5. Fase de negación

2.6K 529 675
                                    

DEAM

Es otra noche igual que la anterior. Estoy dando otra fiesta y ni siquiera entiendo por qué lo hacemos cada noche. Es más que obvio que los mamones de los invitados solo vienen por el juego y las chicas quieren liarse conmigo o con cualquiera de mis amigos solo para convertirse en una celebridad en la universidad.

De vez en cuando aprovecho la situación, ¿por qué no? Ellas se ofrecen con sus vestidos que dicen fóllame y dime quién se puede negar a eso. Es una lástima que sean tan predecibles y no les importe arrastrarse solo por un poco de atención, por un cariño que de mi parte jamás van a encontrar.

Aprendí pronto que no encajo en la sociedad normalizada, estancada y predicada.

Nací para reinar sobre ella.

Sin preguntas.

El control no es solo una necesidad o un deseo fugaz. Es una necesidad tan apremiante como respirar aire. Yo soy control.

Muy dentro de mí acecha alguien que le gusta romper sus cosas, y las demandas constantes para saciar sus deseos son recurrentes. A veces, el impulso es lo suficientemente aburrido como para ignorarlo, pero otras veces, llega a ser tanto que el rojo se convierte en el único color que veo y anhelo.

Sin embargo, no tengo poco control de los impulsos como otros idiotas. Y ciertamente no estoy permitiendo que una mera compulsión, obsesión o fijación robe mi control. Soy un dios.

Por eso es imperativo mantener a esa parte de mí entretenido, calmado y absolutamente sedado. Si mi verdadera naturaleza fuera revelada al mundo, la situación se complicaría mucho, y muchos estarían jodidos, incluso mis padres.

El caos, los gritos, las risas de las chicas en la piscina se extienden en toda la casa, incluso el ruido de los colchones inflables de goma rozando la piel mojada me causa molestia.

Le doy una calada al porro, exhalo una nube de humo, rancio en el aire y me levanto del sillón, siguiendo a los chicos hasta la sala de juegos. Mejor, es el único lugar donde no tienen permitido entrar y en donde no podemos escuchar los gemidos de las parejas y no tan parejas, follándose en las habitaciones como animales salvajes.

Sin terminar de entrar bien, Ana, se engancha a mi cuello. La puerta se cierra de un portazo, el ruido se introduce en mí cerebro al mismo tiempo que su lengua lo hace en mi boca, le propino un empujón de inmediato. Ya ha pasado por mi cama de la manera más fácil posible.

Y solo por ese motivo no me interesa en lo absoluto.

―No me interesa una relación ―le digo, apartándola de mi camino.

Me siento en el sillón delante del televisor con las piernas abiertas mientras paso los canales.

―Eso ya lo sé tonto ―se acerca hasta mí y se sienta a horcajadas sobre mi regazo. ―No busco tener nada contigo.

Mentira, todas dicen lo mismo y luego yo termino siendo el patán cuando las ignoro al día siguiente de nuestro encuentro.

Cómo si hubiera sido yo el que las obligó a abrirse de piernas. Me caen mal las chicas que aceptan acostarse contigo sin compromiso y luego hacen un drama cuando las ignoras. Se ven desesperadas.

Decido jugar un poco.

―Ponte de rodillas.

La chica hace una gira mundial sobre mi regazo para alejarse en una buena distancia, luego avanza hacia mí a cuatro patas con la desesperación de una gata en celo.

Sus ojos brillan y probablemente esté borracha o drogada, o ambas cosas, considerando sus pupilas extremadamente dilatadas.

Deja caer su cabello sobre su rostro, y es como si tuviera un fantasma enfrente porque no siento nada.

Snap [Psyche#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora