Capitulo 18: Se cierra un capitulo a medias

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— ¿Se supone que debo estar contenta con que seas mi socio?

Sentándose al otro costado de la mesa suspiró.

— Solo hago lo que se hacer, invertir. Me parece que esta empresa puede dar muy buenos resultados si se le inyecta el capital suficiente.

Estaba buscando controlarme. No me sentía cómoda, no quería ser su socia, lo quería tener lejos para poder darle una oportunidad a Salvatore. Quería saber si tenía una oportunidad con él pero para eso, debía tener lo más lejos posible a Alessandro. Me controle y comencé a enseñarle las diapositivas mientras explicaba en qué consiste nuestra empresa y cómo funcionaba. Los tacones me temblaban y la voz estaba estertorosa. Eso sin contar la mirada fija de Alessandro sobre mi. No lograba concentrarme del todo. Al terminar de dar la presentación, lo miré y pregunté.

— ¿Tienes alguna pregunta?

— Pues la verdad no.

— Invertiste millones

— Lo tengo más que claro. — Aclaró su garganta — ¿Nos permites un momento?— Dijo mirando a Sandra.

Sandra agarró sus carpetas y salió de la sala de juntas. Quedé a solas con él y sentía que me moría del nervio. No dejaba de mirarme, de escanearme con la mirada. Se acercó a mí y dijo convencido.

— Tenemos que hablar

— ¿De trabajo?

— De nosotros

Creo que era en ese momento o nunca. Tenía que dejarle claro las cosas, debía hacerlo antes de que me terminara enredando más. Muchas personas insistían en que soltara el pasado, ¿pero cómo soltar la carta que me escribió? Sus palabras seguían grabadas en mi mente y en mi alma. Cómo creer en su amor cuando sus palabras me cortaron, me hicieron sangrar hasta desangrarme, ¿como mirarlo a los ojos y saber si no era parte de su venganza? Me aventure a hacer lo más doloroso que me había puesto la vida. Lo miré y tenue respondí.

— No hay un nosotros, y creo que nunca lo hubo Alessandro. Fue un error haber tenido sexo, tambien ha sido un error el intentar tener algo nuevamente porque simplemente no puedo.

— No me has perdonado entonces

Asentí con la cabeza

— Si te perdone, pero creo que nuestros rumbos son distintos; lo siento pero no puedo olvidar, aquella carta me destrozó el alma. Cada vez que te veo, solo recuerdo esa carta una y otra vez.

Los ojos de Alessandro se llenaron de lágrimas y pude sentir su dolor mucho más de lo que él creía. No cabía duda de que había amor entre los dos, pero aquel amor no era suficiente, la confianza se había fracturado.

— Entonces..., así termina ¿no?

— Asi tu lo quisiste. No te estoy juzgando, tuviste tus razones por las cuales hiciste lo que hiciste, pero ahora yo tengo las mías para alejarme. Tal vez en otro momento, volvamos a coincidir en mejores circunstancias, con más ganas que odios. Con más sensatez y menos rencor; o tal vez el tiempo y la distancia nos demuestre que lo que tuvimos fue un error; que tu no encajabas en mi vida y yo solo fui en la tuya solo una venganza con la cual buscabas calmar tu triste y dolorosa realidad.

Seco sus lagrimas intentando mantener una postura fuerte y fría pero le era sumamente difícil. Asintió con la cabeza y con un nudo en la garganta contestó.

— Entiendo, te entiendo completamente y estás en todo tu derecho. Sabes, tienes razón, no debo estar aquí, ni en tu vida. Te hice un daño irreparable, no me di cuenta de cuánto hasta que ya lo había hecho. Mereces ser feliz, mereces alguien que te valore, que haga lo que yo no hice. Lo mereces todo, y yo..., yo no merezco tu amor. Mi amor por ti, no puede ser egoísta; asumiré las consecuencias de mis actos y te dejaré ir aunque eso me quiebre por dentro. Estarás bien..., lo se.

La Teoría Del Perdón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora