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Al salir de la caverna, las brujas y brujos que lo veían desde afuera lo miraban con hambre, lascivia, odio, lujuria, expectación, morbo, incluso desprecio. Se sentía como la fruta prohibida que tentó a Eva.

- esos bonitos ojos azules serán míos. - le gritó una de las brujas, burlándose.

Un puntapié en su muslo lo hizo caer en el suelo, con su cara contra la tierra. Empezó a llorar, gimiendo del dolor por las nuevas heridas hechas en su cuello y brazo, abriendo más las heridas que ese lobo le había hecho.

Una lengua lamió esas heridas olvidadas en su espalda. Bífida, como la de una serpiente, lamiendo dentro de su carne, directo a sus músculos. Una mano se puso sobre su nuca, empujándolo contra el piso para retenerlo allí mientras empezaba a mordizquear su espalda, dándole la primera probada.

Varios gritos fueron reprimidos, mientras el dolor se expandía y nublaba su juicio. En algún punto llegó a desmayarse.

Cuando volvió a abrir sus ojos, su mandíbula dolía, pero su boca ya estaba vacía, sin mordazas, sin ataduras. De hecho, estaba en una cama acolchada, con arropado con una manta y sus brazos estaban vendados. Al reincorporarse, vio que su ropa fue cambiada y su torso estaba vendado para cubrir las heridas en su espalda.

Estaba sano, pero no a salvo.

Al quitar su manta para ver el resto de su cuerpo y vio un grillete en su tobillo, supo que todavía estaba dentro de ese bosque.

Abrazó sus muslos y apoyó su frente en sus rodillas, empezando a llorar, lleno de rabia y tristeza, aunque ya no tenía más lágrimas, hace 3 días que no bebía o comía algo, estaba seco, solo eran su lucha y sentimientos para salir del agujero.

Y su odio a Im JaeBum lo haría salir del bosque. Solo quería golpearlo, patearlo, golpearlo, patearlo en el suelo, golpearlo con anillos o algo para golpear personas.

Alzó su mirada y vio a su lado, una mesita de noche con un vaso de agua. Sin dudarlo lo tomó y le dio el primer sorbo, comprobando que sea agua, y como segundos después no sucedió nada, terminó de beber el resto. Había un jarrón al lado, con una hogaza de pan, sin dudar, los devoró sin dudarlo, hasta saciarse.

Sacudió las migajas de la cama y se acostó nuevamente, esta vez de lado, algo adolorido por las heridas en su espalda. Si tan solo estuviera fuera del bosque, aunque sea unos 2cm fuera, lograría sanar esas heridas, sin dejar rastros ni cicatrices.

La puerta se abrió y miró a la bruja que entró. Tenía su cabello largo hasta la cintura, y un vestido andrajoso y negro que cubría todo su cuerpo. JinYoung la miró desde su posición, paralizado como si estuviera en una noche de pesadilla sin luna y estrellas.

- al fin despiertas. - le dijo ella. - pensaba que debía traer de nuevo al doctor. - ella se acercó, sentándose a los pies de la cama. - tratamos todas tus heridas, limpiamos tu patética cara y te tratamos como una princesita.

- ¿cuánto falta para esa noche? - preguntó JinYoung con mucho miedo.

- una semana. - le respondió ella, tomando las mantas para descubrir su cuerpo y apreciarlo. - como viste, somos una comunidad enorme, y tu cuerpo solo es un mondadientes. Comerás a cada minuto hasta que tu panza sea tan grande como la de una embarazada.

- ¿por qué secuestraron a los niños si me querían a mí? - al terminar la pregunta, mordió su lengua arrepentido, pues tenía miedo de saber la respuesta muy pronto.

- cuando llegue esa noche, estarás sobre una mesa encadenado, con ropa blanca para resaltar tu pureza, escucharás gemidos y blasfemias, causaste impresión en muchos. Llevarás una corona de plata que pronto oscurecerá, y a tu alrededor respirarás la sangre de inocentes corazones, te cubriremos de sus lágrimas, y cuando llegue la hora, abriré tu pecho y tomaré tu corazón. De tan solo pensarlo, me hace pensar en cómo un virgen como tú puede ser tan caliente. Esos bonitos ojos azules van con todo, ¿no es así? Con sus labios rojos, y esa cabellera oscura. - ella se acercó más a él, sentándose a la altura de su pecho para tomar su rostro. Tenía sus ojos hinchados y con bolsas, lleno de ojeras y lágrimas secas, y sus labios estaban partidos por la deshidratación. Ella lo tomó de las mejillas, cubriendo sus labios. - una vez fui igual de bonita que tú, pero la belleza no es como el poder. Me dio igual todo, probé la mantequilla, tuve hermosos vestidos, me acosté con hombre hermosos, y ahora ya es tiempo de volver a mi vieja vida. Tú no lo entenderías, eres bueno y haces que todos te amen sin importar qué, así que hacer el trato con el bosque no fue tan difícil. Yo pude tener lo que tú tienes, pero no es tan divertido como esto.

La puerta se abrió otra vez. Esta vez era un brujo que trajo una bandeja llena de comida.

- es hora de alimentar a la princesita. - le dijo él con sorna. - come como una cerda embarazada. - JinYoung volteó su mirada, lentamente, encontrando tripas de cerdo crudas. - ¿qué sucede, princesita?, ¿no es lo que te daban en casa?, ¿no era lo que el cazador te traía?

- n-no... - susurró asustado, con una voz suave para no hacer enojar más al sujeto. - no nos... no nos conocemos...

- ya déjalo. - le mandó la bruja. - ¿que no ves que se va a morir pronto? Dale un respiro, pobrecito, ya ha sufrido bastante. - la fría mano de ella acarició su cabellera, peinándolo. - si le pones una mano encima, te las cortaré.

- ¿cómo te llamas...? - preguntó tímidamente JinYoung, siempre con terror en su voz, lo que la hacía más suave y pausada.

- tú no puedes saberlo. - le advirtió el brujo, haciéndolo voltear el rostro hacia un lado, evitando mirar a ambos.

- Vivían. - respondió ella, sin mucha importancia. - hay gente que le canta a las vacas para que den mejor leche y su carne sea tierna. Tú debes estar en forma para esa noche. Me asignaron a ti, así que será bueno que lo sepas. - tomó un poco de carne cruda, acercándolo a los labios de JinYoung. - esto lo comía mi madre cuando estaba embarazada, te dará nutrientes.

Realmente no quería comerlo, y no quería morir, pero entre morir de hambre o morir en un aquelarre, para darle algo a esas perras, mejor moría de hambre. O intentaba comer y luego escapar.

Finalmente, lo comió. Y ella le dio más, hasta acabar el plato. Luego tomó un gran vaso de agua, dos, de hecho. Los brujos se pusieron de pie. Vivían tomó las mantas, arropándolo hasta el cuello.

- si intentas escapar, el bosque se cerrará sobre ti. - le advirtió ella, saliendo del cuarto. Se escuchó cómo la puerta se cerraba con llave y candado.

Metió 2 dedos hasta su garganta, asegurándose de botar toda esa carne que había comido. No era un animal salvaje para caer en esa dieta.

Aún no había caído tan desesperado.

witch hunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora