32. Despierta

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Martes, 16 de junio, 2015.

THIAGO

Mi mariposa ya no vuela, sus alas están rotas. Mi mariposa está quieta, le he abiertos las alas demasiado y le he hecho daño. No quería hacerle daño porque suficiente dolor habíamos tenido en nuestra existencia, pero ya es tarde porque le he roto las alas.

Mi mariposa no llora ni tampoco ríe. Mi mariposa sólo descansa mientras el silencio se lleva el último aliento de vida que le queda, pero aún procuro guardar su belleza para mí, porque gracias a ella aprendí a amar, y de una manera u otra sus alas fueron mi salvación.

Yo fui despiadado. ¡No, soy despiadado!

Yo soy un mal chico, no un chico malo, nunca pretendí ser otra cosa. He hecho cosas de las que no estoy orgulloso. He visto cosas que no se pueden ver. He causado dolor que no puedo deshacer.

Equivocarse es de humano, pero justificarse es de cobardes porque al final del camino...

Todo fue mi elección.

Cada decisión.

Cada dolor que cause.

Lo correcto y lo incorrecto nunca importó. Hasta que la conocí a ella.

Porque solo mi mariposa fue capaz de curarme. Y algún día, con ayuda de su recuerdo, volveré a desplegar mis alas.

Llevo media hora sentado en la misma posición viendo a Judith y pensando. Se me ha enturmecido las piernas y mi respiración entrecortada se relentaliza por momento.

Es lo que me ha provocado hacer con su estupidez, pudo haber evitado que eso sucediera.

Jamás he querido romper a mi mariposa. No cuando la quería en mi colección.

Su cuerpo no se mueve, no he dejado de mirarla en todo el rato, esperando un mínimo movimiento suyo.

Jamás debí saltar encima de ella así y haber presionando mis manos llenos de ira en su precioso cuello. El no poder echar atrás las agujas del reloj es un martirio.

¿Qué debo hacer?

La amo demasiado como para hacerle daño.

«El amor es solo un cuento de hada. Una fantasía cruel que ilustra la brutalidad y la violencia de este mundo de forma paradójica Susurra. «Recuerda que el corazón solo bombea sangre, lo demás es mental.»

«Déjala aquí y corre detrás de Esther, tal vez tengas tiempo de atraparla y retorcer su cuello.» Dice alguien.

«Vete con ella puede que solamente esté desmayada.» Murmura otro.

«Entierra su cuerpo en el bosque y después huye del lugar, al fin de cuenta no hay delito sin cuerpo.» Opina otro.

Me levanto con dificultad, tomando el cuerpo, el hecho de que Esther este a pie facilita las cosas. Confío en que ella no es capaz de pedir un aventón a cualquier desconocido. En las condiciones que se encuentra dudo que llegue lejos. Luego de enterrar a Judith me encargaré de ella.

Decido arrastrar el cuerpo de Judith en la oscuridad e invisibilidad que me garantiza la noche y el estar solo.

Entro en el garaje y tardo cinco minutos en encontrar la pala. Vuelvo al cuerpo de Judith. Lo contemplo una vez más antes de llevarla en brazos y a paso ligero me adentro más en el bosque.

A medida que avanzo oigo ruidos entre las sombras. Las ramas me rozan la piel, la mía y la de ella. Siento como si alguien me estuviera espiando, doy media vuelta, pero no hay nadie.

Snap [Psyche#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora