CAPÍTULO TRES

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La alarma del celular me despertó, abrí un ojo molesto y tiré el celular al suelo. Maldita sea, odiaba madrugar.

Posteriormente, me senté en un borde de la cama a mirar un punto fijo sin sentido mientras pensaba cómo sería si pudiera dormir todo el día sin tener responsabilidades, pero esa burbuja se explotó cuando el endemoniado celular empezó a sonar nuevamente.

Me agaché a agarrar el celular y levanté la vista, mamá abrió la puerta y se acercó a mí con una gran sonrisa.

- ¿Preparada? - Se veía más emocionada que yo.

- Mami, no soy una niña. Creo que elegí la carrera de mis sueños, aunque aún tengo dudas acerca de la universidad, de las personas, de las materias, de los profesores y más si ya inscribí el horario y debo compartir materias con personas de otras carreras, será extraño y a la vez no- Asiente comprendiendo el problema.

- En eso tienes razón, pero tienes la ventaja de tener a Damon, él puede ayudarte. Comparten dos materias si no estoy mal, así que mira eso como una gran oportunidad.

- No se ve de los que agarran libros o buscan aprender. - Mamá me lanzó una mirada de reproche.

- No seas prejuiciosa. Su comportamiento no es el mejor, pero sus notas en el instituto fueron muy altas y es uno de los alumnos más queridos y destacados que tuvo el instituto. Con decirte que es un tutor para los niños algunas tardes, lo adoran. – asentí - Ya sabes que no puedes juzgar a un libro por su portada.

No dije nada, me quedé en silencio al saber que tenía razón en lo que había dicho, arrepintiéndome al instante de mi comentario. Hablar con mi mamá era quitar toda la cortina de humo y el montón de escudos que ponías para que no vieran tu yo interior, era como reflexionar todo, sin la necesidad de sentirte juzgada.

No sabía si alguien más se identificara conmigo, pero un abrazo de mamá me reiniciaba la vida. Le daba color a mi triste existencia y rompía mi barrera anti dolor.

- Lo siento, mamá. No sé qué se me paso en la mente. - Acepté mi pequeño error. - tienes razón, debería darle una oportunidad.

Asintió en silencio, me miró fijamente y se levantó de mi cama yéndose hacia la puerta. Antes de marcharse, me dijo.

- Suerte hoy, te amo.

Me levanté e hice mi trayecto hacia el baño para ducharme y posteriormente arreglarme. Mientras me maquillaba, solo pensaba en lo que mamá había dicho hace pocos momentos. Era cierto, lo estaba juzgando solo por la impresión que tuve en el aeropuerto y no estaba viendo lo que importaba, su esencia. Sin embargo, no cambiaría mi actitud defensiva con él porque necesitaba conocerlo del todo y temía permitirle entrar en mi vida de una forma tan sencilla.

Anoche me demostró el cariño que siente por Jane, por su forma de mirarla, puedo decir con seguridad que sus sentimientos eran de un total amor y admiración por ella, lo cual era totalmente contrario a lo que percibí anteriormente, así que mi instinto me aconsejó que debía disculparme de tal forma que él no supiera que era una disculpa.

¿Sonaba lógico? No, pero no importaba.

Mamá siempre me enseñó a dar valor a las personas no por lo que tenían ni aparentaban sino por su forma de brillar ante el mundo.

Lo curioso es que, yo no siento que existe una vibra o un brillo especifico, cada uno lo hace a su manera y eso es lo lindo de la vida, tener la libertad de ser la mejor versión de ti mismo o bueno, el intento de ello.

Me terminé de arreglar, había decidido usar unos jeans oscuros con una camisa básica blanca y una chaqueta de cuero roja. Bajé a desayunar, el Sr Becket estaba reunido en el comedor junto a su esposa -su cabello era rubio y sus ojos color gris, tenía un aire parecido a Jane- y mamá del otro lado; los tres me sonrieron amablemente y me invitaron sentarme para desayunar con ellos.

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora