Capitulo 3: Florece una amistad

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— Eso es imposible, es imposible, un jodido error.

— No lo es. No solo investigó ese dato, antes de acercarse a ti te investigó a tal punto de saber lo que haces en tu día a día. Todo lo planeó minuciosamente. Todo concuerda Alicia. La persona que manejaba ese coche estaba ebria.

Aún no caía en tiempo. Mi mente divagaba buscando la lógica a todo lo que me estaba diciendo. No sentía rabia, sentía indignación, me sentía como imbécil. Todo este tiempo me estuvieron usando y yo ni me di cuenta.

— Aún no veo la relación

— Alessandro se enteró de que tienes problemas con el alcohol además de abusar de píldoras antidepresivas. Todo te acusa Alicia.

Apreté mis dientes y el amor que tenía por él poco a poco fue apagándose. Miré a Salvatore y muriendome por dentro suspiré con seriedad.

— Vaya.... si que hizo bien su trabajo. Bueno..., casi lo hizo.

— ¿De qué hablas?

Comencé a atar cabos y fue más fácil de lo que pensé atarlos. Un accidente, un coche a mi nombre y una explicación absurda que había recibido hace meses atrás comenzaban a tener sentido. Mi desgracia, el dolor que tenía en aquel momento tenía nombre y apellido y lo único que quería era asesinarla con mis propias manos.

— Investigó todo de mi, hasta el color de mis bragas. Se metió en mi vida, me enamoró. Hizo que dejara mis miedos, que me quedara colgando de su corazón. Tu amigo logró que volviera a confiar en un hombre. Hizo muy bien su trabajo; es muy buen actor. Me llevó a donde quería, me hizo tocar fondo. Pero no hizo su investigación completa.

— ¿A qué te refieres?

— ¿Cuando murió la esposa de Alessandro?

— Murió el uno de enero de dos mil dieciocho. ¿Por qué?

Mi interior hirvió, se llenó de ira y profundo rencor. Me quedé callada y solo pensaba en la forma de hacerle pagar a esa infeliz lo que había hecho. Me jodieron la vida por su culpa y esta vez no viviría para contarlo.

— Alicia....¿A qué te refieres?

Sacudí la cabeza saliendo de mi trance y sonriendo con algo de ironía y endureciéndome por completo de alma y corazón, contesté.

— Nada..., hay cosas que se deben saber a su debido tiempo. Soy una asesina, una borracha que mató a una mujer embarazada. Esa es la versión que Alessandro Franceschini eligió, y esa es la que tendrá.

— No creo que hayas sido tú. Estoy seguro de eso. ¿Por qué pretendes seguir culpándote por algo de lo que no tienes culpa?

— Así es como único tendré a ese hombre lejos de mi.

Algo enojado y diría que hasta frustrado resopló caminando de lado a lado. Había algo que le incomodaba pero que no terminaba de decirme. Aunque claramente podía verlo en sus ojos.

— Esperas un bebé de él. No hay forma de que lo tengas lejos.

— Te equivocas, este bebé es mío. El no tiene nada que hacer en mi vida y mucho menos en la de mi bebé.

Salvatore agarró mis manos y transmitiendo esa paz que necesitaba me miró y buscó que mis pupilas conectaran con las suyas. Me sonrió tenue y me pidió algo temeroso.

— Déjame cuidarte. Necesitas alguien que te cuide, alguien que esté pendiente de ti y de tu bebé. Tienes un psicópata por esposo y quiero ayudarte a salir de ahí.

Negué con la cabeza

— Esas mismas palabras me las dijeron hace unos meses y terminé con el corazón destrozado y embarazada de un hombre que prometió ayudarme a salir de mi infierno y solo me creó uno alterno.

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