27. Alas rotas

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JUDITH

No puedo moverme.

Me duele todo el cuerpo.

¿Tendré algunas cosas rotas?, ¿me habrá sangrado la espalda?

¡Dios, qué agonía!

Me he desmayado unas cuantas veces y el látigo en mi espalda a sido como un estimulante en mi cuerpo, forzándome a despertar con un sobresalto.

Tengo una venda en los ojos, y no puedo desatarla con las manos tan aturdida además, sería imposible porque estoy amarrada a una cuerda de terciopelo colgado a una de las vigas del techo.

Pero adivino su cuerpo en mi espalda.

Siento su aliento cálido sobre mi nuca y me produce escalofríos. Respiro mi propio miedo. Lanzo un grito al sentir el impacto del cuero en mi espalda. Tiemblo, mi corazón late con fuerzas. Tengo la sensación inusitada de tener fuego en ella. Con los brazos en el aire, con las muñecas atadas estoy a su merced y ahora entiendo más que nunca el comportamiento de Paloma.

No era una chica que tenía vicios, yo tampoco, no fumo, no bebo todos los días ni voy de fiesta en fiesta todas las noches, soy buena hija dentro de lo que cabe, algo amarga —para que negarlo, lo que es pues es— digamos que... soy una chica común.

Común, pero no corriente, ¿tiene algo de malo ser común?

Me gusta la poesía, me encanta ir por ahí leyendo a desconocidos que abren su corazón en un puñado de letras donde dejan ver el alma.

Me gusta bailar, salir a correr, me gustan los días nublados, los prefiero mil veces a los días soleados, adoro ese pequeño rayito que se cuela necio en algunas tardes de esas donde no crees que saldrá el sol.

Soy de pocas amigas, reservada, pero saben que pueden contar conmigo incluso para asesinar... (bueno no es para tanto, es una metáfora sí). O puede ser que no.

Pero lo que quiero dejar en claro es que las personas decían que Paloma era diferente por como actuaba, pero yo solo puedo llegar a ver una chica herida que pedía ayuda en la única forma que los demás podría verlo, a las personas le suelen llamar mucho la atención las cosas que no son comunes. Sin embargo, hoy en día casi todo lo que llaman diferente es lo mismo, pero contado por diferentes personas.

Entonces, lo único que puedo decir en medio de todo ese dolor es:

Pobre, pobre Paloma, con razón era tan inestable mentalmente como había confesado Marina. En el fondo nunca quiso ser diferente, sino una chica normal.

Y siento miedo en este instante porque sé que a Thiago no lo atraigo por ser diferente, sino por lo común que era, por como le recordaba a su hermana.

Y eso es bastante enfermo.

Siento un látigo azotar mi espalda y me quejo.

Me duele todo el cuerpo mientras trato de perderme en mis pensamientos para no sentir el dolor físico. Pero no sirve de nada.

—Eso es lo que le hacías a Paloma en el sótano de tu casa cuando tus padres no estaban, ¿verdad? —le digo con las pocas fuerzas que tengo.

—Silencio, Jude. No hables, déjate llevar. Algún día me agradecerás eso. El dolor solo es algo mental, olvídalo y te volverás inmune a ello.

—Es fácil decirlo cuando no estás en mi posición y no me llames Jude.

Bajo la mirada con los ojos vendados mientras se pierden en la oscuridad.

—Sabía que lo recordarías —dice levantando mi barbilla. —Siempre estuvo en tu mente, rodeado por la oscuridad de tu alma, ya no puedes huir.

—Esa misma oscuridad que viste en tu hermana y por eso la mataste. Eres un monstruo, Thiago —las lágrimas empapan mis ojos. —Y estoy segura que en unos minutos me matarás a mí también.

Snap [Psyche#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora