CAPÍTULO DIECISÉIS

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Nunca sabes en qué momento haces lo correcto, por el simple hecho de que tu consciencia puede engañarte y terminas haciendo totalmente lo contrario

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Nunca sabes en qué momento haces lo correcto, por el simple hecho de que tu consciencia puede engañarte y terminas haciendo totalmente lo contrario. 

Sabía que dentro de los límites de lo correcto, hacer justicia en mano propia vengándome de los tres chicos que había considerado mis amigos junto a Damon, no era lo que en algún momento llegué a imaginar de lo que sería mi vida. 

No avanzaría hasta no obtener venganza, obtener dolor ajeno. 

Estábamos juntos en esto y nada iba a cambiar si nos apoyábamos mutuamente. Un amor puro y de luz no era suficiente para ambos, no cuando podíamos dar el todo a cambio de nada, sin importar lo oscuras y violentas que fueran nuestras acciones. 

- ¿Lo estás disfrutando? - su lengua y boca entre mis piernas hacían magia, me llevaban al cielo y al infierno al mismo tiempo. 

Mis gemidos resonaban por todo mi cuarto. 

 - Sí. - Respondí en jadeos. 

Envolví su cabello en mis dedos para tener más control sobre sus movimientos, las piernas me temblaban, una estaba recostada en el colchón y la otra sobre su hombro.

Cada que daba un lametazo me miraba y yo le sonreía entre gemidos, recostando mi cabeza hacia atrás.

Mi abdomen estaba tenso, el orgasmo se aproximaba y no podía controlar el movimiento de mis piernas, sentía leves espasmos y un hormigueo de pies a cabeza.

Arqueé la espalda agarrándome de las sábanas, blanqueé los ojos por inercia y el estallido de sensaciones empezó. Mi mente quedó en blanco por unos momentos, el pecho me subía y bajaba con gran velocidad.

Sonreí inconscientemente.

— No hay nada mejor que un oral al despertar. — Lo besé antes de levantarme e ir a la ducha.

Cuando salí, ya no estaba ahí, de seguro se estaba arreglando o algo por el estilo.

Bajé a desayunar y Jane me recibió con un abrazo.

— Pero que feliz que estas hoy. — Dijo mientras me servía café. — Asumo que no tiene nada que ver con fuertes sonidos y ojos azules. — divagó sarcásticamente.

Me sonrojé, traté de evitar mi vergüenza tomando café pero me quemé y se empeoró.

Oh, por Dios.



- ¿Ahí? - Le pregunté

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- ¿Ahí? - Le pregunté.

- Sí, ahí. - Respondió agitado. 

El abandonado local estaba a unos cuantos pasos nuestros, tuvimos que caminar y llevar unos ridículos atuendos para no ser reconocidos. Dos hombres robustos y en traje negro estaban en la puerta de pie como estatuas. 

- La señora Williams los espera dentro. 

Damon asintió, me tomó de la mano y me guio. Las luces eran opacas, las paredes estaban rayadas y el color gris con verde de las paredes tenía extensas fisuras, había una mesa de fondo y la mujer estaba rodeada de varios hombres, fumaba un cigarrillo. Desde lejos denotaba elegancia y maldad. Tenía un vestido rojo pegado, manga larga y los ojos delineados de negro. 

- Damon, querido. - La mujer rubia se levanto de su asiento y se acercó a abrazar a Damón, él se tensionó y yo le apreté un poco la mano para darle confianza. 

- ¿Tienes todo lo que pedí? - Fue directo. 

- Claro. - Llamó a uno de sus hombres con una seña. Le acercaron un maletín negro de cargar, lo abrió y lo acercó a nosotros. En la mesa empezó a sacar cada una de las cosas que le había pedido Damon hace unos días: cuatro armas, una navaja y dos cuchillos, dos pasaportes falsos, identificaciones falsas, los guantes anti huellas de poliamida negro y las mallas que impedían dejar rastro alguno, pastillas sedantes, acido, trajes, vestidos, lentes de contacto y mucho dinero

Observé minuciosamente cada uno de sus movimientos, no sabía si era de confiar. 

- ¿Cómo sé que no eres una hija de puta igual que tu esposo? - La miré fijamente. - ¿Debemos confiar en ti?

Ella ladeó la sonrisa, miró a Damon primero y luego a mí. 

- Tiene espíritu. - Confesó. - Entiendo porque te gusta, es salvaje y sin pelos en la lengua. 

Él se encogió de hombros, me hizo una seña con su cabeza para preguntar si estaba bien. 

- Responde. - Ordené aunque no estaba en posición de dármelas de poderosa. 

Ella levantó las manos y se dio la vuelta. 

- Iba a escapar con Liam - Se sentó en una de las sillas cruzándose de piernas y me invitó a sentarme a su lado. - Estaba enamorada de él.

Dudosa y con Damon resguardándome, lo hice. 

- La noche en que teníamos todo listo, mi adorado esposo- Espetó con sarcasmo- hizo su peor jugada y me encerró mientras que a él lo torturó y asesino no sin antes intentar extorsionar a Damon. - Se encorvó un poco para tomar la mano de Damon, él la soltó incomodo. - Sé que estás enfadado, que nunca debí estar en su vida y que te debo muchas cosas, pero créeme. - alternó la mirada entre ambos - Lo amaba profundamente. 

- Lo mataré. - Fue lo único que pronunció Damon antes de levantarse con brusquedad. 

Imité su acción rápidamente, él agarró el maletín y se fue hecho furia. 

- No me fío de ti, pero no lo termines de defraudar. - Advertí y ella le dio una última calada a su cigarro.

En pasos largos y casi que cayéndome lo alcancé antes de la puerta. Lo tomé de la chaqueta y él se volteó, tenía la mirada ensombrecida y respiraba con dificultad. 

Estaba airado, lo sabía.

- ¿Cuándo sale el vuelo? - Gritó para que la rubia lo escuchara. 

- En dos días. - Respondió tranquilamente antes de apagar las luces del lugar. 


En dos días aniquilaremos a tres malditos demonios.

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora