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Oh, por supuesto que sí iba a ser de JinYoung, y JinYoung iba a ser suyo.

Con sus cuerpos unidos en un abrazos; empezaron las caricias y los besos. Dios, la textura de los labios del menor eran tan malditamente gloriosos, pero había algo que le molestaba. Tenía pésimo aliento, pero ya qué, después de todo, se había acostado con borrachos o fumadores.

Metió sus manos de la ropa del castaño, acariciando su piel, pero ésta también parecía una molestia. Era terriblemente áspera y reseca, agrietada. No era como la de ayer en la mañana, cuando estaban recostados entre las hojas y la tierra y lo recorría con lascivia.

- ¿sucede algo? - preguntó él, mirándolo a los ojos. - ¿acaso ya dejé de gustarte?

Su mente le gritó que ese no era JinYoung, no era ese JinYoung de ayer o de anteayer. Claramente no lo era, definitivamente no lo era. Alguien como JinYoung no cambiaban de la noche a la mañana, eso lo entendió ayer. Pero su corazón creía en esa ilusión, quería creer que allí estaba aquel encantador chico entregándose a él. Su corazón y lujuria deseaban eso, deseaban creer en la ilusión.

Apagó su mente por unos instantes y desnudó a la persona en frente de él, apreciando la perfección, pero al momento de tocarlo todo se deshacía como arena cayendo entre sus dedos. Cuando él quiso acercarse para también quitarle la ropa, lo detuvo unos segundos.

- ¿por qué me evitas? - preguntó el otro, mirándolo con algo de irritación e incredulidad. - pensaba que yo te gustaba. ¿Vine aquí solo para que me rechazaras comos si nada? - y JinYoung no usaría esas palabras ni tono.

Pateó fuertemente el estómago de la persona frente a él, haciéndolo caer directamente. Tomó algún cuchillo a la mano y se acercó al cuerpo. Agarró una porción del cabello del chico y lo arrastró hasta el frente de un espejo, hincándose con el otro entre su brazo, amenazándolo con un cuchillo con el otro brazo en su cuello, detrás de él. Ambos se veían directo ante el espejo.

- me gustan los juegos rudos. - se excusó, reteniéndolo más fuerte para causar dolor. - dime algo para no clavar este cuchillo en tu pecho mientras te penetro sin piedad.

- p-por favor... basta. - sollozó. - basta de golpes, quiero irme... - miró su expresión frente al espejo; estaba llorando, con sus manos en sus brazos, tratando de apartarlo entre rasguños. - JaeBum... - el mencionado lo golpeó en la quijada, volteando su rostro a un costado. Tomó su mentón, volviéndolo al frente, encontrando a un horrible brujo necrótico. - ¡maldito bastardo!

- mierda... - murmuró.

Soltó al brujo entre sus brazos, aún con su cuchillo en su mano. El brujo se volteó rápidamente, subiéndose sobre él para arañar su rostro. JaeBum, a tientas, empezó a apuñalar al sujeto sobre él.

- ¡tenemos su corazón! - gritó con una voz ronca y rasposa, pasando sus largas, filosas y hongosas uñas por todo su rostro, cuello y pecho, aunque fuera apuñalado ya varias veces. - y bajo la luna azul los siervos del demonio deborarán su carne y beberán su sangre para recibir a su pastor, bendecidos con la oscuridad hasta que el primer rayo del sol nos bañe de inmortalidad.

- ¿¡en dónde está él!? - gritó lleno de rabia, logrando empujar el cuerpo sobre él hacia otro lado. Se arrodilló, frente al sujeto y estiró la palma de éste, clavándola con el cuchillo al suelo. - ¿¡DÓNDE LO TIENEN!?

- y aunque te dijera jamás lograrías llegar a él a tiempo. - le susurró el brujo, burlándose. - su alma ya fue ofrecida, y cuando sea aceptada, comerán su corazón.

JaeBum se puse de pie rápidamente, ignorando el dolor en su pierna, y abrió la puerta, dejando entrar la luz del sol. El brujo era horrible. Tenía una panza cervecera, una nariz de pico llena  de verrugas, ahg, no quería entrar en detalles.

- bien, está bien. - dijo sereno, ocultando su profunda ira lo mejor que podía. - únete con las otras perras. - tomó un arma de su equipaje y cuando estaba a punto de dar su tiro de gracia, el otro habló;

- le enviaré tus saludos, cazador. - y le disparó. JaeBum quedó pensando en esas palabras.

- jodida mierda. - maldijo en voz baja.

Miró hacia la puerta, notando que la gente afuera lo miraban con terror. YoungJae y YuGyeom estaban allí, a punto de entrar al lugar, pero se quedaron estancados con toda la gentuza. Y el alcalde apareció entre la gente.

- señor Im, ¿hay algo que deba saber? - preguntó éste, mirando toda la escena montada.

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- este lugar se estaba pudriendo desde hace años, el problema no era que los niños desaparecieran, sino que ellos vivían entre ustedes y así controlaban todo, haciéndoles pensar que podrían vivir un poco más tranquilos. - soltó JaeBum una vez en la alcaldía. - esta es la punta del iceberg. Y debo volver a ese bosque a encontrar a alguien, porque de ese alguien dependen todos, las brujas, los niños, las personas, todo.

- ¿y quién es ese alguien? - preguntó el alcalde.

- JinYoung, Park JinYoung. - respondió.

- pero si JinYoung paseaba por el pueblo esta mañana. - dijo YoungJae. - me topé con él y le dije que lo buscabas, así que él me preguntó dónde encontrarte, y cuando le respondí, me dijo que necesitaba privacidad.

- no era Jin. - le dijo JaeBum en un tono pesado. - era un brujo, iba a... - mejor guardó silencio. - en fin, lo descubrí y me logré matarlo a tiempo.

- entonces... tendremos que volver a ese lugar, barrerlo hasta encontrar a Jin, y luego planear algo para detenerlos permanentemente.

- ¿y qué hay de los niños? - preguntó el alcalde.

- si no tienen a JinYoung, no tocarán a los niños. - le respondió YuGyeom. - o por lo menos no los tocarán hasta el 30 de octubre o 1 de noviembre. JinYoung es el Rey en este juego de ajedrez. JaeBum es la Reina, yo la torre y usted el caballo.

- entiendo. - les dijo la autoridad.

- pero JaeBum está herido. - dijo YoungJae. - ¿y si los atacan otra vez?

- esta vez iremos armados. - le respondió YuGyeom. - estaremos preparados.



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Ayer escribí este capítulo porque andaba inspirada y lo hice antes de que se me fuera.
Provecho

witch hunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora