Capitulo 20: Por hoy

3.1K 481 187
                                    


No podía seguir con Salvatore. No encontraba forma de hacérselo saber. Ya Aitana estaba mejor con el pasar de los días y no estaba dispuesta a que ella viera cómo su madre estaba con el hombre que ella amaba. A pesar de su insistencia de no hacerlo, decidí que debía terminar la relación con él. Solo no hallaba la manera de hacerlo. Comencé a sentir que me evadía o buscaba la forma de no enfrentarme porque sabía lo que quería decirle. Antes de salir de la casa, dejé a Aitana al cuidado de dos enfermeras y no tenía idea de cómo pagaría pero eso era lo de menos. Debía ponerme a trabajar para poder no solo sacarme adelante a mi, sino también al plan que se había formado en mi cabeza. Ryan no tenía idea de lo que había hecho al atreverse a tocar a mi hija. Conmigo podía hacer lo que le diera la gana, pero había despertado el odio y una ira en mi interior que no conocía. Llegué a la oficina y Sandra al verme me siguió hasta mi escritorio preguntando qué tal seguía Aitana. Dentro de todo estaba mejor aunque ese pesar por vivir seguía latente. No habían novedades excepto por el hecho de que después de tanto luchar, consiguió un nuevo cliente.

— ¿Le has pasado los informes a Alessandro?

Negó con la cabeza

— De eso quería hablarte

Arquee una ceja

— ¿Qué ocurre?

— Una tal Carla Estrada dejó un documento que debes firmar. No lo he leído pero ella dijo que es de suma importancia para esta empresa.

— ¿Esa mujer estuvo aquí?

— Si, también dejó dicho que va muy bien lo de tu caso. No sabía que tenías abogada y mucho menos que estás exigiendo el divorcio a Ryan. ¿Desde cuando dejé de ser tu mejor amiga?

— Disculpame he tenido mucho lío en la cabeza. La espalda comienza a torturarme y ni hablar de cómo le voy a hablar a Salvatore de acabar la relación.

Lo quería, pero no lo amaba, me encantaba su compañía, me hacía sentir protegida y segura pero no lograba hacer mi cuerpo vibrar, no lograba capturar mis pensamientos y hacer que deseara estar con él con la misma intensidad con la que deseaba a Alessandro y me jodia, porque a pesar de amarlo, no era posible expresar ese amor. Pensaba en Aitana..., quería que fuera feliz y quería que con el tiempo Salvatore la mirase como algo más que mi hija. Sandra ceñuda comentó.

— Creo que hay que leerte las cartas...

— No gracias, la última vez que me las leíste mira cómo todo terminó.

Encogió los hombros

— Aunque no te las leas el destino es el destino y pasará. La diferencia es que podrás saberlo. Es más, sin leerte las cartas puedo sentir que tú sigues amando más que antes a Alessandro. Lo único que te impide entregarte a ese amor es la duda, el dolor y el engaño. Y el..., el las está pasando peor. La culpa puede llevarlo a hacer cosas que son fatídicas.

— ¿A qué te refieres?

— Quizá te suene exagerado pero es la realidad, tú eres la razón de ser de ese hombre. Desde que te conoció te has convertido en un dolor muy profundo y al mismo tiempo en el amor en su vida. Ahora que tú no estás, ya nada lo ata a estar vivo.

Puse los ojos en blanco negándome a creer lo que Sandra decía. Alessandro ante todo era un hombre imponente, fuerte, decidido y con un porte envidiable. Podía tener la mujer que deseara, yo solo era una mujer casada abusada físicamente que no le llega ni a los talones. No creía a Alessandro capaz de decaer por mi.

— No creo que sea tan serio. Debe estar muy bien con su amiguita esa la abogada.

— ¿Estas celosa?

La Teoría Del Perdón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora