CAPÍTULO VEINTE

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No acostumbraba a sentirme especial para nadie, siempre creía que sobraba dentro de cualquier circulo social, pero escuchar las voces de mis amigos y de mi novio apoyándome y motivándome a dar aún más de mí me confirmaban lo equivocaba que estaba. 

No estaba sola, ya no más. Era valiosa e importante. 

La multitud de jóvenes drogados, eufóricos y alcohólicos hacía parte de este mundo de peleas, donde dabas el todo por el nada y viceversa. Las reglas manifestaban que debían ser peleas entre mujeres con mujeres y hombres con hombres, pero la última pelea se daría entre los que más victorias reuniesen sin importar su sexo. 

- ¡Sigue dándole! - Mis nudillos fueron a parar en el oído de la chica que tenía de frente, que se desestabilizó y me permitió lanzarla al suelo de una patada. 

- ¡Vamos, pequeña! - Collie y Luke gritaban al unísono y sonreía con egocentrismo, más afortunada y poderosa no podía sentirme. 

La chica trató de recomponerse pero envolví mis piernas en sus brazos y empecé a golpearla con frenesí. Su nariz empezó a sangrar, por su ceja bajaba un hilo de sangre y su labio estaba completamente destrozado. 

- ¡Más fuerte, carajo! ¡Muévete! - Desvié mi mirada a Damon y la chica aprovecho mi pequeña distracción atrayéndome hacia ella para tirarme al suelo. - No seas debilucha, maldita sea. No te dejes. 

Más de diez puñetazos dieron a parar a mi cara, en el cuello y el estómago dejándome sin aire. Veía a los demás personas pasar por mis ojos mientras todo me daba vueltas, los oídos me tintineaban y sentía que iba ya a perder. 

- ¡Que te levantes, maldita sea Leah! - El grito enfurecido de Damon me sacó del trance en el que me encontraba. Moví mi cabeza de un lado a otro para avivarme.

 Estaba encima mío y aproveché en un golpe a la izquierda para posicionarme en el lado contrario y logré envolver mi pierna a lo que empezamos a dar vueltas permitiéndome poner de pie y al momento en el que se fue a levantar rápidamente, le lancé una patada que la tiró al suelo y puse mi pie en su espalda impidiéndola levantar mientras pasaba el tiempo necesario dejándome saber que era la ganadora.

Un cincuenta y cincuenta se dividía en abucheos y felicitaciones. Escuchaba a viva voz la emoción de mis amigos y sonreía a pesar de sentirme como la mierda de adolorida. 

- Lo hiciste bien, mocosa. - El puñetazo de Luke me hizo abrir los ojos avivando el dolor. 

- ¡Demonios! - Me quejé y él notó su imprudencia, disculpándose.

Jhay, Jake, Collie, Kristen y Luke llegaron a abrazarme y no pude sentirme más feliz. Damon movía su cabeza orgulloso mientras me lanzaba besos desde lejos, esperando a que terminara de hablar con los chicos para ir a su lado. Amaba que me permitiera tener mi momento con ellos, sin celos, sin objeciones y con un gran espacio.

- El señor Hugo quiere verla. - Un hombre moreno, calvo y como tres cabezas más que yo me miraba serio. 

- ¿Quién dijo que yo sí quería verlo? - Me crucé de brazos molesta y el hombre se agarró el puente de la nariz con frustración. 

- No queremos que nada sea a las malas, señorita. Es un consejo, no una advertencia. - Sentenció mientras me invitaba a seguirlo. 

Miré alrededor nuestro, Damon tenía los puños cerrados y la mirada ensombrecida mientras que los chicos estaban confundidos. 

Suspiré mirando hacia el hombre mientras él me seguía por detrás. Dimos unos cuantos pasos hasta llegar a un pasillo que cruzaba a la izquierda y pude ver una puerta enorme de madera con dos hombres en los extremos con traje negro. Uno de ellos desvío la mirada a mi cuerpo y el otro se inclinó a abrir la puerta. 

Les eché una mirada de arriba a abajo mientras crucé el umbral de la puerta. 

- Jovencita, bienvenida. - Un hombre en traje se encontraba detrás del gran escritorio lleno de lujos. Las paredes eran rojas con negro y dorado y cabezas de animales disecados colgaban de las paredes junto a cuadros de caballos y toros. - Es un placer tener a la ganadora de la pelea de esta noche frente a mis ojos. 

- Gracias. - Respondí a secas. 

La luz reflejaba al hombre, rubio, de unos cuarenta y cinco años le pondría, ojos verdes y más o menos fornido. Su sonrisa torcida me desagradaba y no era nada más que verlo de reojo para notar la maldad que se veía en su sombra. 

- Pero que falta de caballerosidad. - Inclinó una mano mientras bebía Whisky. - Siéntese.

Entrecerré los ojos analizando cada uno de sus movimientos. En su escritorio tenía un arma la cual tocó disimuladamente. Lentamente me senté en una de las sillas y quedé frente a él. 

- Espero no te moleste. - Alzó el arma con firmeza y yo me encogí de hombros. - No sabes cuándo sea necesario usarla. 

- Supongo. ¿Para qué me quería ver? - Cuestioné mientras me cruzaba de brazos. Sentía calor y el sabor metálico de la sangre lo pude sentir en mis labios al empezar a sudar. 

- ¿Quién te patrocina? - Sacó de uno de sus cajones un maletín. 

- No necesito ningún patrocinador. - Espeté.

Él abrió su maletín y montones de billetes verdes se hicieron presentes a mi vista. 

- ¿Segura? Yo podría darte lo que pidieras con tal de que pelearas para mí. - Tomó otro trago de Whisky mientras me miraba el pecho. 

- Tengo los ojos arriba, no me mire como un depredador y ya dije que no necesito ningún patrocinador. Y si no es más - Di una palmada mientras me levantaba - agradezco la invitación pero debo irme. 

Él carraspeó y me di la vuelta. 

- Ojalá y no te arrepientas. La gente está conmigo o sin mí y por lo general aquellos que no están de mi lado terminan destrozados. Es un consejo, bonita. - Me guiño para darse la vuelta y quedarse mirando por su gran ventana. 

Su arrogancia se la podía meter por el culo, el destrozado iba a ser él y nosotros nos encargaríamos de ello, de ver su maldita caida. 


Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora