CAPÍTULO DIEZ

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Sentí como se abrían poco a poco mis ojos, sentía el peso de mi cuerpo liviano y como me movía pero no era yo, alguien me estaba cargando. Pude visualizar desde mi posición – igual que un bebé – un cabello revuelto, una mandíbula marcada y unos maravillosos ojos azules.

¿Así se veía la tranquilidad, el cielo?

No pude resistir el sueño que tenía y me dejé caer en los brazos de Morfeo nuevamente.

«Estaba helada, el frío se me metía por las entrañas, mis dientes castañeaban y no podía dejar de correr, correr por mi vida.

No debí haber confiado en esos malditos hijos de puta que ahora me estaban persiguiendo por el extenso bosque. No sabía donde ocultarme, no veía nada

Las voces se fueron acercando, los gritos llamándome y las piernas ya me estaban flanqueando. No pude más y me sentía como el maldito fracaso de este mundo, gruesas y saladas lagrimas se derramaban por mis ojos...ese era el maldito sabor de la derrota que pude vencer pero gracias a estos malditos kilos de más todo se fue a la mierda.

Me dejé caer en el frío suelo llorando desgarradoramente y ellos no demoraron en alumbrar mi rostro quejumbroso con sus linternas.

- Por fin te encontramos, nos tenías preocupados. – Jules se acercó lentamente a mí, puso una de sus manos en mis mejillas. – No vuelvas a huir así, no nos perdonaríamos si te pasara algo.

Afirmé temblorosa.

- Vamos. – Leonardo me tendió la mano y me ayudó a levantarme del suelo.

Caminé siguiéndolos, no quería ir de primera por temor a lo que ellos pudieran hacer a mis espaldas, pero en mi mente divagaba aun la ubicación de Altair, estaba segura de haber escuchado su voz. Mi paranoia empezó a aumentar y solo rogaba que lo que había escuchado horas atrás no fuera cierto.

Lamentablemente así lo fue, sentí un dolor profundo en la nuca y luego en una de mis piernas que flanqueó y se cayó al suelo. Luego un mechoneo me hizo caer acostada. Las tres personas a las que les había confiado mi amistad me miraban expectantes y con una macabra sonrisa estampada en sus caras.

- Vamos a jugar, Leah... - Jule puso una mano en su cara pensativa – o deberíamos decirte cerda de mierda? ¿enserio creíste que íbamos a hablarte solo porque sí? No queridita, nos divierte ver sufrir a los asquerosos como tú, que solo estorban y se tragan la mugre de otros.

- Te haremos un favor – Altair empezó a rodearme en círculos – por primera y última vez en tu vida te van a probar y van a querer algo contigo.

- Regalo de la amistad. – Guiño un ojo Leonardo.

Yo simplemente sollozaba y me cubría el cuerpo con mis brazos, no quería que me vieran, que se siguieran burlando de mí.

Jules se agachó y me tomó del pelo obligándola a mirarla para luego darme una cacheteada que me hizo voltear la cara. El dolor no se hizo esperar y yo simplemente lloraba.

- No lo hagan, no me lastimen. – Pude articular en sollozos – Les daré lo que quieran pero no me hagan daño.

Altair empezó a desabrocharse la correa de su pantalón y este cayó.

No, no, no.

El temor se apoderaba de mí y ya no podía respirar. Leonardo hizo lo mismo que su amigo y Jules me miraba sonriente mientras sacaba su celular y ponía música.

- Disfrútalo. – pronunció lanzando una patada a mi estomago antes de marcharse y sentarse apoyada en uno de los árboles.

Como pude, retorciéndome de dolor, traté de levantarme y salir corriendo. Los chicos se alarmaron y me ganaron en velocidad. Me tomaron del cabello y caí, oportunidad que Altair aprovechó para empezar a besar mi cuello con salvajismo, mientras colocaba una de sus manos en mi pecho y lo empezaba a tocar., Leonardo empezó a dar besos en mis piernas y yo no tenía fuerza para seguir luchando, no podía gritar porque nadie me iba a oír y mucho menos intentar algo porque me ganaban en mayoría. Fueron despojándome de mis prendas y yo solo lloraba y suplicaba que se detuvieran, pero era en vano.

Nada pudo con ellos, absolutamente nada.

Solo me repetían al oído y escupiéndome en la cara que era una gorda a la que nunca nadie iba a amar y mucho menos a desear, que me suicidara y le hiciera un favor al mundo.

Me voltearon bruscamente y empezaron a violarme, mis gritos hacían eco junto con los gruñidos que las dos malditas bestias soltaban. De un momento a otro dejé de sentir, me quedé en silencio esperando mi maldito final. Ya no tenía sentido luchar porque sabía cómo terminaría todo.

Un golpe repentino oscureció todo para mí y no supe nada más»

DAMON

Lágrimas se deslizaban por su cara y soltaba quejidos dormida, me estaba asustando.

- ¡No más! ¡Por favor no me toquen, no me lastimen! – Soltó un grito desgarrador y le moví los hombros con fuerza.

Abrió sus ojos de inmediato, su pecho subía y bajaba con fuerza, se empezó a tocar confundida sin saber dónde estaba y no tardó en mirarme a los ojos y soltarse a llorar.

¿Qué te han hecho, preciosa?

Me senté a su lado y la atraje a mi cuerpo, me abrazó aferrándose a mi camiseta, la cual empapó en una gran parte debido a sus gruesas lágrimas. No sabía qué hacer, cómo reaccionar, si estaba haciendo lo correcto.

- No te vayas, no me dejes sola. – Rogaba sosteniéndome la cara.

- No iré a ninguna parte si eso es lo que deseas, preciosa.

Siguió sollozando por varios minutos, yo le acariciaba el cabello tratando de tranquilizarla y al parecer funcionó porque se detuvo y se levantó de golpe, alejándose de mi yéndose al baño.

La había traído a mi habitación, no estaba en condiciones suficientes para dormir sola, no quería dejarla así y creí que lo mejor era acompañarla hasta que despertase, pero no pude soportar el terror de sus movimientos mientras dormía, así que por eso la levanté.

Duró más de quince minutos en el baño, podía escuchar correr el agua de las duchas y algunas maldiciones que soltaba. Esperar me estaba asfixiando, quería saber si estaba bien. Abrió la puerta y su cabello goteaba, estaba enrollada en mi toalla y caminaba tímida. Se acercó a mí.

- ¿Puedo dormir contigo? – Asentí en una especie de trance por sus hermosos ojos y salí corriendo a sacar una camiseta grande de uno de los cajones de mi closet.

Nada me haría masfeliz. – Sonreí pasándole la camiseta, ella la recibió dudosa y yo me di laespalda para que se pudiera cambiar

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora