio.
Puse los ojos en blanco incrédula.
— Mezclaste el café con alcohol ¿No? Estás pirado ¿Cómo voy hacer yo eso?
— Yo te ayudo. Pero tienes que confiar en que puedes hacerlo.
— Eres tan positivo que a veces me haces sentir ahogada en positivismo. Pero ya, lo voy a pensar.
Estaba en aquel café pero mi mente no estaba ahí. En cada sitio que estaba me encontraba con Alessandro en el corazón. Me seguía a todos lados, su amor y también su traición. Quería sonreír pero no podía. Se había llevado con él mi alegría, mis deseos de vivir comiéndome el mundo. Ahora solo vivía porque me tocaba, no porque lo deseaba. El amor me había ganado e impulsivamente pregunté.
— ¿Has sabido algo de Alessandro?
Cabizbajo suspiró y pareciera como si no no quisiera hablar de él o peor aún, no quería que yo lo sacara al tema. Algo mosqueado asintió con la cabeza.
— Hable con él hace unos días. Está en Italia y me dijo que no cree que regrese. Porque preguntas por el si sabes que te hace daño.
— No puedo evitarlo, lo amo. Lo amo como nunca he amado a nadie.
— Entonces si él aparece nuevamente en tu vida, ¿Lo perdonarías y aceptarías? El..., él te ama aunque me cueste aceptarlo.
Esa pregunta me había caído como balde de agua helada directo en el corazón. No sabía qué responder porque no sabía qué sentir. Lo amaba pero al mismo tiempo me dolía tanto o más que el amor que tenía por él. Su engaño, su traición, la manera tan vil en la que me había usado era algo que no dejaba de retumbar en mi cabeza. Alessandro me había llevado hasta la estrella más alta para luego empujarme a una caída libre infinita. Sentía que seguía cayendo sin tener un fondo. Tragué saliva y respondí con el dolor en la garganta
— Lo amo, creo que eso no va a cambiar jamás. Soy suya en todos los sentidos, es el padre de mi hijo y eso no lo puedo cambiar. ¿El perdón? Creo que tengo una teoría sobre el perdón.
— ¿Cuál es esa teoría?
— El perdón es dejar ir el dolor, es dejar el rencor y mirar hacia el futuro dejando el pasado atrás, sin embargo el perdonar no es olvidar.
— ¿Qué quieres decir con eso?
— algún día podré perdonarlo, podré superarlo pero el que lo perdone no significa que lo quiera en mi vida. A fin de cuentas solo se acercó a mí con un propósito y ya lo cumplió. — Sacudí la cabeza buscando desviar el tema — Bueno ya, no quiero pensar más en eso. Ahora tengo mucho con la empresa. Tengo que ver cómo la saco a delante.
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La Teoría Del Perdón
RomanceAlicia no volvió a ser la misma tras leer aquella carta. Había quedado destruída y condenada a regresar a una vida llena de amargura y maltrato. Quería olvidar, pretendía seguir su vida como si Alessandro no hubiera parecido nunca y se había resign...