Primer brinco

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Taehyung disfrutaba mucho de consentir a sus amigos. Él era esa clase de tigre que proveía a sus seres queridos, por muy anticuado que pareciera. Era algo así como eso que denominaba su bisabuela como un alfa. En la modernidad, rara vez se usaba ese término, por supuesto. Aquellos tiempos habían quedado atrás y con las nuevas leyes ya nadie creía en que existiera una casta superior. El mundo se movía a un mejor ritmo, lento y frustrante, pero iba mejorando. O en teoría así era.

Pero, a pesar de todo y muy secretamente, Taehyung se veía a sí mismo como un alfa. Tenía todas las características descritas en los libros. Era alto, su voz era grave, tenía una presencia imponente, era proveedor y protector. En lo único que fallaba -y realmente estaba orgulloso por eso- era en que no era celoso ni posesivo. En todos sus años, jamás se había sentido el dueño de nadie y, de hecho, odiaba que sus novias se callaran cuando desarrollaban sentimientos así.

Era un tigre y, sí, mordía y gruñía, pero también era humano y entendía cuando alguien llegaba a sentirse celoso con él. No le daba miedo ni le molestaba. Lo único que pedía era que hablaran con él sobre el tema para juntos solucionarlo. Aunque, lamentablemente, la mayoría de sus parejas se lo callaban y sólo exigían y exigían en silencio, lo cual como que lo asfixiaba, a veces.

Fue por eso por lo que, tal vez, se mantuvo soltero por muchos años. No había querido enredarse en complejas relaciones que, bien o mal, siempre terminaban por lastimarlo.

Sin embargo, los tiempos habían cambiado y su tigre había estado molestando, queriendo salir a gruñir por las noches para ver si alguna gatita acudía a su llamado. Taehyung había podido mantenerlo a raya, pero después de ver la felicidad de sus dos mejores amigos, ronroneando y brincando por todas partes, simplemente había cedido a la presión de su animal interior y, después de mucho tiempo, por fin se encontraba buscando una relación formal.

Después de The Purring Club, todo había ido como siempre. Había tenido citas muy divertidas, algunas un poco misteriosas, otras tantas muy pasionales, y si bien había intentado repetir con cada una de esas mujeres, resultó que ninguna buscaba nada serio. Taehyung no había culpado a ninguna de ellas. Él solía encontrar solamente ese tipo de personas porque ya estaba acostumbrado a siempre buscarlas.

El problema fue que ya no sabía cómo salir de ese círculo vicioso por más que lo intentara. Realmente puso todo su esfuerzo, pero su tigre no encontró a nadie con quien se sintiera feliz. Resultado de eso, había terminado tan desanimado al respecto que aceptó la propuesta de Jimin de salir con otro hombre sin ponerse a pensar en lo que significaba.

Aunque, siendo sincero consigo mismo, realmente no le causaba pánico ni un rechazo absoluto. Su naturaleza era la de un ser tranquilo y relajado, así que pensó que abrir su mente una vez más no le pesaría tanto. O eso trató de mentalizarse hasta que Jimin volvió a jalarlo fuera de su zona de confort.

—Acepté salir con otro hombre, ¿qué más quieres de mi? —le dijo mientras su mayor lo miraba fijamente del otro lado de su escritorio. Después de descubrir donde trabajaba, Jimin solía pasarse por su oficina por lo menos una vez por semana para llevarle de comer.

—Que no me odies—lloriqueó el calico, viéndose, por lo menos, apenado. En esa ocasión, había llevado un platillo hecho a base de una carne desconocida que él trató de ignorar, pero que el chico parecía amar—. Es que hay algo más que no te dije.

— ¿Es menor de edad? Porque si es así, lo lamento mucho, pero-

— ¡No, Taehyung! ¿Qué piensas que soy? ¿Un padrote? No se acerca ni un poco—Jimin gruñó ofendido y le arrebató la pieza de carne que había intentado comerse—. Por cierto, me gusta tu oficina, es muy amplia.

The Purring Club [ym] [tk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora