CAPÍTULO VEINTICINCO

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Un mes largo y triste se había asomado para todos nosotro, pero Damon y Bart lo pasaron de lo peor.

Seguía yendo a clases, pero se alejaba de mí a pesar de todos mis intentos por acercarme a él. Todo era en vano.

Pero no pararía, no lo dejaría solo.

— Abre. — Le llevé el tenedor con la fruta a la boca, me fulminó con la mirada y abrió la boca molesto.

— No tengo hambre. —Refutó.

—¿Te pregunté? — Me quedé mirándolo. —No, entonces abre la boca y come.

A regañadientes siguió aceptando los trozos de fruta que llevaba a su boca. Terminó de comer y me recogí los platos. Doblé mi hoddie y los lavé.

Subí en búsqueda de mi bolso y le tomé de la mano para irnos juntos.

Condujo en silencio con una sola mano en el volante,  la mandíbula apretada y fumandose un cigarro con la mano libre.

— Hace mucho no escuchas música. —Oprimí el botón y lo configuré para reproducir desde mi celular.

Dejé reproducirse "She" de Harry Styles. Él no dijo nada, seguía con su vista fija a la carretera.

Después de un minuto, apagó la radio.

—Pero...

—No quiero escuchar música. —Sentenció.

Suspiré cansada. Me desesperaba no poder ayudarle a sentirse mejor y terminar siendo un obstáculo más en su proceso de duelo.

Estacionó el auto y me bajé rápido dejandolo a él en el coche.

Visualicé la puerta de los baños y entré tan rápido como pude. Cerré con seguro, no me importaba si alguien necesitaba entrar.

Me desplomé en el suelo apoyándome en la puerta, el nudo en la garganta me quemaba y me permití soltarlo todo llorando sin consuelo.

Mi estómago empezó a rugir, unas pequeñas contracciones me hicieron buscar el váter donde empecé a expulsar el desayuno. Era asqueroso y totalmente involuntario.

Me llevé la mano a la frente, retirando el sudor que había quedado en mi frente. Me levanté apoyándome de las manos y me lavé la boca.

Empapé un poco mi nuca, sentía que todo me daba vueltas y las náuseas no se habían ido, antes habían empeorado.

Era el estrés, seguramente.

Humedecí un poco mi rostro, tomé mi bolso que estaba tirado en el suelo y lo colgué en mi hombro. Abrí la puerta y salí como si nada hubiera pasado, con el mentón en alto. No podía verme débil, no en estos momentos y mucho menos en el día que definiría un punto importante en mi vida.

Salí de las tres clases de Filosofía del Derecho, Civil y Penal para ir a practicar en el lugar que Damon me había enseñado pero ya era como mío.

La cabeza me dolía, giré el pomo de la puerta y entré mientras me sacaba el hoddie y soltaba los botones de mi camiseta.

Me asusté cuando encendí la luz y lo vi con una botella de Vodka mientras se fumaba un cigarro.

Se la arrebaté al igual que el cigarrillo.

— ¿Pero qué mierda te sucede? — Se levantó molesto.

—No, ¿que diablos te sucede a ti? ¿Así es como la vas a pasar de ahora en adelante? ¿Crees que a ella le iba a gustar verte así? — Me crucé de brazos.

— No me importa, ya no está. — Desvío la mirada. — Es mi vida, puedo arruinarmela como yo quiera. No te metas.

— Pues me voy a meter porque somos un equipo y no te voy a dejar caer.

Traté de abrazarlo pero me corrió con su brazo, mis ojos se cristalizaron y el nudo en la garganta regresó.

Odiaba estar tan sentimental.

— Olvida la pelea. — Ordenó. — Ya no me importa.

— No. — Respondí dándome la vuelta colocandome la ropa para practicar.

— Es un asunto mío, no tuyo. — sujetó mi brazo. — Ya sabes, no necesito repetirlo. —Me soltó y salió dando un portazo.

Las lágrimas empezaron a desplazarse por mis mejillas y las limpié presa de la ira. Cobré los sentimientos encontrados con el saco de boxeo.

El corazón me latía con fuerza, el sudor inundó mi cuerpo, la cabeza me taladraba, los nudillos me sangraban y después de un rato empecé a ver puntos negros con blanco.

Me detuve, no era normal, no había sentido esto nunca.

De: Mí.
Para: Pink.

Mensaje: Por favor, ven por mí. Te necesito.

Al minuto mi celular vibró.

De: Pink.
Para: Mí.

Mensaje: Ya mismo.

Se paró bajo el umbral de la puerta, yo estaba en el suelo y corrió rápidamente hacia mí lugar ayudándome a levantar.

— Llévame al laboratorio. — Pedí y él asintió con afán.

Pasé mi brazo por su hombro mientras él me ayudaba a caminar hasta el estacionamiento.

— ¡Lee ya, joder! — Sus manos temblaban mientras abría el sobre

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— ¡Lee ya, joder! — Sus manos temblaban mientras abría el sobre. —¿Qué dice?

Paseaba por toda la habitación mordiendome las uñas. Era presa de los nervios.

Él no respondía, seguía tratando de rasgar el sobre.

— Dice... — Entre cerró los ojos tratando de leer mejor. Se acercó al papel y luego lo alejó. — Positivo.

— ¿Cuánto? — Pregunté. Él se quedó en silencio y me desesperé aún más. —¿¡ Cuánto!?

— Seis semanas y media. — Me entregó el papel, lo revisé y efectivamente estaba en lo cierto.

El mundo se detuvo, un zumbido en el oído se apoderó de mí, no escuchaba la voz de Luke de fondo, no podía respirar y me llevé la mano al pecho tratando de regularme.

Todo empezó a dar vueltas, los puntos negros volvieron a aparecer y de un momento a otro sentí el peso de mi cuerpo más liviano, mientras mis ojos se cerraban esperé el impacto del suelo llegar a mi cuerpo pero unos brazos me sostuvieron.

— Aquí estoy, mocosa. — Mi mejor amigo fue la última persona que vi antes de sumirme en una oscuridad completa.

Embarazada.
En el peor momento.

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora