CAPÍTULO DIECINUEVE

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Nadie podía juzgarme.

Nadie conocía mi dolor.

Nadie sabía de mi destrucción.

No había un "bien o un mal".

Solo estaba ahí.

Existiendo.

Pero eso había acabado.

- Envíale un mensaje, dile que nos recoja en la parte cercana al bosque. - Pedí y Damon sacó su teléfono para teclearle a él.

El sentimiento de tranquilidad se acoplaba en mi pecho, me había liberado de una forma que imaginaba cada día desde aquella fatídica noche.

Habíamos limpiado la escena, procurando no dejar cabellos, huellas, o cualquier rastro que indicara que nosotros causamos la muerte de los infames que yacían muertos a nuestra vista. Lo único que faltaba era despojarnos de las pelucas y objetos que pudiesen relacionar de nuestro contacto con Jules, Leonardo y Altaír.

Mi cara estaba salpicada por gotas de sangre y la ropa de Damon igual, sus nudillos estaban sangrando y los míos ardían pero no me importaba en realidad, estaba en cierta paz.

Tomé las llaves del auto de Leonardo, les di una ultima mirada a los tres chicos acomodándome la camiseta que llevaba y peinándome el cabello con las manos. Di la vuelta con la mano de Damon entrelazada con la mía y nos subimos al coche.

- ¿En cuánto tiempo viene? - Cuestioné mientras arreglaba el retrovisor.

- Media hora. - Respondió rociando gasolina a la parte de atrás.

- Perfecto.

Aceleré a máxima velocidad hasta llegar a un territorio abandonado, en el camino verificamos que no hubiesen cámaras en todo el trayecto y evidentemente no existían, terminamos de rociarle gasolina al auto y con un encendedor hicimos que se consumiera en llamas.

Veíamos el fuego con interés mutuo, amaba ver el calor que generaba y como destruía todo a su paso con la brasa que emanaba con fuerza. El fuego como protección, ataque y pasión describían esta peculiar relación que se había creado entre ambos en tan poco tiempo.

Podíamos ser destructivos y al mismo tiempo protectores, algo contradictorio pero que solo ambos entendíamos.

- Hija, yo... - La voz de mi papá me sacó del trance en el que me encontraba.

Salí corriendo a lanzarme a sus brazos, al refugio en el que siempre encontraba calma en días intranquilos y tormentosos. Los brazos de mamá emanaban amor, los de papá seguridad.

- Perdón... Sollocé en su hombro. - no sabía como comportarme.

- Lamento no haber hecho nada, pero te protegeré con mi vida de ser necesario si alguien más se atreve a lastimarte. - Sentenció con la voz entrecortada mientras me acariciaba el cabello.

Me dio un beso en la frente y fijó su vista detrás mío.

- Gracias. - Damon asintió en silencio.

Nos subimos a su coche y nos cambiamos en el auto para empacar las cosas que habíamos usado en una bolsa. Usamos el acido para aplicar en unas partes a ellos con tal de borrar rastros y para lo que habíamos usado, las pelucas, ropa, todo. Cuando llegamos a casa tomamos una ducha larga y nos vestimos con las otras pelucas que había enviado la rubia.

Debía aceptar que había hecho un buen trabajo, a pesar de que aun no la pasaba del todo.

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Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora