JUDITH
Esquivando a los adolescentes ebrios Esther y yo caminamos hasta donde está el barman. La casa es hermosa y grande, me sorprende que no haya presencia de un adulto, ya que dudo mucho que la casa pertenezca a uno de ellos. En cada esquina hay una pareja besándose como si estuvieran solos, pongo los ojos en blanco y sigo pensando en lo que voy a pedir.
―Vodka ―escucho a la rubia pedir. La miro y se encoge de hombros.
El barman le entrega dos copas, ella me pasa una. Doy un trago y hago una mueca por la sensación de ardor en la garganta, Esther se burla de mí por la cara que pongo al terminar la copa y yo le dedico una mirada mortífera.
Pedimos unas cuantas rondas más, vamos a la pista de baile, con el alcohol ingerido en mi sangre y sin pensarlo demasiado invito mis caderas a seguir el ritmo de la caliente y sensual melodía. Esther decide ir por unos tragos más, dejándome sola en la pista.
Ya han pasado dos canciones y ella aún no regresa. Camino unos pocos pasos para luego tomar asiento en el primer lugar libre en la barra que veo y mi vista se encuentra perdida en la gente que se aprietan entre sí, mis ojos viajan de un lugar a otro hasta que se posan en un punto fijo, llamando mi atención, mi amiga se encuentra bajando las escaleras acompañada, pero lo que poderosamente llama mi atención no es ella, sino el par de ojos hermosos, brillantes y demandantes que jamás había visto en mi vida y que justo en ese instante repara en mi persona sin ninguna expresión. Pero no me está ofreciendo el tipo de mirada que diga "esa chica es linda" más bien una que podría interpretarse como "parece una loca sentada ahí". Mi boca se abre para llamar a Esther, pero las palabras no salen.
Ése que me fusila con la mirada tiene el tipo de ojos que se puede describir como azul profundo, con algunos destellos de marrón. Sus ojos me hacen una guerra, y es todo un ejército el que arremete bajo sus párpados, directo a mí, impidiéndome moverme, hablar, respirar e incluso existir.
Mi mente se ve envuelta en tantos pensamientos, pero uno sobrepasa cualquiera; el deseo de perderme en su mirada sin hacer ni una pregunta. Sus ojos se entrelazan con la mía sin dejar de seguir su camino hasta llegar en el último escalón.
No dejo de sostenerle la mirada ni en un solo minuto. Es extraño la forma que me siento solo con su mirada, es como si sintiera frío y calor al mismo tiempo.
¿Eso se puede?
El misterioso desconocido le susurra unas cuantas palabras a Esther sin dejar de mirarme y vuelve a subir, desapareciendo por las penumbras de las escaleras.
No sé en qué momento mi amiga llega donde estoy, arrastrándome literalmente a seguirle el paso y comenzamos a subir las escaleras.
―¿Adónde vamos? ―le pregunto cuando comenzamos a recorrer los inmensos y desiertos pasillos.
―Te voy a presentar unos amigos ―comenta, emocionada.
La miro levantando una ceja, conozco a todos sus amigos hasta los que tiene en otro país, no nos escondemos nada ni tampoco salimos una sin la otra. Al menos que sean algunos amigos de Abel, debe ser eso.
Dejo de pensar en eso al recordar aquellos ojos hechizantes que me causaron aquella sensación tan indescriptible y una sonrisa se dibuja en mis labios, pero también un escalofrío que me pone los vellos de punta, ¿por qué nunca antes lo había visto en una fiesta? Juraría que no es de aquí.
¿Será extranjero?
¿Desearía volver a verlo?
!No!
ESTÁS LEYENDO
Snap [Psyche#1]
Mystery / ThrillerEra una fiesta normal. Una fiesta con un simple e inocente juego de pulseras de colores. ¿Qué tan malo puede ser eso? Él ya lo había hecho con anterioridad, pero nunca fue encarcelado por sus crímenes porque nadie nunca sospechó que su rostro angeli...