𝘕𝘰𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨 𝘏𝘪𝘭𝘭

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Dejé a Gwen en la cama y me dirigí al tocador a arreglarme, me puse un vestido rojo con zapatos de charol negros, me maquille lo suficiente para sentirme bien conmigo misma y luego agarré un bolso negro y metí un tanto de dinero para comprar ropa y lo que vea por allí.
- te ves hermosa. - me dice Gwen bajando el libro que leia a su regazo y mostrandome una sonrisa tierna.
Me le acerco y le beso la mejilla mientras que en susurros le digo.
- ya vamos a poder recorrer la ciudad juntas.
- dalo por hecho. - dice ella en otro susurro.
Ambas nos miramos y nos abrazamos.
- pasenla lindo.
- vos tambien, si necesitas algo no dudes en consultar a Zac o a Robert.
- si, lo se, cuidate.
Asiento y me acerco para besarla de nuevo en la mejilla a lo que ella me corre y me besa en la boca. Su gesto me hace sonrojar y agacho la cabeza.
En eso Emily toca la puerta;
- ¡Mildred!, ¿estás lista?.
- bien, ve. - dice Gwen.
Abro la puerta.
- si, vamos. - Le digo a Emily.

Al salir de la casa color celeste pastel caigo en la cuenta en que todas las casas son de colores pasteles, conforme caminábamos encontraba casas algo abandonada y descuidadas y otras muy lujosas, con ventanas hacia afuera y jardines con rosales y margaritas.
- bien, te presento "Portobello Road" la calle principal de Notting Hill, lo que quieras lo conseguis aca y a buen precio. - me guiña el ojo.
- antes que nada necesito una casa de cambio.
- ah cierto, las santas libras. - dice haciendo ademanes... los cuales me dan risa.

Cuando salimos de la tienda de cambio, Emily me ofreció separarnos y juntarnos en un bar lujoso de una esquina en una hora y media, yo acepté. Ella se dirigió hacia la derecha y yo hacia la izquierda, seguí caminando, mirando vidrieras hasta que me encontré con algo que me llamó la atención.
Era una máquina de escribir, verde pastel con toques de plata, me hizo acordar a cuando escribí mi falsificación para entrar al hospital, me salió bien. Además, recuerdo que cuando me separé de Edmund empecé a ahogar mis penas en un cuaderno de papel con hojas amarillas y sin renglones, me sirvió y hasta me ayudó, luego me marché y lo tiré, el pasado fue pasado.
Me sorprendió ver una máquina de escribir. La quería. Luego pensaba volver por ella.

Seguí recorriendo y vi un traje color café, con detalles azules, blancos y rojos... ideal para Gwen. Lo compré al igual que un vestido celeste de invierno para mi.
Recorrí y recorrí, compré flores, me sentía feliz de volver a caminar sola, amo salir con Gwen y me encantaría que estuviera acá, pero descubrir una ciudad nueva por mi misma no pasaba hace tiempo y sentía cierto orgullo cuando hacía eso, me hacía sentir fuerte y a veces me inspiraba confiaza... podía tener el mayor control posible. Así que así me sentía ahora.

Empecé a caminar las mismas calles de nuevo, ya estaba volviendo.
Llegué a la tienda donde se encontraba la máquina. Entré y me dirigí hacia el vendedor.
- ¿cuanto cuesta la verde?. - la señaló con el dedo pulgar.
- el precio está abajo, hace mucho nadie me pregunta por ella y no lo recuerdo. - dice el señor acomodandose los anteojos con el meñique.
Me acerque, 15 libras...
- bien, lo compro.
Se la entrego.
- ¿escritora?. - pregunta expentante.
- algo de eso.
- Bueno, 16 libras y te llevas tinta y hojas. Ojalá llegues lejos. - agarra las cosas y me las alcanza.
- muchas gracias, de enserio. - le sonrío y le entrego el dinero.
- ¿cómo te llamas?
- Mildred... Ratched.
- me lo voy a acordar, por si algún día te leo por alguna libreria.
Largo una carcajada suave.
- ¿por qué pone tantas esperanzas en mi?.
- porque tengo 60 años, unos anteojos que se me caen y se que tenes aspecto de escritora, lo presiento.
- esta bien, gracias... y con los anteojos, proba con usar un alambre, o con un pegamento transparente para pegar el doblez y que no se abra tanto.
- bien pensado, con más razón, sabes arreglartelas, no hay muchas mujeres así.
- eso porque a las mujeres no se les da la oportunidad. Vamos a hacer un trato, si algun dia publico un libro, vas a ser a la segunda persona que se lo entregue.
- guardame una copia autografiada.
- seguro.
- adios Mildred Ratched.
- adios... espera... ¿tu nombre?.
- Samuels Tompson... solo Sam.
- bien, que tengas linda tarde.
- igual para ti.

Salí con una sonrisa inmensa en mi rostro, Mildred Ratched... escritora, sonaba lindo eso. Sí... me gustaba.


Perdonen por tardar en actualizar, espero que les esté gustando.

Nuestro Propósito (Mildolyn)✧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora