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El chico que estaba sobre la cama, dormido, era observado con hambre y lujuria. Estaba vestido de blanco, con una rosa roja a medio marchitar entre sus manos. Uno de los brujos principales rodeaba el cuerpo, deseándolo con hambre.

— los cazadores vendrán por él. — dijo el brujo con un parche en el ojo. — necesitamos un hechizo para adelantar el tiempo, no podemos permitir que se lo lleven. Ya me reventó un ojo, así que lo quiero de vuelta. — alegó.

— cállate. — le gritó una bruja. — luego de que lo matemos, su carne será nuestra, después tendrás tu ojo de vuelta. Y aunque lo salven, el veneno es tan potente que dormirá 100 años, pero no durará ni 10 días.

— ¿su carne será suficiente para todos?

— 1.75 de altura y unos 55 kilos entre un aquelarre, un mordisco será suficiente. — respondió otra. — pero no servirá de nada si llega ese cazador. Adelanten el tiempo y maten a esos imbéciles. — ordenó. — iré a preparar a los niños.

Una vieja bruja se paró frente al brujo blanco, observándolo a detalle. Su piel nívea, su cabello oscuro como al noche, sus labios rojizos. Un apuesto muchacho, con una belleza que no merecía ser destruida, pero no interesaba. Tomó la mano del chico y cortó su palma, haciendo que un par de gotas cayeran en un recipiente con leche para luego tomarla.

La piel de la bruja empezó a rejuvenecer por un instante, sentía la vitalidad de la juventud recorrer por su cuerpo, aunque el efecto no dudaría para siempre, sus poderes tomarían la energía que ahora la llenaba. Renunciaría a su belleza y tomaría la inmortalidad, una inmortalidad llena de lujos gracias a la magia es su portal a la inmensa riqueza.

La bruja empezó su conjuro.

Los poderes de una bruja que le dedicó su alma a algo que esta mucho más allá de le existencia del universo, los poderes que sus deidades les daba a cambio de algo que ni siquiera existía los llenaba de dicha.

El sol, la tierra, la luna, la vía lactea no eran nada comparadas a su poder, incluso el tiempo no era nada comparado a lo que nutría su poder.

El sol y la luna giraron hasta la noche deseada, con la luna brillante a lo alto del cielo, despejada y con un intenso color azul como los ojos del brujo blanco.

Los brujos trajeron a los niños, encadenados y muy gordos, los últimos días los habían engordado para la ocasión. La bruja vieja sacó una enorme daga, tomando a una niña y poniéndola contra la mesa donde estaba JinYoung.

La pequeña dio un grito de horror al ver el cuchillo, bajando hasta su pecho. No terminó de bajar y se escuchó un fuerte disparo, uno que mató a la bruja.

— no hay tiempo, maten al brujo ahora. — gritó una bruja, tomando el cuchillo para enterrarle el cuchillo en el pecho.

JaeBum empezó a disparar contra todos y todo, menos a los niños y al brujo blanco. YuGyeom, con sigilo, empezó una masacre entre los brujos, matando a los brujos con su espada. El menor llegó hasta el brujo, intentando despertarlo, aunque parecía en coma.

— demonios, despierta, despierta. — ya no había tiempo, aún quedaban brujas que matar.

Okay, matar a las desgraciadas primero, luego despertaría al otro chico del coma.

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YoungJae miraba hacia el bosque, tomando con fuerza la escopeta. Los pequeños lobeznos estaban a su lado, jugueteando, mordiéndose cariñosamente, persiguiendo su cola, pero siempre pendientes por si su dueño aparecía.

Desde que su papi no llegó a casa con ellos, JinYoung ha sido el único encargado de cuidarlos, dándoles un poco de leche, consiguiendo carne para alimentarlos, cepillando los nudos de su pelaje. Se dieron cuenta que su única familia quedaba en ese brujo, a cambio el bosque le daría lo suficiente para que su vida sea próspera.

El mayor de ellos alzó su oreja, mirando atento. Empezó a gruñir, acto seguido, sus hermanos mordieron la ropa del chico, tratando de sacarlo de allí.

YoungJae no iba a discutirlo, algo malo sucedería, lo intuía, así que corrió con los cachorros. La muerte no se sintió bien la primera vez, y no volvería allí.

Al llegar a la casa de su amigo, uno de los cachorros corrió para sacar un libro grueso y llevarlo afuera, donde la brisa abrió se abrió en cierta página, con ilustrados claros.

Tomó el libro para leerlo, mirando las imágenes. Eran claras instrucciones de cómo despertar a alguien bajo el envenenamiento de una bruja.

Entró a la casa, cerrando con llave la puerta. Se escondió en el cuarto que su amigo le prestó. Los cachorros se refugiaron bajo sus brazos, con la esperanza que los primeros rayos del sol llegarían y los protegerían de todo mal.

Pequeños crujidos sobre el techo, alguien intentaría entrar. Apagó la vela y se escondió bajo la cama junto a los cachorros, dejando el arma que YuGyeom le dio para defenderse. Rompieron la ventana y entraron. No sabía qué hacer, así que solo guardó silencio, cubriendo su boca con sus dos manos y aguantando los sollozos.

Botas gruesas se vieron, dando pasos lentos, pausados. Algo maligno, ya que el suspenso lo alteraba, pero no podía ceder. Se detuvieron frente a él, por lo que sus lágrimas cayeron más rápido, mojando sus mejillas y manos.

Dieron vuelta la cama, revelando su escondite. Un brujo muy feo. Soltó un fuerte grito asustado, empezando a gatear para huir, aunque él lo tomó de las piernas, arrastrándolo.

Su ropa se subió, haciendo que el arma se perdiera. El brujo lo tomó de la cintura, trepando por su cuerpo hasta su cuello. Iba a morir ahora sí.

Apretó su garganta, sin poder tomar aire, sintiendo nauseas. Su visión era cada vez más borrosa, sintiendo la muerte cerca. Sus piernas dejaron de patalear, sus manos ya no podían luchar, su vida estaba acabando. Cada vez perdía más la consciencia.

Uno de los cachorros salió de su escondite y se lanzó contra la pierna del hombre, enterrando sus colmillos en los muslos del hombre. El dolor lo distrajo, soltando al muchacho.

YoungJae tomó una enorme bocanada de aire, respirando agitado, recuperando su oxígeno. No perdió el tiempo y empezó a buscar el arma que le dieron. Estaba cargada, estaba lista, sin seguro. Buscó con sus manos desesperado, hasta que dio con ella y apuntó al brujo, que lanzó lejos al cachorro, capaz haciéndole mucho daño, luego volteó a verlo.

— oh, no te atreverías..

— ¿a que no?

— ya lo veremos.

— que no. — antes que añadiera algo más, Choi simplemente le voló la cabeza.

witch hunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora