18) Confesión

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   Era una tarde común y corriente para los chicos. Habían quedado para comer en casa de Willy, y después de la deliciosa merienda que había preparado el albino, se pusieron a jugar videojuegos.

   Risa tras risa, muerte tras muerte, se la estaban pasando bien. Sin embargo, llegó un momento en que la tranquilidad se esfumó, porque había algo entre ellos que no podían evitar o negar, su mutua atracción que a toda costa intentaban ignorar. Empezó por pequeños roces que había entre los dos; hace algún tiempo esto no hubiese sido nada más que un pequeño roce, al fin y al cabo eran amigos; pero ahora era diferente porque sus sentimientos se interponían en cada acción y cada mirada que intercambiaban.

   Fargan cada vez se ponía más nervioso, pero pudo ocultarlo bastante bien la mayor parte del tiempo. Willy por su parte se sentía un poco culpable, porque ya había aceptado sus sentimientos, pero no sabía cómo ni cuándo expresarlos, además que aún le costaba asimilar la situación, y todavía tenía dudas sobre si era correspondido o no.

   No le tomaron mucha importancia a las sutiles señales que emanaban indirectamente, querían que fuera un día normal sin complicaciones, así que más tarde hicieron justicia a su costumbre de mirar una película al menos una vez a la semana.

   La película fue bastante larga, y cada uno se sentó a un lado del sofá, Willy cubriéndose con una manta, mientras Fargan se encontraba en el lado izquierdo cómodamente sentado y afirmándose en el brazo del sofá. A medida que la película pasaba, instintivamente se acercaron un poco más al centro del asiento, pero sin darse cuenta, ya que simplemente se acomodaban para no estar en la misma posición siempre.

   Llegó un momento en que la película se puso un poco tediosa, y ya se estaba haciendo un poco tarde, así que el albino fue el primero en quedarse dormido. Unos minutos después Fargan cayó, y literalmente cayó en el hombro de su amigo, quien al estar dormido no notó su presencia. A su vez, la cabeza de Willy en un momento terminó posándose encima de la cabeza de Fargan, creando una escena tierna para cualquiera que los viese. Y Así se quedaron por varias horas, sin darse cuenta, estaban pegados el uno al otro, sintiendo el calor del contrario y acurrucándose cada vez más para estar más a gusto.

   Al pasar un tiempo, el castaño se movió bruscamente, lo que causó que su cabeza se deslizara del hombro de Willy, haciendo que Fargan se tensase y despertase de golpe. En cuanto pasó esto, se dio cuenta de lo que había pasado. Quizás no era la gran cosa, pero para él significaba mucho más. A pesar de en parte desear estar cerca del albino de aquella manera, entró en pánico, porque le costaba asimilar el hecho de que le gustase.

   Tras aquel movimiento, Willy también despertó, y un poco somnoliento empezó a hablar.

—¿Qué pasa, tío?, ¿Nos quedamos dormidos?, ¿Qué hora es?

—Al parecer—respondió el castaño indiferentemente.

El albino notó que algo andaba mal, tampoco era ciego para ver que algo pasaba entre los dos y no tenían esa misma dinámica de siempre.

—Fargan, ¿Te pasa algo?

   El recién nombrado negó, pero Willy no le creyó y siguió preguntando qué le pasaba, mientras el castaño mentía que no sucedía nada. Llegó un momento de tal insistencia por parte del albino que Fargan se puso demasiado intranquilo y se levantó al baño para irse a lavar la cara; Willy quedó atónito, puesto que su amigo estaba actuando de una manera extraña repentinamente, siendo que en toda la tarde no hubo ningún problema.

   Acto seguido decidió ir a buscarlo, y sin tocar la puerta, entró sin más, ya que no estaba con cerrojo. Ahí se encontraba su amigo con las manos en su mojada cara, cómo si estuviese ocultándose. Willy lo tomó de las muñecas suavemente para apartarlas de su cara, y vio que el castaño tenía los ojos un poco cristalinos, como si unas pequeñas lágrimas amenazasen con salir. Fargan se sintió un poco avergonzado al respecto, por dejarse ver así, por no poder ocultar bien lo que sentía, pero por dentro le estaba matando el no ser sincero con sus sentimientos.

—Que no puedo más, no puedo, ¡no puedo!—Fargan negaba con la cabeza.

—¿Qué no puedes?

—Willy, amigo, traté de reprimirlo, pero no puedo, no puedo más.

   Willy se quedó callado esperando que el otro continuase, no estaba seguro de lo que estaba pasando y le dolía ver a su amigo así de mal. Le preguntó nuevamente qué le pasaba, y Fargan se dio media vuelta sin atreverse a mirarlo a los ojos.

—Tío, es que...—se llevó las manos a la cara tratando de contener unas lágrimas rebeldes que escapaban por sus ojos—no sé cómo ni por qué, pero siento una atracción hacia a ti, pero diferente—le costó pronunciar estas últimas palabras sin que su voz se quebrase un poco.

   Ahí fue cuando Willy por fin entendió lo que estaba pasando, no era algo que no sospechase después de su conversación con Vegetta, pero no se esperaba aquel colapso por parte del otro, pensó que se trataba de algo diferente, como del desahogo del otro día. Así que suavemente lo tomó de los hombros para casi forzarle a que le mirase a los ojos. Con su dedo pulgar limpió una pequeña gota que caía en la mejilla del castaño, quien atentamente lo miraba.

—Fargan, que está bien—dijo con dulzura.

—¡Que no!, que no está bien, ¡tú eres mi amigo, coño!—se le notaba desesperado.

—¿Y qué? Eso no quita que me gustes también—confesó Willy.

   Fargan quedó pasmado ante aquellas palabras, nunca se le pasó por la cabeza aquello. No esperaba que el sentimiento fuera muto. Además, aún se sentía raro, como si no estuviese bien. Nuevamente entró en pánico y se soltó del agarre del contrario bruscamente, saliendo del baño a paso rápido y tomando sus cosas. No podía pensar bien en ese estado y decidió marcharse sin siquiera despedirse.

   Willy se quedó solo en su casa, un poco triste por lo sucedido, entendía un poco a Fargan, se le notaba el miedo que llevaba encima, pero a su vez le pareció grosero que se haya ido de esa forma, sin hablar las cosas primero. Lo bueno es que se había sacado un peso de encima ya que confirmó que sus sentimientos eran correspondidos. Esa noche no pudo dormir bien, intentó llamar al castaño un par de veces, pero no hubo respuesta.

   Fargan se dirigió directo a su casa, apagó su teléfono, y se encerró en su cuarto, a pesar de ser el único habitante de la casa. Se odiaba así mismo por aquella escena, haber perdido el control, y de tener ese miedo que le impedía ser feliz. Aún así se fue a dormir, esperando que la almohada pudiese borrar todo lo que había pasado en las últimas horas. 

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Pero Fargan n0o0oOo0oO

El Momento Exacto [Willgan AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora