Había pasado un mes. Un mes en el que apenas pude dormir o comer sin que el tenedor me temblara en la mano o el dormir fuera peor que quedar despierta. Ryan había cumplido su promesa, no conseguía clientes, mi nombre estaba en boca de todos y ahora que mi vientre comenzaba a notarse, las críticas eran aún peor. Todos sabían que este bebé no era de Ryan porque él mismo se encargó de hacerlo saber. Me tenían como una desequilibrada mental, nadie me tomaba en serio y oficialmente mi carrera profesional había acabado. Miraba los reportes negativos sobre el escritorio y no tenía opción, la única salida era la bancarrota.
— Entiendo que no puedas seguir trabajando conmigo Sandra. Es más, estaba pensando que es tiempo de que nos separemos.
Poniendo los ojos como platos, casi ofendida preguntó.
— ¿Que? ¿Por qué?
— No quiero que nada de lo que me esta pasando a mi te salpique. Eres mi mejor amiga, pero también estoy consciente que puede ser fatal el que sigas trabajando conmigo.
Reprobando lo que había dicho respondió
— No entiendo porque lo dices, la verdad.
Recogiendo algunas carpetas sabiendo que en cualquier momento el banco me embargaba, con un pesar inmenso sonreí y suspiré sin muchas opciones sobre la mesa.
— Sandra, necesitas otro trabajo. No puedes seguir a mi lado, perderás reputación, empresas que posiblemente puedan contratarte entre otras cosas.
— No te dejaré, y esta empresa al igual que todo lo demás lo sacaremos adelante. Tengo algo para ti que sé que te va a subir algo en ánimo.
Había poco o nada que pudiera levantarme el animo. Era increíble cómo habían pasado dos meses y aun mi mente siguiera divagando en el tema de Alessandro. Mi mente quería enfocarse en cómo hacer que los abusos de Ryan cesaran pero..., era como luchar contra un gladiador sin ninguna arma.
— No hay nada que pueda levantarme el ánimo en estos momentos Sandra.
Me dio unos papeles y en el rostro de ella podía ver la necesidad que tenía por ver una sonrisa en mi rostro una vez yo los leyera. Abrí la carpeta y dentro había una propuesta sustanciosa; era tan buena que creía que era un error. Tenía que serlo. Sandra había puesto el cincuenta por ciento de las acciones de la empresa a la venta en quinientos mil euros y misteriosamente había un comprador ofreciendo un millón euros por las acciones. Sandra quería aceptar sin titubear, eso salvaría la empresa y al tener nuevo socio, las deudas mermarian un poco y había oportunidad de sacar adelante la empresa y obtener nuevos clientes aunque fueran extranjeros. Pero algo no me terminaba de convencer, nadie invierte un millón de euros en una empresa casi en quiebra sabiendo que era posible que perdiera toda la inversión.
— No me convence...
Con el ojo cuadrado Sandra argumento
— ¿Un millón de euros no te convence?
— Lo que no me convence es la condición que pone la persona interesada, ¿Ya lo leiste no? Quiere que su identidad se mantenga en anonimato. Lo siento pero no me parece.
— ¿A ti qué más te da? Necesitas el dinero, no el nombre de esa persona. Es la unica forma en la que puedes salvar esta empresa y pagar la nómina del mes.
Creo que aún vivía en el trance de no entender como pase de ser una de los mejores despachos de arquitectura del país, a estar mendigando y cediendo a condiciones de gente extraña para poder salvar mi trabajo. No quería dar una respuesta, no hasta que esa espinita que tenía dentro se esfumara. Sandra no lo veía pero yo si, cualquier paso en falso que diera terminaría por joderme aún más. Era la hora de la comida y ella quería ir a comer pero busque rápidamente una excusa para no ir, no tenía cómo pagar.
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La Teoría Del Perdón
RomanceAlicia no volvió a ser la misma tras leer aquella carta. Había quedado destruída y condenada a regresar a una vida llena de amargura y maltrato. Quería olvidar, pretendía seguir su vida como si Alessandro no hubiera parecido nunca y se había resign...