CAPÍTULO CATORCE

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DAMON

Sus ojos azul grisáceo te hipnotizaban, simplemente con una mirada caias rendido a sus pies, por mucho que lucharas.

Su sed de venganza junto a la mía se habían mezclado y está unión podía ser caótica, con un final no muy feliz.

Esta chica me enloquecía, su voz, sus leves ronquidos, sus besos, su cuerpo, todo.

— Debo mostrarte algo. —Se separó de mis labios para quitarse su camiseta.

Su cuerpo era precioso, tenía muy buenas curvas, proporcionales con su cuerpo.

Tomó una de mis manos mientras ls otra seguía en su cintura, mis pulgares pasaron por sus estrías, unas blancas y unas con un tono rosaceo.

— Dan asco, ¿no crees?

— Creo que tienen una historia que me gustaría oír, pero si me preguntas, considero que no había visto un cuerpo más magnífico que el tuyo, sin ánimos de ligar, siendo sincero. —Le dije la verdad, no tenía por qué mentirle.

Sus ojos se cristalizaron y empezó a repartir suaves besos por todo mi cuello.

Esa sola acción enviaba corrientes por todo mi sistema.

— « Una chica que no paraba de comer dado su ansiedad, sin amigos, dedicándose únicamente a sus estudios.

Oh, sorpresa. Alguien, no, algunos se le quisieron acercar. Estaba emocionada, era de las pocas veces que lograba socializar sin sentirse nerviosa.

Se fueron uniendo, la invitaban a las fiestas, a las reuniones, juegos, charlas, en fin, parecían un grupo de mejores amigos.

Un grupo de cuatro perfecto.

Hasta esa noche: estaban en la cabaña de uno de sus amigos, había una pequeña fiesta. Al momento de ir a buscarlos para comer algo, escuchó los perversos planes que tenían para la pobre asocial con sobre peso.

Pudo correr hasta donde sus piernas y su resistencia física se lo permitieron, pero terminó fallando y siendo abusada por sus amigos.

Luego de eso, no volvió a hablar con nadie, no comía, ya no quería vivir.

Sus problemas alimenticios la llevaron a la decadencia, pero encontró las luchas, así calmaba su ira y su depresión. Se volvió alcoholica y reunió con malas influencias en su vida.

Esas marcas en su cuerpo, son de subir y bajar de peso, de hospitalizaciones, de casi llegar a morir.

Son marcas leves, pero que la destruyeron, tanto interna como externamente».

Me hervía la sangre, la habían dañado, a ella que no tenía la culpa de nada. Habían jugado con ella y habían trapeado el piso con ella, si puede considerarse lo peor.

Los quería matar, quería que sufrieran porque por su estúpido comportamiento ella estaba hecha añicos.

— Venganza. — Fue lo único que pronuncie.

Ella lo pensó por unos minutos y aceptó. Quizá estaba mal, pero ambos estábamos tan rotos que era imposible que nos ayudaramos con esta tormenta de dolor.

Tomó mi rostro en sus manos y me empezó a besar.

Sus carnosos labios hacían juego con los míos, me mordía desesperadamente mientras con sus dedos jugaba con mi cabello.

Le quité el sujetador, sus pechos desnudos quedaron frente a mí, la tomé por la espalda y empecé a repartir besos por su cuello hasta llegar a sus pechos, sus aerolas ya estaban levantadas, empecé a besarlas mordiendolas levemente.

Entre abrió sus labios soltando pequeños jadeos y moviéndose encima mio.

Sacó lentamente mi camiseta en un juego de miradas. Pasé mis dedos por su espalda, se arqueó y pude ver su piel erizada.

La acosté encima del sofa, sus caderas se estaban moviendo con impaciencia esperando que la siguiera acariciando.

Una de mis manos recorrían sus piernas mientras la otra envolvía su cuello, sus jadeos eran música para mis oídos. Le quité todo dejándola desnuda, dispuesta a abrirme las piernas para que probase su dulce néctar.

Fui repartiendo besos desde sus pecho hasta su abdomen lentamente, coloque uno de mis dedos en su boca y ella lo lamió con fiereza.

Llegué a su empapado coño, trazando círculos con mi lengua alternadolo entre sus labios y clitoris, metí uno de mis dedos y empecé a estimularla.

— Sig—gemía con fuerza— aasi!

La volteé hasta quedar boca abajo, seguí chupando y lamiendo aumentando y disminuyendo la intensidad.

Una de mis manos viajaron a sus pechos mientras le seguía introduciendo los dedos a la par que mi lengua.

Su acelerada respiración me hacía saber que lo estaba disfrutando. Sus piernas empezaron a temblar, saqué un preservativo de mi pantalón y me lo puse.

Sus fluidos me permitieron introducir todo mi miembro, a lo que soltó un sonoro quejido lleno de placer.

— Me prendes, preciosa. —Susurré ante su oído.

Soltó un gemido fuerte y alzó su culo dejándome una vista impresionante.

El sonido de las embestidas se confundian con el de las palmadas que iban a parar a su culo.

Tragué saliva, me iba a enloquecer.

La volteé y monté encima mio, enredó sus piernas en mis caderas y la llevé hasta la habitación.

Su espalda quedó contra la pared, una de sus piernas la subí a mi hombro y con la otra se sostenía en el suelo.

— Endemoniada flexibilidad. — Confesé y ella sonrió.

Seguí embistiendo con fiereza, sin un ápice de suavidad y ella blanqueaba los ojos. La tomé del cuello y me apoderé de su boca, dándole lametazos y mordidas.

Las piernas le empezaron a temblar, miró hacia arriba soltando un fuerte gemido, su abdomen se tensionó.

Había llegado a su orgasmo.

Apreté los dientes, estaba a punto de venirme, aumenté la velocidad, solté un gruñido y me quedé tensionado, aún dentro de ella.

Un hormigueo de pies a cabeza me envuelve, dejando mi mente en blanco.

Me muerdo el labio y la abrazo.

Quiero seguirla sintiendo cerca.

— Me gustas, Leah. —Confesé aún en shock.

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora