CAPÍTULO CUATRO

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Siempre me sentí incompleta porque consideraba que algo faltaba en mi vida, así que decidí conocer a mi amiga soledad. La soledad es y ha sido una de mis mejores compañías al paso de los años, porque siento que no le debo explicaciones del porqué de mis actitudes y mis constantes cambios de humor que solo terminan alejando a las personas de mi entorno.

Sin embargo, no siempre quiero estar sola y ese es uno de esos momentos.

Logré calmarme, me solté del abrazo de Damon y lo miré fijamente a los ojos. Su pupila estaba dilatada, su cabello revuelto y su pecho bajaba y subía con rapidez, de cerca era aún más lindo. Tenía la mirada triste y me lamenté haberle arruinado el brillo de sus ojos de hace un rato.

- Lo siento, no sé qué suc...

- Solo cállate y escucha. – Me interrumpió antes de poder terminar de hablar – nunca te vuelvas a disculpar por irrumpir en llanto o por no poder controlar tus emociones. Somos seres humanos cambiantes, si bien podemos permitirnos vivirlos, no es posible -humanamente hablando- mantenernos en una sola emoción y no podemos mostrar alegría siempre porque esa sería una gran mentira. Está bien tener días grises, pero, lo incorrecto es no permitirte sentirlos y dejar que te juzguen por ello. No siempre estaremos bien pero siempre podemos salir de ello, podemos mejorar y podemos sonreírle a esos malos momentos, buscándole solución a aquello que nos atormenta.

No supe qué responder, sus palabras me hicieron sentir anonadada. Le di una sonrisa ladeada.

- ¿Estás tan atormentado como yo? ¿Por qué parece que ni tú te crees esas palabras? – Cuestioné y él desvió la mirada ignorándome.

- Vamos, la clase ya debió terminar. – Pronuncio pasando por mi lado.

- Sí.

Regresamos al aula, aún seguían los bolsos ahí y respiré tranquila, había escuchado que existen lugares en los que no puedes dejar nada sin vigilarlo porque desaparecen en cualquier momento.

En el camino a la siguiente clase, nos encontramos a Luke. Él llevaba un libro en sus manos, leyendo mientras caminaba y no sabía cómo podía caminar sin caerse o tropezar.

Chocó puños con Damon y a mí me ofreció una cálida sonrisa, seguido de un beso en mis manos. Luego pasó por nuestro lado, aún concentrado en el libro.

- Oigan, olvidé decirles. – Nos volteamos y él se devolvió – Stone dejó un trabajo interesante: es un trabajo en parejas, pero es individual. Es el examen final por este primer corte así que tienen un más de un mes y medio para planearlo y al final lo sustentarán todo.

¿Qué? ¿Tan rápido ya están hablando de exámenes?

Lo miramos confundidos. Él suspiro, mirando al techo, luego nos miró a ambos.

- El punto es conocerse más. – Explicó – tienen un largo tiempo para conocer a su pareja, exactamente tres meses, deben elegir una obra de arte que crean que represente a su compañero y exponer los motivos que los llevaron a tomar tal decisión.

Solo pudimos pronunciar un oh. Ambos entendimos que debíamos hacernos juntos. Quizá sea buena oportunidad para conocernos, pero ¿asociarlo al arte? Eso no lo veía viable de ninguna forma.

- ¿Con quién te tocó? – Damon se cruzó de brazos tratando de evadir el tema - ¿alguna rubia bonita?

Luke negó de inmediato. Hizo una cara de repulsión, pero la quitó al instante. Le di una mirada con curiosidad y él pareció notarlo. Aclaró su garganta, miró su libro y luego evitó mi mirada, corrigiéndose de inmediato.

- Mark me la quitó. – Soltó una risa forzada – Me tocó con Josh. – en su voz vi un ápice de esperanza, pero se notaba que estaba luchando por no demostrarlo.

No sé si Damon también lo notó.

- Ah, que lastima. – Chasqueó la lengua – Mel es preciosa, me habría hecho con ella. A la próxima, campeón. – Le chocó el brazo.

Yo lo miré molesta. ¿acaso estaba ciego? La "rubia bonita" no provocaba ningún sentimiento en Luke, eso era más que obvio.

- Creo que será genial conocer a alguien más que una chica linda, sería interesante conocer a Josh, ¿no crees? – Le animé indirectamente.

Él pareció comprenderlo y me regaló una sonrisa ladeada y unos ojos llenos de brillo.

- Supongo...- es lo único que se permitió responder. Cerró el libro con fuerza y nos miró – bueno chicos, nos vemos en el almuerzo.

- Cuídate. – Damon y yo respondimos al unísono.

Lo vimos alejarse y seguimos el camino, él a su clase de natación y yo a la de voleibol. Estar en el equipo universitario era mi meta y al parecer Damon ya hacía parte de él desde hace 3 años, porque fue el ganador por cuatro años consecutivo de las competencias que se hacían en el pueblo.

Le acompañé a la piscina que obviamente no conocía y cuando llegamos quedé boqui abierta, era gigante, profunda y se veía deliciosa; a pesar del frío, creía que era delicioso meterse al agua. Me despedí de Damon y seguí a la cancha de voleibol.

Él me acompañó al departamento de secretaría deportiva a reclamar el uniforme, que consistía en un short negro y una camiseta deportiva manga larga color amarillo, el número que me asignaron era el 8, casualmente mi favorito.

Cuando llegué a la cancha, pude observar a 15 chicas trotando, una seguida de otra.

- Llegas un poco tarde, bonita. – Se acercó a mí quien creí se trataba de la entrenadora.

Me sonrojé porque era cierto, me demoré mucho tiempo por estar admirando la piscina. Era una mujer muy alta, delgada y con buenas piernas, traía un traje deportivo y el cabello recogido en una cola alta, una tabla en sus manos con las que anotaba supongo el rendimiento de cada chica y un silbato como collar.

- Lo sé, lo siento. Hoy es apenas mi primer día en el equipo y soy nueva en la ciudad, aunque esa no sea justificación, me entretuve viendo el campus. – Fui sincera, estaba maravillada con esta universidad, grande y con un paisaje impresionante.

Ella se puso las manos en la cadera y negó con la cabeza molesta, pero relajó su ceño rápidamente y se rio.

– Es broma. Soy Alex, tu entrenadora. Las chicas están calentando, acompáñalas trotando, son treinta vueltas a la cancha. Aunque es de comprender que sea complicado al principio, trata de no parar; calentar evitará algún tipo de lesión. – Movió sus ojos entre las chicas – Melodie, ven acá por favor.

Vi a una chica parar y venir en dirección nuestra. Una rubia preciosa y creí saber cuál.

- Hola, soy Mel, capitana del equipo. – Saludo animadamente y me estiró la mano.

Yo se la estreché y le ofrecí una sonrisa incomoda.

Era un problema para mí tener amigas mujeres o siquiera llevar una relación constante con ellas, es más, con cualquier ser humano, fuese hombre o mujer, odiaba los lazos afectivos porque me traían malos recuerdos y en mi mente me repetía que era una patética chica.

- Hola, soy Leah, nueva en el equipo y la ciudad. – Ella miró confundida unos momentos y luego abrió un poco la boca, entendiendo.

Alex se alejó a buscar unas cosas y se volteó diciéndole a Mel que me acompañara en el entrenamiento.

- Podemos ser buenas amigas, Leah. – Sonrió Mel y yo asentí con la cabeza dudosa.

No quería amistades, pero sí que era una rubia bonita. Muy bonita.

Impredecible tentación | #Wattys2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora