CAPÍTULO VEINTICUATRO

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DAMON

Nunca te detienes a pensar en que momento se te va la vida y se va tu razón de seguir luchando por levantarte.

Jane se había ido, se había acostado a mi lado y me había dejado, ella, que me había prometido en medio de mis pesadillas no dejarme nunca.

Agonizaba en dolor y tristeza, pero no podía soltar ninguna lágrima, sólo estaba sentado en uno de los muebles de mi habitación mientras me fumaba un cigarro.

Bart estaba organizando lo de la funeraria y la cremación, yo llevaria sus cenizas a su montaña favorita, de ahí la liberaría, porque ese era su mayor deseo.

- Amor... -Leah abrió la puerta con cuidado, estaba bajo el umbral de la puerta. Sus ojos se veían hinchados y algo rojos al igual que su nariz.

-Quiero estar solo. -Pedí.

Ella asintió acomodándose su hoddie incómoda , giro sobre sus talones y me dejó solo.

No era de esas personas que tenía gente a su alrededor en cualquier fatídica situación, me gustaba estar solo, no quería sentirme presionado ni obligado a comportarme de cierta manera y aunque sabía que ella jamás me iba a juzgar ni me iba a exigir ser alguien diferente, prefería estar solo.

Estaba agotado, no había dormido en días y solamente me alimentaba de Coca Cola y cigarros

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Estaba agotado, no había dormido en días y solamente me alimentaba de Coca Cola y cigarros.

- Hijo, no puedes llevar eso así cuando luces de esa forma-Bart me intentó arrebatar la urna con las cenizas.

Unas enormes bolsas se marcaban en sus ojos, al igual que yo, la había pasado muy mal.

- Tú no tienes derecho a tenerlo, ni a liberarla, así que métete en tu mierda de trabajo a seguir culpandola por el imbecil de padre que tuviste. -Escudriñé, su rostro se desencajó por unos momentos.

- Tú sabes que yo nunca quise herirla. - Su voz se entrecortó.

- Pero lo hiciste, siempre se sintió culpable por tu absurdo comportamiento de niño caprichoso. - Reproché furioso.

-¡Ella me abandonó! ¡Estaba herido! -Se lanzó al suelo llorando.

- Tu padre la maltrataba, ¿querías que le aplaudiera y le diera las gracias? - Solté con sarcasmo señalandolo.

- Me pudo llevar con ella. -Susurró.

- ¿Y que los matara a los dos? Fue el acto de amor más grande que pudo hacer por ti, porque aunque tu padre fuera una mierda es la razón de que hoy vivamos entre mucho dinero. - Me encogí de hombros. -Pero lo único que hiciste fue hacerla sentir peor de lo que ya estaba, la hiciste sentir culpable solo por buscar una solución para dejar de sufrir ese calvario.

- Hijo, yo... -Trató de explicar.

-Sólo cierra la boca. -Sentencié dándome la vuelta, dejándolo en el suelo llorando a mares.

Me subí al coche, conduje por cuarenta minutos hasta una de las montañas y escalé lo que pude al pico más alto.

Sentía las piernas congeladas junto a las manos, pero no importaba porque el dolor físico jamás se iba a comparar con el infierno interno que estaba pasando.

Al llegar pude observar el choque urbano con el rural, el cielo estaba despejado a pesar del frío endemoniado.

- Nana, habrías amado estar otra vez en este lugar. - Los dientes me castañeaban. - El paisaje sigue siendo uno de los mejores.

Me aferré a la urna de las cenizas, las lágrimas invadieron mi rostro y los sollozos me quemaban la garganta.

Sentía que una parte de mi se desprendía con violencia y me sentía egoísta por no permitirle irse, ella había hecho mucho por mí y ya era hora de que descansara de este jodido mundo.

- Siempre serás esa luz que me ilumine en la oscuridad, nana. - Sonreí lanzando las cenizas al aire. - Cada que mire al cielo me acordaré de tu genuina sonrisa y todo el amor que me brindaste. Gracias por hacer mi vida menos horrible. Te amo con el alma.

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora