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El día transcurría normal fuera de aquel tenebroso sector del bosque. La luz que entraba entre la timidez de los árboles, que iba variando de color según la hora del día.

Obviamente no se iba a quedar allí parado, esperando a que los cazadores volvieran antes de que oscurezca. Empezó observando los árboles, encontrando a pequeños pichones esperando a por sus padres. Le dio ternura verlos, por lo que se sentó en el suelo, escarbando un poco hasta encontrar uno que otro gusano para dárselos. Luego de unas horas rondando por allí mismo, se sentó unos minutos, esperando a que esos chicos salieran a tiempo.

Tomó una pequeña ramita y empezó a dibujar en la tierra, esperando. Hasta que sintió unos quejidos. Volteó a ver qué sucedía, y solo era un pequeño lobezno perdido. El pequeño empezó a caminar hacia el bosque, por lo que el chico se puso de pie rápidamente para evitar que cometiera suicidio. Y la cría cruzó el límite, adentrándose unos cuantos metros.

Bueno, solo eran unos cuantos metros. Unos cuantos metros no le hacían daño a nadie. Con mucha fuerza de voluntad y valentía entró a aquella parte. El ambiente cambió automáticamente. Se abrazó a sí mismo, caminando hacia el cachorro que corrían con sus pequeñas patitas mucho más adentro, hasta esconderse detrás de un árbol enorme.

- vamos, tenemos que salir de aquí, bebé. - murmuró mientras se acercaba detrás del árbol, sin encontrar a nadie. - hey, ¿dónde estás...? - susurró preocupado. Al dar la vuelta completa al árbol no encontró a nadie ni nada, por lo que iba a empezar a correr. Era una trampa.

Volteó, mirando el interior del bosque y cómo una tétrica oscuridad se acercaba lentamente hacia él, sin rastros de aquellos chicos. Lo sentía, pero no podía seguir, no solo.

- tu corazón. - un enorme lobo negro rasguñó su brazo, volteándolo para que lo viera a la cara.

Cayó de espaldas al suelo, tocando la herida en su hombro y empezó a arrastrarse hacia atrás mientras el animal se acercaba a él. Cuando el lobo abrió su hocico, JinYoung se puso de pie, dispuesto a huir del lugar rápidamente. El lobo aulló agudamente, desorientando al chico por unos momentos. Éste caminó a tropezones, llegando a la orilla de un hueco que llegaba a una cueva subterránea. Un fuerte rasguño en su espalda lo hizo caer allí, aplastando su brazo fuertemente, de seguro esguinzándolo.

La luz apenas entraba a ese lugar, y el aire era sofocante, como carne podrida y la tierra húmeda lo hacían temblar, siendo también el miedo lo que lo petrificaba. Rodó con cuidado sobre su espalda, mirando hacia arriba, notando que debió ser una caída de al menos 4 o 5 metros.

- ayuda... - susurró apenas. - ayuda, por favor... - tenía un fuerte nudo en su garganta y el aire había abandonado sus pulmones, haciendo imposible gritar. - JaeBum... JaeBum...

Alzó un poco su brazo herido, notando que su muñeca estaba fracturada y su hombro dislocado. Ahora solo le quedaba esperar la muerte.

Empezó a llorar en silencio, quedando acostado sobre su estómago mientras se lamentaba por haber caído en una trampa tan estúpida como esa. Las heridas en su espalda ardían como un incendio en verano, y su brazo herido era atroz, pero, después de todo, era su compromiso, era el compromiso que había jurado ante el bosque; proteger hasta la criatura más pequeña, pero eso no importaba ahora, iba a morir, era su fin y nadie lo salvaría.

Pero lamentarse no lo llevaría a ningún lado. Alzó su mirada, viendo hacia donde la luz no llegaba, notando una sombra, resaltando en la oscuridad. Se dio vuelta, intentando alejarse a medida que aquella silueta humanoide se iba acercando a él. Su voz estaba apagada, ahogada. Estaba temblando de miedo y de frío, con su cuerpo lleno de dolor, y su brazo inútil.

- tu corazón... - una vez que aquella figura salió a la luz, lo pudo observar mejor.

Era un brujo, desnudo, con su piel pálida, blanca, y un enorme estómago que caía como una bolsa sobre sus genitales, y con pechos gordos que quedaban posados sobre su barriga, que solo era mantenido por piernas muy, muy delgadas, esqueléticas. Tenía una nariz puntiaguda y una sonrisa torcida, mostrando los 2 o 3 dientes que le quedaban y lengua negra y larga babeando.

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras se arrastraba, hasta llegar a un muro, lejos de la luz. Sus labios empezaron a temblar, amenazando con gritar romper en llanto en cualquier momento, y aunque quisiera gritar, no lo lograría. Estaba paralizado

El brujo lo tomó de su brazo herido, empezando a arrastrarlo, lo que al fin logró sacarle un grito, uno lleno de dolor y desesperación. Llegaron al as de luz y fue tirado allí, en el medio. Su mano libre, empezó a tocar entre su ropa, buscando el cuchillo que JaeBum le había dado para defenderse, hasta que lo encontró. Con la poca fuerza que tenía, logró ponerse de pie, sin importar que las garras del brujo rompieran un poco más su brazo, y se quedó frente a él, esperando a que llegase.

Se tiró sobre él, pero luego se quedó quieto. Ambos cayeron al suelo, y JinYoung lo miró con horror, temblando completamente ante lo que había hecho. Se dieron media vuelta, dejando en evidencia lo que había sucedido. El cuchillo estaba clavado en la enorme barriga colgante del brujo. Pero eso no le daba la certeza de que todo estaría bien. Tomó el cuchillo, sacándolo, y volvió a enterrarlo, y así una y otra vez, frenéticamente, de manera irracional hasta que el estómago de lo que alguna vez fue un hombre, solo fue carne molida y tripas trituradas.

Su ropa quedó empapada, llena de sangre, hasta su rostro y cabello estaban salpicado de aquel líquido. Se quedó quieto unos minutos, mirando lo que acaba de hacer y el cuchillo que tenía en su mano. Estaba solo, con miedo y frío, lleno de dolor y atormentado.

Soltó el cuchillo, enterrándolo en la tierra y se quitó la chaqueta, recostándose en suelo y se cubrió, tapando las heridas en su espalda y su brazo herido. Cubrió su rostro con su otro brazo, sin querer mirar la noche sin estrellas y sin luna que aparecía ahora.

witch hunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora